Para proteger la seguridad del autor este post ha sido publicado en forma anónima.
Cuando el general del ejército tailandés Prayuth Chan-Ocha declaró la ley marcial el 20 de mayo de 2014, los trabajadores de los medios lo sintieron en forma inmediata. Por ley no estaban autorizados a continuar publicando información negativa sobre el ejército — ni siquiera una tendencia a la baja en el mercado de valores. Los militares asumieron el control total el 22 de mayo de 2014, y se autodenominaron “Consejo Nacional para la Paz y el Orden” (NCPO).
Después del golpe de estado de la semana pasada, las pantallas de televisión se pusieron negras y se difundieron canciones patrióticas en forma repetitiva en todos los canales abiertos reemplazando a la información diaria. Por unos pocos días, sólo el canal de televisión del ejército estaba autorizado a presentar las noticias — todas positivas respecto al golpe, por supuesto. Por orden del Consejo, ambos, los medios en línea y los tradicionales, habían sido prohibidos de criticar al ejército o de compartir contenido que pudiera ser “perjudicial para la armonía nacional y el orden público”. Los proveedores de servicios de internet (ISP) fueron citados a declarar ante el NCPO.
La libertad de expresión en Tailandia está en peligro. Puedo sentir absoluta censura en el aire. Simplemente por criticar al Consejo uno puede terminar ante un tribunal militar. Cuando los medios no pueden funcionar, la falta de información crea un ambiente fértil para los rumores. El pánico se multiplica rápidamente en línea, con las advertencias discretas de funcionarios públicos a sus amigos y familiares activos en línea que los medios sociales podrían ser bloqueados en cualquier momento. Existen también rumores de que internet podría sufrir un apagón, aunque todavía no ha sucedido.
¿Por qué la libertad de expresión es tan esencial? Durante la represión militar de las manifestaciones de los ‘camisas rojas’ en 2010, a los canales de televisión no se les permitió informar sobre la situación. El ejército usó armas reales para dispersar a los manifestantes, ocasionando la muerte de 98 personas. Sin suficiente información, la mitad del país prestó su apoyo al ejército para cometer una masacre en el centro de Bangkok y reaccionó como si los manifestantes hubieran merecido la muerte. La libertad de expresión es una garantía para prevenir violaciones de derechos humanos. Cuando uno sabe que los medios están observando, es más difícil hacer algo malo.
La normativa dictada por el Consejo puede destruir la naturaleza abierta de internet en Tailandia. La sensación de pánico y temor conducirá a la auto-censura. Internet no sólo será regulada por el ejército y la ciberpolicía sino también, de alguna manera por nuestros conocidos. La confianza entre amigos y familiares se quebrará, en ocasiones provocando incluso que se denuncien unos a otros ante las autoridades. El miedo generalizado es un camino a la auto-censura.
En esta situación, internet es nuestro último recurso. Pese a que el Consejo afirma que estas condiciones son temporales, nadie sabe con exactitud cuánto tiempo van a durar las medidas ‘temporales’ o cuánto podría empeorar la situación. Los medios muestran ciudadanos compartiendo selfies y fotos de flores en línea, pero no son el reflejo de la reacción nacional al golpe — más bien son las únicas actividades permitidas. El silencio no significa consentimiento. No queremos permanecer en silencio, pero ¿quién quiere correr el riesgo de ser juzgado por un tribunal militar? Personalmente, estoy totalmente en desacuerdo con la toma del poder mediante fuerzas armadas y con limitar la libertad de expresión, de manera tal que ya no se puede ejercer a nivel nacional. Con una leve esperanza deseo que el internet libre vuelva a Tailandia.
Global Voices toma la seguridad personal de sus colaboradores muy seriamente. El nombre del autor ha sido omitido por razones de seguridad.