Por fin termina la pesadilla de la Visa «jaula dorada» en Estados Unidos

Twenty-three people from 12 different countries take the Oath of Allegiance to become US citizens at the Grand Canyon National Park on September 23, 2010. Photo from Flickr user Grand Canyon National Park. CC BY 2.0

Personas de 12 países diferentes prestan juramento para convertirse en ciudadanos estadounidenses. Foto tomada en el Parque Nacional del Gran Cañón, el 23 de setiembre de 2010 y perteneciente al usuario de Flickr, Grand Canyon National Park. CC BY 2.0

Este artículo y reportaje de radio de Carol Hills para The World apareció originalmente en PRI.org el 25 de febrero de 2015, y ha sido traducido y publicado en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Las visas H-1B son de las más codiciadas en Estados Unidos. Cada año, el gobierno estadounidense expide unas 85 000, la mayoría de ellas para trabajadores altamente cualificados en el campo de la tecnología que se instalan en lugares como Silicon Valley. Pero los cónyuges de los titulares de la visa H-1B no tenían permiso para trabajar o forjarse sus propias vidas en Estados Unidos — hasta ahora.

La Administración de Obama anunció el pasado martes, 24 de febrero, que está modificando la normativa de la visa H-4, visa que se concede a los cónyuges de los titulares de la H-1B, lo que permitirá a algunos de sus titulares trabajar de manera legal en Estados Unidos a partir de mayo. Bajo la nueva normativa, los cónyuges serán elegibles para optar a un Documento de Autorización de Empleo (EAD) y a una tarjeta de la Seguridad Social.

«Por fin puedo ser yo. Ya no seré sólo la esposa de mi marido,» dice Neha Mahajan, que se mudó a los Estados Unidos hace casi siete años cuando trasladaron a su marido de un trabajo en Nueva Delhi a una compañía tecnológica en Nueva Jersey. «Puedo salir, abrirme una cuenta en el banco. Puedo establecer mi propio negocio si quiero. Puedo estudiar si quiero. Es decir, ya no estoy restringida a ser sólo una ama de casa.»

No es sólo una cuestión de trabajo. Mahajan dice que ella trató de volver a estudiar en Nueva Jersey hace algunos años, pero nadie le daba un préstamo de estudiante porque no tenía número de Seguridad Social. «Literalmente, no tengo una identidad aquí en los Estados Unidos porque dependo de mi esposo», dice. «Cuando me dieron una visa H-4, se aseguraron de que dependería de él en el sentido literal de la palabra».

Mahajan ha sido una de las personas involucradas en los esfuerzos para que los titulares de la visa H-4 tengan derecho a trabajar. Los cónyuges de los trabajadores extranjeros son muy activos en redes sociales; tienen una página de Facebook y un blog titulado «H4 Visa, a Curse» («Visa H4, una maldición»).

En India, Mahajan era reportera de informativos para televisión. Acababa de hacer un paréntesis para tener un bebé cuando la empresa de su marido decidió recolocarlo en Estados Unidos. «Iba a acompañarlo porque al fin y al cabo, Estados Unidos es la tierra de los sueños», dice.

Alguien le comentó que no podría trabajar, pero ella no lo tomó en serio. Cuando llegó a Estados Unidos y contactó a gente en los medios de comunicación para empezar a buscar trabajo, todos eran tajantes: cualquier empleo, incluso unas prácticas, era algo imposible sin un permiso de trabajo.

La visa H-1B de su marido era también algo imposible para ella. «No soy técnico», dice. «No soy ingeniero de software. No me he formado en ese campo». Así que trabajó como voluntaria para una organización de Nueva Jersey que patrocina un festival de cine anual «para mantenerme viva, para mantener mis habilidades, mis conocimientos y mi talento vivos».

El gobierno estima que aproximadamente unos 179 000 cónyuges de titulares de la H-1B podrían solicitar permisos de trabajo durante este primer año y posteriormente, serían unos 55 000 cada año. Esto ha levantado algunas críticas que dicen que los cónyuges de trabajadores extranjeros le quitarán el trabajo a los estadounidenses. Mahajan argumenta que ella vino como inmigrante legal y ahora está llevando a cabo los trámites para convertirse en ciudadana estadounidense.

«Soy tu vecina. Vivo en tu mismo barrio», dice Mahajan. «Incluso aunque no tenga ingresos, pago mis impuestos. No tomaría ningún trabajo tuyo. Puedo simplemente hacerme empresaria y habría abierto mi propio negocio si se me hubiera permitido como ahora. Así que no sólo estoy aquí para quitar trabajos».

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