Desde Bolivia, El rincón de tu camarada Pepe cuenta lo que le pasó un día en que vio a un transeúnte que avanzaba entre los autos que «parece un indigente, habla con el conductor, el conductor cierra la ventana y pone una cara de terror» y de su propia reacción en ese momento:
¿Qué puede estar haciendo ese viejo? ¿Será que está ofreciendo droga? O tal vez peor!!! Está ofreciendo órganos!!! No… está vendiendo a sus hijos!!! Bueno no, no veo niños, aunque veo una bolsa…tal vez están en esa bolsa!!
Luego el bloguero se da cuenta de que se estaba dejando llevar por los prejuicios, cuando el supuesto indigente le dice:
«Estoy acá tratando de ayudar a la gente, pero todos parecen locos y huyen de mí […]». (Dice que) despertó con las intenciones de hacer algo bueno con su vida, ayudar a las demás personas, esa bolsa que vi, donde tontamente pensé que traía restos de personas, era las pocas cosas que poseía y que estaba regalando para ver si podía ayudar a las demás personas […]. No puedo evitar sentirme triste por vivir en un mundo en el que la gente tiene miedo a recibir ayuda de un extraño, miedo a que alguien sea una terrible persona, miedo a acercarse a otro ser humano, ¿tanto nos hemos condicionado en este mundo que no podemos dejar de tener miedo de nosotros mismos como semejantes?