¿Sigue siendo Panamá un «crisol de razas»?

Street Scene - El Valle de Anton. Fotografía de Adam Jones, publicada bajo licencia Creative Commons.

Street Scene – El Valle de Anton. Fotografía de Adam Jones, publicada bajo licencia Creative Commons.

¿Cómo vive Panamá la llegada de numerosos grupos venidos de países vecinos? ¿Cómo se comportan los extranjeros en el país? Con la llegada de numerosos migrantes de otros países de América Latina y los choques propios de la convivencia, Panamá se ve a sí misma en medio de la formación de una identidad multicultural de difícil construcción. En suma, los medios sociales panameños son una caja de resonancia con numerosas anécdotas, ataques y acusaciones, pero también agradecimientos, aclaratorias y disculpas. Las redes hacen eco a opiniones con grupos en Facebook y los ciudadanos extranjeros intentan explicar la actitud de muchos otros.

Panamá ha sido desde sus inicios un país de tránsito. La angostura de su territorio propició que las grandes mentes imaginaran un canal que uniera los dos océanos incluso cuando la tecnología no lo permitía aún. Producto de su privilegiada ubicación y de algunos aspectos casuales de la historia, Panamá ha llegado hasta el presente con una economía estable, aunque con un pasado confuso. Por ello los panameños suelen verse como originarios de todas partes y a la vez de ninguna. Geográficamente, Panamá es Centroamérica y culturalmente, es el Caribe. Sin embargo, históricamente, los lazos que unen a Panamá con Sudamérica son fuertes, pues fue parte de la Gran Colombia, la extinta república que buscó reunir a Panamá con Venezuela, la Nueva Granada (hoy Colombia) y Ecuador.

Estas numerosas ubicaciones han hecho de Panamá un centro de reunión de numerosas grupos, por lo que la inmigración ha sido parte vital del país. No obstante, la inestabilidad política, social y/o económica de los últimos años en sus países vecinos han hecho crecer el numero de migrantes, lo que hace que los panameños vivan con más intensidad los retos de la convivencia.

Para muchos, las reacciones son de rechazo, en particular con la inmigración venida de Venezuela y Colombia. Así, Panamá, que siempre estuvo orgulloso de ser un «crisol de razas» (por lo que fue éste el nombre que se le dio a los programas de regularización de gran número de extranjeros en el país), ve ahora la conversación «¿qué hacer con los extranjeros?» convertirse en un tema cotidiano. También se ve la creación de grupos en Facebook como  «No te queremos en Panamá, Nilka Janeth«, creado a partir de un comentario hecho por la usuaria de este nombre, en el que se puso de manifiesto cómo los trabajos dados por el canal de Panamá quedarían en manos de extranjeros, y no de panameños. La identidad real tras el nombre de la usuaria está aún en discusión, pero el efecto de explosivo continuó su curso.

De ahí, la evolución del grupo se ha dirigido a denunciar daños hechos por extranjeros en el país y a pujar por el control de estos. Otros grupos se han abierto también bajo el lema «no más crisol de razas«. Estos grupos luchan por un mejor control de la entrada de extranjeros y sostienen que su objetivo es evitar la proliferación de hechos que agravien la tranquilidad del país y la multiplicación de actividades ilícitas, como la buhonería. Otro problema en la opinión de estas personas es la participación de los extranjeros en crímenes. Para estos panameños, incómodos de por sí con la presencia de trabajadores foráneos, la nacionalidad de aquellos que no respetan las leyes se vuelve de importancia. En uno de los posts del grupo, comentan el secuestro de una niña que, de acuerdo con la prensa, fue llevado a cabo por su niñera, de nacionalidad colombiana:

Aqui uno mas de los frecuentes casos perpetrados por foráneos del mal vivir consecuencia del mal filtro en el tema migratorio.
Gracias a la efectiva acción de la [Dirección de Investigación Judicial] se logró recuperar a una menor de dos años en este caso fue aprehendida una mujer de nacionalidad colombiana.

Pero si nos levantamos como ciudadanos en contra de estos actos y exigimos una politica migratoria responsable nos llaman xenófobos y racistas.

Del lado de los migrantes, circula y se comenta desde hace un tiempo el escrito del venezolano Enrique Vásquez, que pretende explicar el comportamiento de algunos venezolanos en Panamá, a quienes se acusa de racistas:

La mezcla de razas en Venezuela es muy parecida a la de Panamá. Somos descendientes de los indios originarios, mezclados con los negros africanos y antillanos, que a su vez se mezclaron también con los españoles. Dicho de otro modo, el “venezolano puro”, al igual que el “panameño puro”, puede ser de un color cualquiera ubicado entre el blanco europeo y el negro africano.

Sin embargo, hoy en día en Venezuela pasa algo que difícilmente ocurra en cualquier otro país del mundo. Los niveles de inseguridad son tan alarmantes que nos hemos acostumbrado a estar en las calles con miedo; con profundo y genuino miedo. La paranoia y el terror son algo del día a día.

No obstante, la compleja discusión sobre el racismo en Venezuela hizo también parte de los comentarios que continúan apareciendo bajo el post, como el publicado por Anna Gabriella Quiroz:

Lo siento, pero soy venezolana, me han [asaltado] ya 5 veces de distintas formas, y no acepto esto. Esto es una manera (un poco infantil a mi parecer) de justificar el racismo internalizado que SI, si existe en nuestro país como en gran parte del mundo […] 

La discusión sobre la inmigración continúa en Twitter, donde algunos usuarios comunican su descontento con la regularización sistemática de extranjeros:

Los medios tradicionales también toman parte en el debate. El comentarista deportivo Juan Carlos Tapia toca también el tema, y el medio de comunicación  «La Estrella de Panamá» hizo preguntas a transeúntes en las que pueden verse la mezcla de reacciones en contra y a favor de la llegada de migrantes al país. Las opiniones a favor reconocen las dificultades que pudieron haber llevado a muchos a Panamá y subrayan también los aspectos positivos de la migración. Del mismo modo, en respuesta a las campañas de rechazo, se han creado también movimientos de tinte político, como el grupo «Arena», que busca dar apoyo a los migrantes que residen en Panamá y cuyo objetivo es «mantener la unidad de las todas Naciones».

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