Se puede responder a la pregunta del título con dos palabras: descontento social.
Muchos medios tradicionales muestran una imagen incompleta de la algarabía que podría esperarse en un país designado como anfitrión de la Copa del Mundo. En el caso de Brasil, donde el fútbol está tan arragiado, el contexto social distó mucho de ser celebrado por los brasileños; por un lado, el gasto de organizar la Copa fue muy alto y por otro, se dejaron de lado otras contingencias que aquejan al gigante sudamericano. Esta situación produjo descontento generalizado que se reflejó en manifestaciones, huelgas y paros.
Antonio Jiménez Barca escribe en su artículo “Las protestas sociales ponen en vilo a Brasil en vísperas del Mundial” que el descontento ciudadano no estaba dirigido hacia el mundial propiamente sino a que el campeonato distrajo de cuestiones sociales primordiales y más urgentes:
Yo no estoy en contra de la Copa, señor. Pero sí en contra del dinero que se ha empleado en la Copa y que se podrá haber gastado en otras cosas, como salud, educación y transportes.
En “El lado oscuro del mundial” de la revista de Argentina “Veintitrés”, se aseguraba en mayo último que el comité organizador brasileño gastaría alrededor de 12 mil millones de dólares, la inversión más costosa en la historia de la copa del mundo.
Nunca antes se erogaron tantos billetes para las canchas que albergarán los encuentros de la Copa. [..] Brasil será el eje del mundo durante 30 días. La Copa está en marcha y las sensaciones cambiarán, quizá con los resultados.
Las protestas se dejaron oír fuertemente y aumentaron a medida que el descontento social avanzaba. Las más significativas tuvieron lugar en las ciudades insignes como Río, Sao Paulo y Recife. Así lo señala un artículo del 21 de junio de 2013, “Brasil vive la mayor protesta pese a retirada del alza de transporte”:
A diferencia del lunes (17 de junio de 2013), cuando en todas las protestas se escuchó un reclamo preciso y concreto en boca de la mayoría, esta vez no surgió ningún elemento unificador, ningún cántico que primara sobre todos los demás. La corrupción, el exceso de gastos en el Mundial de 2014, la educación, la salud… Todas esas cuestiones se reflejaban en las cartulinas de los manifestantes. Pero ninguna reinó sobre la otra.
La situación pareció disminuir una vez ya iniciado el mundial pues el éxito deportivo de la selección anfitriona mantuvo a raya los conflictos temporalmente. Así fue hasta su humillante eliminación en el partido contra Alemania el 8 de julio. Los tuiteros usaron la etiqueta #BrasilEliminado para expresar su opinión, como el ciudadano brasileño Marcio Pinto Santos (@FaniiCinho) que compartió el artículo de Globo.com que informaba del saqueo y quema de 20 ómnibus en Sao Paulo tras la derrota:
Que se iniciem os protestos… #BrasilEliminado… http://t.co/k3CtNXnsJY
— MARCIO PINTO SANTOS (@FaniiCinho) julio 9, 2014
Que empiecen las protestas.
Esta visión fue compartida por otros latinoamericanos, como el venezolano David Cedeño:
Ahora si comenzarán los disturbios en Brasil #Brasileliminado pic.twitter.com/F08if5USwW
— David Cedeño (@daviloc0) julio 8, 2014
Con un poco de humor negro, el brasileño Rafael Custodio (@espiaaqui) dijo:
Falaram que a copa tava comprada, mas acho que o cheque da Dilma não tinha fundo. #Brasileliminado
— Rafael Custodio (@espiaaqui) julio 8, 2014
Dijeron que la copa estaba comprada, pero creo que el cheque de Dilma no tenía fondos.
El periodista peruano Pedro Canelo, en su blog “Avenida Brasil”, publicó el 11 de julio “¿Cómo es un día con Brasil eliminado del Mundial?”, donde señalaba que la ciudad de Río de Janeiro pasó de ser un carnaval a una ciudad con el orgullo herido pues la derrota cambió el estado de ánimo de un país entero, y destacó que, al menos en Río:
No hay desmanes, tampoco protestas, solo tristeza y nostalgia en Brasil. Hay que cuidarse igual, caminar seguro por las calles iluminadas y con resguardo, y tampoco salir innecesariamente por la noche. Un dolido hincha brasileño con tragos encima puede reaccionar mal ante la mínima preocupación. Nos despide triste el país más alegre del mundo.
Sin embargo, y para ser justos con Brasil y esta última edición de la máxima fiesta del fútbol, las copas del mundo tienen una historia de descontento social a nivel latinoamericano, tal como lo veremos en la segunda parte.