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Porqué convertirse en viral es una fuente de miedo para una bloguera de Hong Kong

Categorías: Asia Oriental, China, Hong Kong (China), Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Política, Protesta, GV Advox
Screen capture of Hung Lai Fong's article on inmediahk.net that gives her panic attack.

Captura de pantalla del artículo que Hung Lai Fong publicó en inmediahk.net y por el que el «terror blanco» se apoderó de ella.

Desde que comenzaron las protestas por un sistema abierto de nombramiento de candidatos para los cargos más importantes de Hong Kong, un elevado número de manifestantes e internautas en contra del Gobierno han sido llevados a juicio. El Gobierno chino les ha prohibido la entrada a China continental por miedo a que las protestas se extiendesen al resto del país. El «terror blanco» se está apoderando de la ciudad hasta tal punto que las voces críticas temen ser llevadas ante la justicia, como les ha ocurrido a algunas personas con la Ley de delitos cibernéticos, o que se les prohíba la entrada en China continental.

Hung Lai Fong, una escritora recién registrada en la plataforma de participación ciudadana inmediahk.net, relata el pánico que sintió al descubrir que su artículo se había hecho viral en las redes sociales mediante una publicación posterior en inmediahk.net. El post en chino se publicó el 24 de noviembre de 2014, y Cheung Choi Wan lo tradujo [1]al inglés.

Así fue cómo comenzo todo. Yo creía que para publicar un artículo en inmediahk.net había que utilizar tu nombre verdadero, ya que siempre que había leído artículos escritos por Ho Kit Wang, Tang Man Lam e Ip Iam Chong, siempre aparecían sus nombres completos y lo mismo ocurría con los nombres de las organizaciones y los grupos que escriben artículos en esta plataforma. Por este motivo, cuando me registré en la plataforma, utilicé mi verdadero nombre, un nombre muy común y típicamente chino.

Publiqué el enlace de mi artículo en Facebook porque quería compartir con mis amigos el paso, aunque pequeño, que había dado en mi soñada carrera como escritora. Mis amigos se portaron muy bien: me apoyaron y me animaron a seguir escribiendo. Después inmediahk.net citó una frase que había escrito en mi artículo en el post de Facebook con el que se promocionaba mi artículo. La gente empezó a compartir el artículo con la cita, además de añadir sus propios comentarios. El artículo se hizo viral y empecé a recibir comentarios a través de WhatsApp.

Lo primero que mencionaban las personas que se pusieron en contacto conmigo era mi frase de presentación: «Llegué a Hong Kong a los 8 años y ahora tengo 23». Hasta aquí todavía me sentía bastante halagada como escritora, ya que siempre es agradable que la gente lea lo que has escrito. Pero después un amigo hizo este comentario: «Que valiente eres. Revelaste tu nombre completo e incluso lo compartiste en Facebook. No intentes ir a la parte continental en el futuro próximo XD». De golpe y porrazo, se me borró la sonrisa de los labios. Unos segundos más tardes, volví a sonreír y pensé con aire despreocupado: «Solo he escrito un artículo. No es para tanto».

Sin embargo, no podía evitar pensar en algunos titulares: recientemente, a un voluntario, que no tenía un papel destacado en el grupo de estudiantes activistas «Scholarism», y a un auxiliar de vuelo, que fue arrestado durante las protestas el 2 de julio, no se les permitió la entrada en el territorio continental; el gabinete que se presentaba a las elecciones del Consejo estudiantil de CityU (abreviación de City University of Hong Kong) sufrió amenazas [por su postura crítica en política]; varias personas fueron detenidas por uso indebido de dispositivos informáticos… Vale, sé que pensarán que estoy exagerando pero a partir de ese momento, mi felicidad quedó eclipsada por un sentimiento de desasosiego. De repente abrí los ojos y me pregunté si este sentimiento era lo que se conoce como «terror blanco».

El «terror blanco» no reside en que nuestros miedos se hayan hecho realidad, su poder reside en infundir miedo y en la intimidación, y después… después dejas de llevar a cabo tus actividades. Empiezas a autocensurarte y a callarte y al final no haces nada. La verdad es que volví a entrar en la página web inmediahk.net y, para mi sorpresa, ¡mucha gente publicaba sus artículos bajo un pseudónimo! ¡No había ninguna norma que te obligase a publicar los artículos firmando con tu nombre y apellidos! En ese momento, de una forma un tanto cobarde, deseé poder cambiar mi nombre pero no tenía los permisos de usuario para cambiar la información.

