El ataque contra Charlie Hebdo [1] ha suscitado innumerables reacciones en la sociedad civil mundial sobre la libertad de expresión y el rol de los medios. Surgió así el debate titulado «El periodismo después de Charlie» (#JournalismAfterCharlie), organizado por UNESCO, que se llevó a cabo en París, el 14 de enero de 2015.
El debate no es nuevo, y diseñadores y caricaturistas de diferentes sensibilidades intercambian impresiones sobre su práctica, sus retos y limitaciones.
Una pregunta aparece con frecuencia: «¿Se puede uno reír de todo?»
El caricaturista argelino Ali Dilem [2] cuenta la posición de su amigo y mentor, el dibujante francés Cabu [3], dijo en sus comentarios, en una conversación reproducida por el semanario Le Point [4]:
Il expliquait les choses de façon tellement simple. Il disait : «Je ne sacralise rien», et c’est cela qui était exceptionnel. Il jonglait avec tous les concepts, ne s’interdisait rien. Moi, quand on m’interrogeait sur l’islam par exemple, je répondais en disant : «Oui, je respecte les musulmans, je ne veux pas les heurter, ma limite est de ne pas heurter.» Mais lui disait : «Non, je suis un dessinateur, je fais de l’humour, prends-moi comme je suis. On n’a pas à mettre le curseur au niveau de celui qui est en face, c’est à lui de s’adapter ou alors qu’il ne regarde pas les dessins, c’est simple.»
Explicaba las cosas de manera tan simple. Decía: «Yo no sacralizo nada», y eso es lo que era excepcional. Manejaba con destreza todos los conceptos, no se prohibía nada. Cuando a mí me preguntaban sobre el Islam, por ejemplo, respondía diciendo: «Sí, yo respeto a los musulmanes, no los quiero ofender, mi límite es no ofender». Pero él decía: «No, yo soy dibujante, hago humor, tómenme como soy. Uno no tiene que poner el cursor al nivel del que tiene delante, es él quien debe adaptarse o que no vea los dibujos, es simple».
El precio a pagar por hacer reír o sonreír para esos dos caricaturistas fue elevado: Cabu fue abatido, y Dilem, en Argelia, manifiesta [5]:
Je vais vous faire un aveu : depuis 15 ans, je n’ai pas mis les pieds dans mon journal. Je dessine à partir de chez moi ou de quelque part en dehors pour ne pas donner d’occasion à ceux qui peuvent me faire du mal ou faire du mal à ceux qui font le même travail que moi.
Voy a hacerles una confesión: desde hace 15 años que no pongo los pies en mi periódico. Yo dibujo desde mi casa o desde cualquier otro lugar fuera para no darles ocasión a los que pueden hacerme daño o hacer daño a los que hacen el mismo trabajo que yo.
Sin embargo, a pesar de las intimidaciones y las represalias, se esfuerzan por conservar el sentido del humor, como lo expresa el dibujante israelí Michel Kichka [6] en este dibujo, en homenaje al caricaturista sirio Ali Ferzat [7], que recibió una golpiza por parte de los servicios de seguridad sirios [8]:
Lejos de estar divididos, esos dibujantes encuentran en la pluma, un terreno de armonía y revelan su fraternidad.
Los dibujantes se reúnen y comparten sus experiencias de manera informal o para proyectos como «Cartooning for peace/Dessins pour la paix [9]» (Dibujos por la paz), iniciativa creada en 2006 por Kofi Annan [10], entonces Secretario General de las Naciones Unidas, y el dibujante Plantu [11].
«Dibujos por la paz» diseña y distribuye material educativo [12] a estudiantes de primaria y secundaria, organiza exposiciones y contribuye también a la formación de una «internacional del humor» entre los jóvenes.