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Libertades civiles frente a terrorismo: ¿a qué estamos dispuestos a renunciar?

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Frontera entre Alemania y Holanda [1]

Frontera entre Alemania y Holanda dentro del espacio Schengen, actualmente sin controles. Imagen de Wikipedia Commons, con licencia CC BY SA 3.0

El pasado domingo 11 de enero, millones de manifestantes salieron a las calles de todo Europa para mostrar su repulsa por el ataque a la libertad de expresión que supuso el atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo [2]. Ese mismo día, los ministros de Interior de los países miembros de la Unión Europea se reunieron para discutir una política común de lucha contra el terrorismo en Europa.

Muchos piensan que poco les ha durado la defensa de la libertad a estos líderes, ya que las medidas que se barajan van desde restringir la libertad de movimientos en la zona Schengen [3] a recopilar datos de las comunicaciones y los viajes de determinadas personas, pasando por la estrecha vigilancia de Internet y de las redes sociales.

El ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, artífice de la controvertida ley mordaza [4], aboga por reinstaurar controles en las fronteras [5] dentro del espacio Schengen, modificando este tratado si fuera necesario, así como por intensificar la vigilancia de Internet para «contrarrestar la propaganda y el reclutamiento de terroristas». Según él, estas medidas están justificadas porque:

Nuestro sistema de valores y libertades está amenazado. No podemos permitir que los que amenazan la libertad se aprovechen de ella para atentar contra nosotros.

The Guardian va más allá, afirmando [6] que los ministros de la Unión Europea pretenden conseguir la colaboración de las redes sociales:

EU ministers prepare to press the social media industry – providers such as Google, Facebook, and Twitter – to cooperate in preventing jihadists and terrorists using the internet as recruiting sergeants and propaganda instruments inciting hatred and violence.

Los ministros de la UE se preparan para presionar al sector de los medios sociales –proveedores como Google, Facebook y Twitter– con el fin de que cooperen para prevenir que yihadistas y terroristas utilicen Internet como centro de reclutamiento e instrumento propagandístico para incitar al odio y a la violencia.

Por su parte, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, ha pedido [6] que «las agencias de inteligencia británicas tengan capacidad legal para desencriptar las comunicaciones de supuestos terroristas», lo que ha merecido estas palabras [7] por parte del presidente del Colegio de Abogados:

That surveillance can save lives seems undeniable. However, it is one of the objectives of extremists who are willing to commit barbaric crimes in support of purportedly religious or political ends, that the hard-won liberties of the civil population should be curtailed and that a wedge should be driven between those in society with different views about the degree to which personal freedoms should be sacrificed on the altar of public safety.

Que la vigilancia puede salvar vidas parece innegable. No obstante, uno de los objetivos de los extremistas dispuestos a cometer bárbaros crímenes en apoyo de supuestos fines religiosos y políticos, es que se coarten las libertades de la población civil, que tanto esfuerzo han costado, y se cree división entre los sectores de la sociedad con distintos puntos de vista sobre el grado en que las libertades personales pueden sacrificarse en el altar de la seguridad pública.

La propuesta de David Cameron no solo sería discutible en términos de derechos humanos, sino que también es técnicamente muy compleja. Según informa Cory Doctorow en BoingBoing, [8]

For David Cameron's proposal to work, he will need to stop Britons from installing software that comes from software creators who are out of his jurisdiction. […] The regime he proposes is already in place in countries like Syria, Russia, and Iran (for the record, none of these countries have had much luck with it). There are two means by which authoritarian governments have attempted to restrict the use of secure technology: by network filtering and by technology mandates.

Para que la propuesta de David Cameron funcionara, tendría que prohibir a los británicos que instalaran software creado por personas que se encuentran fuera de su jurisdicción. (…) El sistema que propone ya existe en países como Siria, Rusia e Irán (por cierto, en ninguno de estos países ha tenido mucho éxito). Hay dos formas en que los gobiernos autoritarios intentan restringir el uso de tecnología segura: filtrando la red e imponiendo tecnologías.

En Alemania, el gobierno prepara una ley que permita retirar la documentación a posibles yihadistas durante tres años para evitar que se unan a grupos terroristas en el extranjero. El gobierno belga ha pedido que se cree un registro europeo de combatientes extranjeros [9], idea difícil de llevar a cabo por las diferencias que existen entre los diferentes países de la UE a la hora de definir a dichos combatientes, así como entre sus formas de investigar y obtener pruebas.

El presidente del Consejo Europeo [10], Donald Tusk, ha pedido a la Eurocámara que desbloquee la creación [11] del registro de datos de pasajeros aéreos (PNR). Este registro compilará datos de los pasajeros como nombre, forma de pago del viaje, itinerario y datos de contacto, lo que no solo crea suspicacias entre muchos eurodiputados, sino también en el Tribunal de Justicia de la UE, quien plantea dudas sobre su compatibilidad con la normativa europea de protección de datos personales.

Otros políticos han llegado incluso más lejos, como es el caso de la líder francesa de extrema derecha Marine Le Pen, que planteó en Twitter reinstaurar la pena de muerte en Francia:

Quiero ofrecer a los franceses un referéndum sobre la pena de muerte. A título personal, creo que esta posibilidad debe existir.

Todas estas medidas han alarmado a distintos sectores de la sociedad europea, que alertan del peligro de tomar decisiones «en caliente», y recuerdan que en otras ocasiones, medidas similares no han dado buenos resultados, sino que se han convertido a menudo en patentes de corso para que las autoridades ignoraran los derechos civiles. El escritor Isaac Rosa, en su blog «Dame un poco de tu libertad y te daré más seguridad [14]» dice:

…esa moto ya te la han vendido otras veces, y acabó siendo un timo. (…) ¿No llevamos tres lustros aceptando recortes en libertades y, por el mismo precio, guerras, invasiones, torturas, cárceles secretas? ¿Acaso el mundo es hoy un lugar más seguro?”.

Líderes europeos en la manifestación del 11-1-2015 en París, entre ellos Holande, Merkel, Juncker y Cameron. [15]

Líderes europeos en la manifestación del 11-1-2015 en París, entre ellos Holande, Merkel, Juncker y Cameron. Imagen de cuartopoder con licencia CC BY NC 3.0

El periodista Javier Gallego, en su blog «Tú no eres Charlie [16]», critica con dureza la hipocresía de esos líderes que el domingo desfilaron por París, envueltos «en la bandera de la liberté con la que el resto del año se limpian el trasero», y concluye:

Me temo que de la matanza de Charlie no saldremos con más libertad sino con menos. Ya estamos viendo cómo los ministros de Interior europeos quieren defender la libertad limitando las libertades. Es justo lo que no hay que hacer. No se puede dar un paso atrás ni ante las pistolas ni ante los chantajes. Eso sería darle la razón a los asesinos. Por eso es tan necesaria la sátira salvaje de Charlie Hebdo. La sátira no hace prisioneros ni tiene aliados. Eso y no otra cosa es la verdadera libertad de expresión.