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Cómo la guerra en Ucrania destroza a familias y amigos en línea

Categorías: Europa Central y del Este, Rusia, Ucrania, Ideas, Medios ciudadanos, Política, Relaciones internacionales, RuNet Echo
Tatiana (right), and her twin sister Natalya, in Crimea in the 1970s. Photo by Yuri Nifatov. (Used with permission.) [1]

La madre de Natalia Antonova, Tatiana (derecha) y su hermana melliza Natalya en Crimea en los años 70. Foto de Yuri Nifatov (usada con autorización).

“El golpe final fue que publicaran fotos sangrientas de los muertos del Dombás en mi [cuenta] de Facebook, con comentarios como ‘Este está en tu conciencia. ¿Duermes bien de noche?’ Pude haber respondido con fotos y acusaciones mías, pero eso es lo que hacen los idiotas. Así que empecé a bloquear a mis parientes”.

Nina es originaria de San Petersburgo. Se casó con un kievano y se instalaron en Kiev hace años. Ahora se encuentra en conflicto con varias personas con las que era cercana, incluido su padrastro, por la crisis en Ucrania.

Fueron los medios sociales en particular, que ofrecen la comodidad de la comunicación e inmediatez, pero no ofrecen la oportunidad de ver a la otra persona a los ojos, los que hicieron posible esa enorme y larga discusión, según Nina.

“Mi padrastro sigue siendo muy simpático por teléfono”, dice Nina. “Llama con frecuencia, pregunta cómo están los nietos… No hablamos del hecho de que lo bloqueé en Facebook y VKontakte [la plataforma de medios sociales más popular de Rusia]”.

Eleonora, moscovita y usuaria de Facebook de unos 30 años, recientemente publicó en línea sobre su deseo de donar para ayudar a los civiles en zonas en manos de los separatistas.

“Trabajaba en Kiev, y la publicación llamó la atención de algunos de mis antiguos colegas”, me dijo Eleonora. “Aparentemente, ya no perciben la diferencia entre separatistas armados y personas comunes y corrientes atrapadas por el conflicto, porque me empezaron a acusar de apoyar terroristas en el Dombás”.

Como muchas personas que se vieron atrapadas repentinamente en una amarga pelea en línea, Eleonora vio un nuevo lado de la gente que pensó que conocía.

“Una chica con la que tomaba café después del trabajo me dijo ‘Espero que te mueras’ y me bloqueó”, dijo. “Quise darle explicaciones pero nunca tuve oportunidad”.

Eleonora se considera crítica del Kremlin y cree que Rusia ha encabezado el movimiento separatista en el este de Ucrania. “No soy estúpida, sé que nada de esto estaría ocurriendo sin las armas y el personal ruso”, dice.

Pero las críticas de Eleonora al Kremlin por Ucrania no son suficientes para llegar a un terreno común con sus viejos amigos en Kiev. “No me interesa estar en desacuerdo”, dice. “Sí me importa cuando las personas atacan histéricamente”.

La guerra de la información que actualmente se libra por Ucrania ha incluido revelaciones de que hay muchos trolls rusos contratados [2] trabajando para distorsionar el discurso. La mayor parte del tiempo son fáciles de detectar, debido a su completa falta de originalidad y, frecuentemente, mala gramática.

Desestimar el fenómeno de trolls pagados como simplemente ridículo tal vez sea peligroso. Si eres un escritor que todavía lee los comentarios en tus propios artículos (por masoquismo tal vez), puede ser muy agobiante encontrar esferas de crueles insultos y acusaciones salvajes.

Los trolls profesionales también ofrecen la ilusión de una sociedad completamente unida detrás de una idea en particular. Si encuentras cientos de comentaristas rusos diciendo cosas como “¡a los rusos no les importa nada las sanciones!” (como las he encontrado yo), tal vez empieces a sospechar que hay un consenso genuino en este asunto. Sin embargo, encuestas confiables pintan una imagen muy diferente —como una encuesta del Centro Levada Center, que es independiente, que dice que al 47 por ciento de rusos [3] les preocupa que las sanciones y sus efectos arruinen sus perspectivas futuras.

En ese sentido, los trolls profesionales son solamente otra herramienta de manipulación. Presentan una imagen convenientemente sesgada.

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Natalia Antonova.

