Después de varios días de protestas, decenas de miles de manifestantes antigobierno liderados por dos políticos populistas, Imran Khan y el Dr. Tahirul Qadri, penetraron pacíficamente en la «zona roja», área prohibida de la capital de Pakistán, ocupada por miles de policías y tropas paramilitares.
Los manifestantes fueron vistos ofreciendo flores a la policía y a la seguridad militar, quienes tenían órdenes de actuar con moderación en el trato con los manifestantes.
Normalmente, únicamente las personas autorizadas pueden entrar en la zona roja de Islamabad, la cual está designada como un área de alta seguridad dentro del conjunto de edificios clave del gobierno, incluida la Secretaría del Gobierno.
El 19 de agosto, los manifestantes quitaron los contenedores que cercaban la zona roja, la cual también alberga embajadas extranjeras en un enclave diplomático: ambos partidos confirmaron que no lo infringirían.
El famoso jugador de críquet convertido a la política Imran Khan lidera el partido Pakistan Tehrik-e-Insaaf (PTI) y Pakistan Awami Tehreek (PAT) está liderado por el académico sufi pakistaní-canadiense convertido a la política Tahirul Qadri. Ambos afirman que las elecciones generales de mayo de 2013, que llevaron al partido del actual Primer Ministro Nawaz Sharif al poder con una victoria arrolladora, fueron fraudulentas. Marchaban hasta la capital para pedir su dimisión.
En un principio, el gobierno liderado por el partido de Sharif PML-N tomó medidas extraordinarias para impedir que los dos partidos de la oposición realizaran las marchas masivas antigobierno hasta la capital, a unos 300 kilómetros de la ciudad de Lahore, el 14 de agosto, día de la Independencia de Pakistán.
Durante los prímeros días de protesta, la multitud contaba con sólo unos miles, pero desde entonces se incrementaron hasta casi 100 000, según algunos cálculos.
Los intentos de las autoridades de colocar más contenedores para impedir el paso en la zona no detuvieron el flujo de manifestantes. Al parecer, la policía permitía la entrada en el área a la mayoría de las personas y únicamente inspeccionaba los vehículos «a medias«.
Inqilab March – 21st August Night Photos #RevolutionWithDrQadri #Pakistan #AwamiParliament pic.twitter.com/dp3bXZS2qg
— Ch Farakh Shahzad (@ChFarakh1) August 20, 2014
Marcha de Inqilab – Noche del 21 de agosto
Puede que los activistas de PAT y PTI hayan unido sus fuerzas para entrar en la zona roja, pero son fundamentalmente dos partidos diferentes. Shyema Sajjid escribe en un blog del periódico Dawn:
The PTI has once again done what no other political party could do (without threatening or buying them out): charge the previously apolitical and get them to rally for a cause, which quite possibly could rid us of a very corrupt government.
The PTI are disciplined enough to follow their leader Imran Khan’s call for peaceful protest but rowdy enough to flip a container or two without really causing harm to public property (leave aside the fact that they’ve taken over the capital city at the moment).
Alongside the PTI, march the angry man PAT’s Tahir-ul-Qadri and his chanters. His followers are very different from Khan’s supporters.
They will sit when he tells them to sit and stand when he wants them to rise. While Khan’s protest revolves around rigging and corruption the PML-N’s involved in, Qadri’s beef goes beyond.
Two months ago, several followers of TuQ lost their lives in a scuffle with the police outside his residence in Lahore. Those killed included women and children. The tragic incident was strongly protested against and in any other country, it would have been reason enough for members of the provincial if not federal, government to step down.
El PTI ha hecho una vez más lo que ningún otro partido político podría hacer (sin amenazas ni sobornos): poner de acuerdo a quienes no tenían un pensamiento político y conseguir que se manifiesten por una causa, lo cual podría muy probablemente librarnos de un gobierno muy corrupto.
Los seguidores del PTI son lo suficientemente disciplinados como para seguir el llamamiento de su líder Imran Khan a manifestarse pacíficamente, pero también lo suficientemente alborotadores como para volcar un par de contenedores sin causar, en realidad, daño alguno a la propiedad pública (dejando a un lado el hecho de que hayan tomado el control en la capital).
Junto al PTI, marchan el enfurecido dirigente del PAT Tahir-ul-Qadri y sus simpatizantes. Sus seguidores son muy diferentes de los de Khan.
Se sientan cuando él les dice que se sienten y se ponen de pie cuando él quiere que se levanten. Mientras que la protesta de Khan gira en torno al pucherazo y a la corrupción en los que el PML-N está involucrado, la queja de Qadri va más allá.
Hace dos meses, varios seguidores de TuQ perdieron la vida en una refriega con la policía a las puertas de su residencia en Lahore. Entre los asesinados había mujeres y niños. El trágico incidente suscitó enérgicas protestas, y, en cualquier otro país, ello habría sido razón suficiente para que miembros del gobierno local, sino federal, hubiesen dimitido.
La diferencia entre las declaraciones de cada líder resultaba evidente. Khan tuiteaba de manera desafiante:
«When injustice becomes law, resistance becomes duty.» Yesterday we took a giant step 4 Naya Pakistan & democracy..
