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El renombrado activista egipcio Alaa Abd El-Fattah continúa en huelga de hambre

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Egipto, Derecho, Derechos humanos, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Política, Protesta, Últimas noticias
Image design by Hugh D'Andrade, Electronic Frontier Foundation.

Imagen diseñada por Hugh D'Andrade, de la Electronic Frontier Foundation.

Según una declaración publicada [1] el 20 de agosto de 2014 en Facebook por su familia, el activista y bloguero egipcio Alaa Abd El-Fattah [2] ha iniciado una huelga de hambre con final incierto hasta que lo pongan en libertad.

El hombre de 31 años, condenado [3] por violar una controvertida ley que prohíbe las manifestaciones y atacar a un oficial de policía, fue sentenciado in absentia a 15 años de prisión el pasado mes de junio junto con otros 24 activistas. Abdel Fattah tomó esta decisión después que el pasado martes visitara en el hospital a su enfermo e inconsciente padre Ahmed Seif El-Islam, un importante abogado en derechos humanos. A su hermana de 20 años, Sanaa Seif [4], que también está en la cárcel por haber participado en una manifestación que pedía la liberación de aquellos que habían sido encarcelados injustamente en Egipto, también se le permitió ver a su padre durante unos pocos minutos, pero por separado.

Una primera [1] declaración, publicada por la familia en Facebook, decía:

El 18 de agosto, Alaa empezó una huelga de hambre con final incierto para desafiar a la que es ya su tercera detención desde el 25 de enero. Esta huelga de hambre se anunció justamente después de que se diera a conocer la noticia del empeoramiento de salud de su padre y de que se supiera que su hermana Sanaa todavía seguía en prisión desde el 21 de junio.

Alaa comunicó a su familia que su huelga de hambre surgió como una decisión a que no seguiría cooperando con el sistema de injusticia de un país roto.

Una publicación más extensa explica lo que Alaa dijo a su familia: «No seguiré desempeñando el papel que ellos me escribieron».

Alaa ha sido encarcelado o investigado bajo todos los jefes de Estado de Egipto que han gobernado durante su vida. En 2006 fue arrestado [5] por participar en una protesta pacífica. En 2011 pasó dos meses en prisión [6], perdiéndose el nacimiento de su primer hijo. En 2013 fue arrestado [7] y detenido por 115 días sin juicio. Y ahora se enfrenta a 15 años de prisión.

La familia describe [8] la situación que ha llevado a Abdel Fattah a tomar esta decisión:

A las 2 en punto de la mañana del domingo 17 de agosto, Alaa visitó a su padre, Ahmad Seif, en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Qasr el-Eini después de que Seif hubiera perdido el sentido.

Tres días antes habíamos hecho nuestra última visita a Alaa en la prisión Tora. La salud de su padre en ese momento era relativamente buena. Desde ese día no habíamos encontrado la manera de informar a Alaa que su padre había sufrido una crisis. Y, por tanto, Alaa llegó al hospital, a horas intempestivas del domingo, feliz por estar de visita, llevando flores y con ganas de hablar con su padre, pero lo encontró sin sentido en un cubículo de la UCI.

Ese espectáculo le aclaró las cosas. Cerca del final de la visita de pocos minutos de Alaa, este ya había decidido que no seguiría cooperando con la situación injusta y absurda en la que se encontraba, incluso si le costaba su propia vida.

Alaa nos comunicó su decisión cuando fuimos a verle al día siguiente a Tora, y fue duro para nosotros, su familia, aunque al final pudimos entender su indignación y frustración, su necesidad de inyectar algo de realidad a la trágica farsa en la que se ha convertido su vida. La decisión de Alaa es preventiva y positiva; sus acciones reflejan la seriedad de lo que está pasando en su vida personal. Sus acciones intentan coincidir con su dolor.

La declaración continúa:

Alaa está en prisión por tercera vez desde que la revolución empezó en enero de 2011. En cada ocasión, las autoridades de turno lo han acusado de ridículos crímenes inventados. Esto le ha supuesto un coste muy elevado: las autoridades le han negado estar con su esposa en el nacimiento de su primer hijo, le han separado de su familia y le han dificultado su carrera profesional en la empresa de software que había fundado. Más adelante encarcelaron a su hermana más joven, Sanaa, porque esta había pedido, en la manifestación Ettehadeyya del 21 de junio, la libertad de Alaa y de todos aquellos que habían sido detenidos injustamente. Y ahora, al final, le han hecho algo que no ha podido soportar: no le han dejado estar con su padre para apoyarle mientras lo intervenían a corazón abierto y solo le han dejado visitarle cuando estaba sin sentido.

Nosotros, la familia y los amigos de Alaa Abd El-Fattah, hacemos responsables a las autoridades por privar a Laila Soueif y a Ahmad Seif del apoyo de su hijo en el momento más difícil y peligroso de sus vidas, y también les hacemos responsables de la seguridad y el bienestar de Alaa.

En estos momentos, Alaa está de pleno con su huelga de hambre, que empezó la tarde del lunes 18 de agosto y seguirá hasta que quede en libertad.

Según la esposa de Abd El-Fattah, Manal Hassan, sus abogados no habían podido reunirse con él el 20 de agosto.

No han permitido que los abogados visiten a Alaa […] hoy a pesar de tener todas las autorizaciones. Lo más probable es que sea porque Alaa está en huelga de hambre. Estoy preocupada por él.

Las condenas para Alaa y los otros 24 son las más largas en una cadena de represión [11] a la libertad de expresión, de reunión y de opinión en el país. La ley de protesta [12] se ha utilizado para encarcelar a otros activistas prominentes, entre ellos el abogado defensor de los derechos humanos Mahienour El-Massry [13], y el fundador del movimiento 6 de abril [14] Ahmed Maher. En junio, tres periodistas de Al Jazeera fueron condenados [15] a siete y diez años de prisión por «informar noticias falsas.» Los activistas en Egipto creen [16] que el caso de Alaa y otros son meramente de naturaleza política, y tienen la intención de mantener a destacados activistas tras las rejas mientras intimidan a otros para mantenerlos alejados del proceso político.