Salvador Sánchez Cerén se ciñó la faja presidencial el domingo 1 de junio de 2014 en una modesta juramentación. Sus partidarios lo llaman “profe” en honor a sus inicios como profesor, mientras que la prensa lo llama “excomandante marxista de guerrilla”. Pero por ahora a algunos les preocupan sus fantasmas políticos. En recientes semanas, la tasa de asesinatos ha pasado a tener dos dígitos todos los días en esta pequeña república centroamericana de seis millones de habitantes.
A las poderosas pandillas de El Salvador, MS13 y Barrio 18, se les acusa de violar la tregua que firmaron hace dos años con el gobierno, tal vez para presionar al próximo presidente por nuevas concesiones.
El presidente Sánchez Cerén hereda uno de los países más peligrosos del mundo, una situación que se agrava por la pobreza. Más de un tercio de salvadoreños vive bajo la línea de pobreza local. Cerca de otro tercio ha emigrado, y el dinero que envían compone el 16 por ciento de la economía salvadoreña.
Sin embargo, con el inicio del nuevo gobierno, la gente quiere saber si el sonriente y afable Sánchez Cerén puede detener las muertes. Para Sánchez Cerén, podría ser más fácil conocer al enemigo de cuando dirigía rebeldes en una guerra más tradicional.
Como algo típico en un nuevo capítulo político, el país pareció entrar en pausa el 1 de junio por la celebración patriótica, resaltada por la búsqueda de El Salvador de relaciones extranjeras más fuertes.
En comparación a los días de toma de mando en Estados Unidos, donde todo es banderas estadounidenses y 21 salvas de saludo, en la juramentación en El Salvador destacaron sobre todo las banderas de los jefes de estado y de gobierno que asistieron (así como 21 salvas de saludo).
Los presidentes latinoamericanos de países cercanos fueron gran parte de las delegaciones internacionales. Rafael Correa, el franco y a veces polémico líder de Ecuador, recibió algunos de los aplausos más sonoros durante las presentaciones, junto con el presidente boliviano Evo Morales.
Correa mencionó al asesinado obispo católico Óscar Romero, un héroe para la izquierda en El Salvador y en gran parte de Latinoamérica.
Llegamos de El Salvador, que tiene nuevamente gobierno del FMLN. Mucha suerte al Pdte. Salvador Sánchez y al heroico pueblo de Mons. Romero.
— Rafael Correa (@MashiRafael) junio 2, 2014
Los comentarios nacionales llegaron a través de Twitter también, y destacaron que el nuevo presidente había infundido más esperanzas a un diálogo no partidario que su predecesor. Muchos en el partido de oposición han acusado al saliente presidente, Mauricio Funes, de ejercer un estilo de comunicación áspero. Enrique Valdés, congresista conservador de la capital San Salvador, tuiteó:
Que bueno que Sánchez Ceren habla de diálogo y entendimiento. Esto rompe con la prepotencia de Funes
— Dr. Enrique Valdés (@doctorvaldes) junio 1, 2014
Independientemente de la politicización de los comentarios en medios sociales, la mayoría de las publicaciones no pudieron apartarse de dos puntos: que el nuevo presidente fue una vez un líder rebelde de la guerrilla, y que los delitos violentos son su principal problema como cabeza de El Salvador.
El excomandante guerrillero Sánchez #Cerén asume la Presidencia de #ElSalvador http://t.co/L3ZlsDIiEe
— EFE Noticias (@EFEnoticias) junio 1, 2014