— Imran Khan (@ImranKhanPTI) August 20, 2014
«Cuando la injusticia se convierte en ley, la resistencia se convierte en deber». Ayer dimos un gran paso para Pakistán y para la democracia
Mientras, el Dr. Tahir-ul-Qadri exigía el traspaso del poder para sí mismo, informaba Murtuza Ali Shah, reportero londinense para varios medios de información paquistaníes:
Dr Tahir-ul-Qadri says he will not allow Pakistani PM come out alive from the parliament if he doesnt resign and hand over power to him
— Murtaza Ali Shah (@MurtazaGeoNews) August 20, 2014
El Dr. Tahir-ul-Qadri afirma que no permitirá que el Primer Ministro de Pakistán salga vivo del Parlamento si no dimite y le transfiere el poder
Los militares rompen su silencio
Mientras tanto, el ejército, la institución más sólida de Pakistán, finalmente rompió su silencio acerca de la protestas. El ejército, el cual ha gobernado Pakistán durante la mitad de su existencia, ha intentado distanciarse cada vez más de la política desde que el General Musharraf dimitiese como Presidente en 2008.
Después de que los manifestantes penetraran en la zona roja, el ejército pidió que se iniciaran negociaciones entre el gobierno y los manifestantes de ambos partidos. El comité formado por el gobierno recibió al líder del PTI, el cual realizó seis exigencias, siendo la dimisión del Primer Ministro la primera de ellas. El jueves 21 de agosto se rompieron las negociaciones.
En medio de este estancamiento político, algunos temen que un golpe militar pueda tener lugar. Basado en un estudio comparativo de los tres mayores golpes de la historia de Pakistán, Tahir Mehdi opinaba en el periódico Dawn que no hay posibilidad de golpe de estado.
El periodista Hamid Mir hacía hincapié en la esencia de democracia presente en las manifestaciones:
Like it or not but this is the difference between democracy and dictatorship Musharraf never allowed public protest in front of parliament
— Hamid Mir (@HamidMirGEO) August 20, 2014
Guste o no, pero ésta es la diferencia entre democracia y dictadura, Musharraf nunca permitió las manifestaciones frente al Parlamento
Los medios fomentan una revolución
La política mediática de «yo he publicado la noticia primero» ha sido vista en pleno apogeo durante toda la cobertura de las manifestaciones por parte de los canales locales de noticias de Pakistán. Los medios a menudo se han centrado más en lo que podría ocurrir que en lo que está ocurriendo.
Adnan Rehmat, un analista político y de medios, sostenía en el periódico Dawn que la cobertura mediática concedida a los dos líderes políticos detrás de la protesta resultaba desproporcionada:
“Qadri may have hundreds of thousands of followers but his party is not an electoral stakeholder, so the disproportionately high media coverage of his demands on this subject seems unjust,” he says, adding: “Coverage of Imran’s grievance on this subject is more understandable, but considering that his party garnered only a little above 20% of the 2013 vote, the media is being dubious in granting him so much coverage while letting the views and narratives of 75% voters of other parties on the subject unrepresented.”
«Puede que Qadri tenga cientos de miles de seguidores, pero su partido no forma parte de los grupos de interés, por lo que la cobertura desproporcionadamente elevada que sus exigencias han suscitado en este asunto parece injusta», afirma, añadiendo: «La cobertura del asunto de la reivindicación de Imran es más comprensible, pero teniendo en cuenta que su partido ha obtenido únicamente poco más del 20% de los votos en 2013, los medios dudan a la hora de concederle tanta cobertura y dejar de lado el punto de vista en este asunto del 75% de los votantes de otros partidos».
En el periódico «The Express Tribune», Chris Cork afirmaba que el bombo publicitario estaba distorsionando la realidad de las manifestaciones:
Viewing the media over the last week, particularly the electronic media, it would not be difficult to convince oneself that Pakistan is gripped by revolutionary fervour. It is not. Something less than 60,000 people are currently camped on Constitution Avenue with who-knows-what in mind beyond a set of increasingly unlikely demands from their leaders. That is not a revolution. It is undoubtedly an expression of discontent, and the protesters may be voicing what many think or feel, but a revolution it aint.
Viendo las noticias la semana pasada, en concreto en los medios electrónicos, no resulta difícil convencerse de que Pakistán está atravesando un revolución. No es así. Algo menos de 60 000 personas están acampando en la Avenida de la Constitución con quién sabe qué en mente, más allá de una serie de exigencias cada vez más inverosímiles por parte de sus líderes. Eso no es una revolución. Es, sin duda, una demostración de descontento, y puede que los manifestantes estén expresando lo que muchos piensan o sienten, pero no es una revolución.
Mientras tanto, otra manifestación por parte del PTI comenzaba en el histórico monumento de Teen Talwar en la ciudad de Karachi.
Los manifestantes llevaban acampando en la capital durante cerca de una semana. Ante la creciente presión por parte de los comerciantes locales, quienes estaban sufriendo económicamente debido a la ocupación de la capital, así como por parte de los residentes de Islamabad, quienes se encontraban retenidos en cada vez más atascos debido a la obstrucción de las calles, se esperaba que el gobierno encontrara pronto una solución para evitar el caos total.