Organización feminista mozambiqueña salió a defender a la gobernadora de Gaza

Movimento de Mulheres Feministas de Moçambique em apoio à Governadora de Gaza. Imagem:

El Movimiento de mujeres feministas de Mozambique expresa su apoyo a la gobernadora de Gaza. Imagen: Blogue Jovensfeministas (reproducción autorizada).

El Movimiento de mujeres feministas de Mozambique (MovFemme) salió a defender a la nueva gobernadora de Gaza en respuesta a las críticas que surgieron después de que se la nombrara gobernadora de una región que tiene la reputación de “machista”. La asociación, que se dedica a llevar a cabo acciones para promover los derechos de los jóvenes, inició en Facebook una campaña de apoyo a la gobernadora –a través de Delma Comissário– titulada “#SOMOS TODAS GOVERNADORAS DE GAZA”, consigna que alude con repudio a la difamación que sufrió Stella Pinto, la joven gobernadora.

La campaña condujo a que se publicara un artículo en la página «Jovens feministas de Moçambique«, en el que se equipara el estado actual de la mujer mozambiqueña con el de la chapa y la my love, un servicio de transporte de pasajeros semicolectivo que se implementa en la capital, Maputo.

O cenário político em Moçambique nos lembra muito o “chapa”[1] na cidade de Maputo. É governado e fiscalizados por indivíduos do sexo masculino e as mulheres servem apenas como passageiras, quase sempre importunas por não se adequarem devidamente a frenética e abarrotada corrida que antecipa a entrada neste transporte. Isso, não é novidade para ninguém. Somos percebidas como “aquelas que vão na boleia” ocupando espaços políticos não merecidos só para fazer de capa positiva para uma agenda internacional: a equidade de género. Mas, quando o machismo dissimulado dá lugar para a falta de respeito, o “chapa” se transforma no “my love”[2] e na política, as mulheres passam de um incômodo para ser um objecto!

El escenario político de Mozambique nos recuerda mucho a las chapas[1] de la ciudad de Maputo. Lo gobiernan y fiscalizan individuos de sexo masculino y las mujeres no son más que pasajeras, casi siempre indeseables por no adaptarse adecuadamente a la carrera frenética y abarrotada previa a tomar ese medio de transporte. Eso no es ninguna novedad. Nos perciben como “aquellas a quienes se les da un aventón”, aquellas que ocupan espacios políticos que no merecen solo para aparecer en la portada de un tema de la agenda internacional: el de la igualdad de género. Sin embargo, cuando el sexismo disimulado da lugar a la falta de respeto, la chapa se convierte en una my love[2] y, en el ámbito político, ¡las mujeres dejan de ser individuos que incomodan y comienzan a ser objetos!

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