Aun así, luego de hablar con muchos usuarios rusos y ucranianos de medios sociales sobre el asunto de la crisis de Ucrania, es obvio que es el troleo personal, a diferencia del profesional, lo que cobra un precio.

“Estaba acostumbrada a que la que gente fuera mala en internet hace una década”, me dijo Nina. “No me importa si es un perdedor que no conozco. Me importa cuando es mi propio padrastro”.

Denis es otro moscovita que ha visto cómo la crisis en Ucrania ha arrojado a su familia en una confusión. Sus padres se separaron hace tiempo, y luego su padre se volvió a casar con una mujer de Ucrania.

“Mi padre publicó una foto inocente de mi madrastra en VKontakte o Odnoklassniki [otra popular plataforma de medios sociales en Rusia], y su hermano apareció y la llamó, con toda seriedad, banderita [palabra derivada del nombre del nacionalista ucraniano Stepan Bandera, acusado de crímenes masivos en la Segunda Guerra Mundial]”, dice Denis.

“Lo gracioso es que mi madrastra no solamente es apolítica, diría que tiene mucha desconfiaza por el gobierno en Kiev”, me contó Denis. “Y creo que si mi tío se tomara la molestia de hablar con ella acerca de sus ideas, hasta podrian llevarse bien. Pero es muy fácil para él dejar un comentario insultante. Así que mi padre ya no habla con su hermano. Que mal.”

Denis admite que las discusiones entre su padre y su tío comenzaron mucho antes del actual conflicto, pero dice que el conflicto “hizo que todos los problemas en esta familia rodaran como bola de nieve”.

La psicóloga rusa Lyudmila Petranovskaya, que ha sido una abierta crítica de lo que según ella es el triunfalismo insensato de Rusia sobre Ucrania, escribió el año pasado [5] sobre el creciente nivel de agresión en la sociedad, incluida la agresión en línea.

Según Petranovskaya, la propaganda de televisión rusa en Ucrania es suficientemente mala como para ser catalogada de “abuso emocional masivo” y, como señala, el alto número de noticias falsas sobre Ucrania sirve como ataque al pensamiento crítico del país, e inspira a muchos a reaccionar ciegamente.

En uno de sus artículos de seguimiento, Petranovskaya habla de cómo el actual capítulo de historia rusa se describe mejor como momento de desilusión [6] —para todos, desde manifestantes a favor de la democracia a partidarios conservadores de conquista y gloria imperial. Y la desilusión, como señala Petranovskaya, no se limita a la política y los políticos, se extiende a los seres queridos también.

Una desilusión similar, yo diría, está también floreciendo en Ucrania, donde tras una violenta revolución causada por la deseperación, y luego de meses de lucha letal, la corrupción aún persiste. Y así, miles de ucranianos se están jugando la vida para permitir que un grupito de burócratas prosiga desde donde el derrocado presidente Victor Yanukovych se detuvo. No es de extrañar que la versión impresa de esta historia [7] sobre la corrupción del periódico Novoye Vremya fuera anunciada en su primera plana con un titular simple y sucinto: “BASTARDOS [8]”.

La amargura está en el aire, y afecta las relaciones personales, también—así que ni me sorprendí cuando Eleonora me contó una historia de cómo una antigua colega de Kiev le deseó la muerte en una publicación de Facebook.

¿Qué hacer en esta situación? ¿Qué hacer cuando afecta tus vínculos con las personas que importan?

Supongo que cualquiera que te diga que “espera” que te vayas y “te mueras” probablemente no era un buen amigo, en primer lugar. E incluso algunos parientes resultan no ser amigos tan buenos ni leales, al final.

Pero Petranovskaya, sostiene que ahora no es el momento de quemar puentes sino de empezar a ser realistas sobre la situación actual y de lo que se puede hacer, por supuesto. Al final, las personas deben empezar a ser constructivas. Asumiendo que no se maten entre ellas.

Tal vez el mejor consejo en todo esto viene por cortesía de Denis.

“Debes tener sentido del humor al respecto”, dice. “Aunque mi padre no se hable con mi tío, yo sigo hablando con los hijos de mi tío, mis primos. Y ellos dicen: ‘¿tu padre sigue siendo un banderita loco?’ Y yo les digo: ‘Bueno, ¿y el tuyo sigue enamorado de Putin?’ Y de ahí podemos pasar a asuntos por los que vale la pena discutir”.