
Sara Joffré (2009). Imagen en Flickr del usuario Diego Rojas. (CC BY-NC-SA 2.0).
Sara Joffré González, uno de los nombres más destacados del teatro peruano, falleció el 17 de diciembre a los 79 años de edad. Nació en El Callao el 16 de noviembre de 1935 y desde chica conoció los aplausos, tal como cuenta Agencia NaN en una nota dedicada a ella aparecida coincidentemente el 17 de diciembre de 2010, exactamente cuatro años antes de su muerte:
Tenía apenas dos años cuando conoció los aplausos y le gustaron. Acompañaba a la escuela a su hermana mayor. “No tenían dónde dejarme”, recuerda […] “Mi hermana tenía que decir un poema y se olvidó la letra. Salió tres veces. Era una fiesta importante, porque celebrábamos la independencia de Panamá. Alguien me empujó y yo recité La huerfanita harapienta. Como estaba más flaca que ahora creyeron que me refería a mí”.
Montó su primera obra en el Club de Teatro de Perú, y luego obtuvo una beca en Europa. En ese viaje se enamoró de Bertold Brecht con El resistible ascenso de Arturo Ui. Este fue su primer paso de la poesía a la crítica social, un elemento común en sus obras para niños. A su regreso al Perú tuvo en mente fundar una compañía, y así surgió Homero Teatro de Grillos en 1963.
En 1974, creó la Muestra de Teatro Peruano, probablemente el más importante encuentro teatral del Perú que congregó a grupos nacionales de teatro y de donde surgieron los emblemáticos Cuatro Tablas y Yuyachkani, entre otros. Es gracias a ese empeño que a Sara Joffré se le considera una piedra fundamental para el arte escénico del Perú.
También se dedicó a editar a otros autores y a la crítica teatral. Además, en su producción dramática encontramos títulos como La Hija de Lope, Niña Florita, Camille Claudel, Obras para la escena, Siete obras para escena, y la segunda edición de su libro Cuentos de teatro para niños. En YouTube pueden encontrarse muestras de sus obras, en las que se distinguen rasgos y colores particulares del mundo infantil de la obra de Joffré.
Su muerte ha conmovido al teatro peruano, y muchas de las figuras de las tablas del país han expresado su pena por la pérdida.
Eduardo Adrianzén, escritor y productor de teatro y televisión, le rinde homenaje:
El teatro de duelo: se fue Sara Joffré, dramaturga, maestra, editora, animadora cultural. No existe teatrero peruano que no le deba mucho
— Eduardo Adrianzén (@AdrianzenEduard) diciembre 17, 2014
El dramaturgo César de María también elogió a Sara Joffré:
Ha muerto Sara Joffré, dramaturga y directora, ejemplo de trabajo y creatividad. Hizo mucho, con ganas y bien.
— Cesar De Maria (@superpopper) diciembre 17, 2014
La Asociación Peruana de Autores y Compositores, Apdayc, publicó:
Ha fallecido Sara Joffré, dramaturga y entusiasta promotora del teatro peruano. http://t.co/MCqUr981Ss
— APDAYC (@apdaycperu) diciembre 17, 2014
Y los homenajes no se hicieron esperar:
Continúan los homenajes a Sará Joffré. Hoy una nota en @peru21pe http://t.co/5vCsS3s5j0
— Casa de Literatura (@casaliteratura) diciembre 19, 2014
Anoche, emotivo homenaje a la gran Sara Joffré luego de un maravilloso inicio de temporada de los eternos Músicos… http://t.co/DIZGrnrXLl
— Wayqui-Narrador Oral (@elwayqui) diciembre 19, 2014
Este sábado estaremos en vivo recordando a la gran Sara Joffré… pic.twitter.com/mt18JDjuoZ
— El Teatro de mi Vida (@teatrodemivida) diciembre 19, 2014
Irónicamente, Sara Joffré era conocida por estar muy a disgusto con los homenajes. Así lo expresó César de María en su status público de Facebook:
No pidan homenajes ni ceremonias de, por ejemplo, el Ministerio de Cultura, porque Sara les tiraría su homenaje por la cara. Les cuento una anécdota: un grupo de teatro le organizó […] un reconocimiento público por sus muchos años teatrales. Sospecho que Sara aceptó a regañadientes. En un momento determinado, con el teatro llenecito, los organizadores anuncian como super-sorpresa la llegada del alcalde de Bellavista […]. Sara, en el centro del escenario, no aplaudió, se incomodó, torció el cuello, apuntó al cielo con el mentón y cuando el alcalde se acercó a darle el diploma […] ella, sin tocarlo siquiera, pidió el micro y le soltó algo así, con el desprecio y la potencia con que podía decir las verdades más duras: «oiga señor, con lo sucio que está el distrito, con la cantidad de piletas y cochinadas en las que se gastan la plata y con todos esos manejos que los vecinos conocemos… usted que no hace NADA por la cultura ¿va a venir a homenajearme a mí? Por favor, váyase ahora mismo…
Hasta siempre, Sara.