El artículo sigue en inmediahk.net y nada parece haber cambiado. Hice caso omiso al líder del grupo ciudadano pro-Pekín que aconsejaba intentar cruzar la frontera para ver si te permitían el paso. Llegué a plantearme si debería seguir escrbiendo. Al leer estas preocupaciones, pensarán: «¿Pero esta chica es tonta? Es una minucia y mira qué preocupada está. ¿Quién la va a conocer?» o «¿Por qué es tan cobarde?». Entonces me acuerdo de estas personas que tras haber asaltado el edificio del Consejo Legislativo de Hong Kong argumentaban en su defensa lo siguiente: no somos el líder estudiantil Joshua Wong, ni tampoco somos Alex Chow o Lester Shum o los tres portavoces de las protestas de «Occupy Central». A nadie le va a importar si nos arrestan. Tenemos que protegernos y la manera de hacerlo es llevar las máscaras. No vamos a quedarnos sentados esperando a que nos arresten. 

En realidad no estoy del todo de acuerdo con estos argumentos. Hasta hace poco, no tanta gente conocía a Wong, Chow, Shum y a los tres portavoces de «Occupy Central», pero cuando protestaron en contra del Plan de Estudios Nacional, cuando convocaron una huelga u organizaron «Occupy Central», no se ponían máscaras (solo cuando estaban enfermos). Se hicieron famosos por sus acciones y su valentía. Yo no tenía ningún problema con que asaltasen el edificio del Consejo Legislativo. Lo que me pareció inaceptable fue que se escabullesen pero al mismo tiempo les decían a la gente que entrasen en el edificio después de haberlo asaltado. Lo que intento decir es que la mayoría de la gente es tímida (si no es su caso, entonces tiene toda mi admiración).

Aparte de unos pocos que sienten que tienen una misión, la mayoría de la gente no piensa en hacer sacrificios y no quieren que sus vidas se vean afectadas. No quieren perder todo lo que tienen por un futuro incierto. El miedo no tiene límites, no importa lo irracional que éste sea. Y esta es la realidad. Debemos aceptar que este es el motivo por el que muchos ciudadanos de Hong Kong no apoyan la revolución. Les ruego que no les juzguen como personas egoístas. Cada persona tiene su manera de pensar y sus propias preocupaciones. No lleva a nada criticar a otras personas desde nuestro pedestal moral. Lo que debemos hacer es ayudarles a que entiendan la importancia de la Revolución de los paraguas [2].

Al leer esta frase estarán pensando: «¿Por qué escribe si está tan asustada?». Creo que me toca hablar de mi otra identidad. Aparte de que mi primera frase «Llegué a Hong Kong con 8 años y ahora tengo 23», en estos nueve años también he ido a la iglesia. […] Como cristiana, la Revolución de los paraguas me ha emocionado profundamente. Hablaría de este tema sin parar y en cualquier momento. Sin embargo, debo decir que si no fuese cristiana, habría elegido mantener los ojos cerrados y quedarme en mi zona segura.

Con la cantidad de gente que hay en este planeta, ¿por qué debería llevar yo la voz cantante? En psicología, existe un término para describir este fenómento o esta manera de pensar: «el efecto espectador». Es decir, cuanta más gente hay, las personas sienten menos responsabilidad. Por lo tanto, se sienten menos motivadas para actuar. Sin embargo, yo creo en Jesucristo y la Biblia nos dice que debemos actuar de manera justa y tener misericordia. Jesucristo nos enseñó a guardar nuestros tesoros en el cielo, y a no agarrarse a nuestras posesiones en la tierra. Siempre estuvo del lado de los pobres y los débiles… […]

Así pues, no me queda otra salida. O abandono los preceptos de Jesucristo o hago de tripas corazón y camino a lado del Señor. Es hora de tomar el yelmo de la salvación de nuevo. No quiero decir que todo el mundo deba estar en el frente, pero no puedes cerrar simplemente los ojos ante las injusticias y no hacer nada. […]

Por todos estos motivos, seguirán leyendo mis artículos publicados bajo mi verdadero nombre, que está completamente pasado de moda. No es que no tenga miedo, pero creo que es mi obligación. Y les ruego que dejen de pensar que «uno más o uno menos no hacen la diferencia».

Si pueden, les ruego que hagan algo por la Revolución de los paraguas, cualquier cosa. Por ejemplo, yo no tengo la fuerza, el sentimiento de sacrificio o los medios para ocupar edificios todos los días. He comenzado a ir a clase de nuevo. No obstante, puedo estudiar la Revolución de los paraguas en proyectos para la escuela y acercar el movimiento al campus. También puedo escribir. Otras personas escriben canciones, pintan, toman fotografías, ayudan a su comunidad o difunden los mensajes. Se pueden hacer un montón de cosas, así que no se desesperen y no abandonen. No es el único en este viaje. Siempre recordaré la noche que pasamos en la Citizen Square. Fue una noche larga y estaba muy asustada, pero cuando amaneció, empezó a llegar cada vez más gente a la plaza para mostrarnos su apoyo. Dejamos de pensar que estábamos solos, y eso nos dio energías.

Recemos para que haya un amanecer.