Cuando 1,3 mil millones de personas se vuelven refugiados ambientales

Smog in Beijing. Image from Wikimedia.org (CC: AT)

Smog en Pekín. Imagen de Wikimedia.org (CC: AT)

Nota del editor: El autor del artículo es Chu Hon Kueng, experimentado activista por el medio ambiente de Hong Kong. La versión en chino se publicó en inmediahk.net el 24 de enero de 2015. Su traducción al inglés, realizada por Serena Tsang, está publicada en Global Voices conforme a un acuerdo de colaboración de contenidos. 

Yo sugerí la idea de que China trasladara su capital cuando un smog tóxico cubrió Pekín a principios del año pasado. Ya pasó un año y, a pesar de ese cielo celeste bajo el que se experimentó la “terapia de choques” durante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, la calidad del aire de Pekín todavía es enfermiza. Mientras que a algunos les preocupa que los residentes de Pekín se conviertan en refugiados ambientales y abandonen la capital, la mayoría de los 1,3 mil millones que viven en la China continental –seamos realistas–  ya son, de hecho, refugiados ambientales.

Es posible que suene exagerado. Sin embargo, la idea de que toda la población de China está formada por “refugiados ambientales” fue presentada hace tiempo por Feng Yongfeng, ambientalista precursor que recibió en 2014 un premio por impulsar el cambio. Feng afirmó: “Hoy en día, apenas existen medidas para reconocer, ayudar y salvar a los refugiados ambientales. Ellos tienen que soportar [las consecuencias de la contaminación ambiental] enteramente por su cuenta”.

La palabra “soportar” tiene mucho significado en China, donde la población ha tenido que soportar el precio del progreso económico del país. En la actualidad, la población urbana de China sobrepasa a la rural. Las necesidades básicas de quienes viven en la ciudad son sencillas: aire limpio, agua limpia, alimentos sanos y buenos medios de transporte. Sin embargo, ¿en qué ciudad de China se puede respirar aire limpio, beber agua limpia y encontrar alimentos que no contengan aditivos? Sin mencionar el hecho de que la mayor parte de las ciudades están rodeadas de carreteras embotelladas y basureros que se extienden por kilómetros.

El término “refugiado” a menudo se utiliza para hacer referencia a las víctimas de desastres, guerras, persecuciones por razones religiosas y de raza, etc. En pocas palabras, para hacer referencia a las personas que son forzadas al exilio. Los “refugiados ambientales” son aquellos que se ven obligados a dejar su tierra natal por la degradación del medio ambiente. Mencionemos dos ejemplos. El primero es el desastre de Chernóbil de la década de 1980, cuando se evacuó a los cientos de miles de personas que se encontraban en un radio de 30 kilómetros de la planta de energía nuclear. El segundo es el hundimiento del país Tuvalu, constituido por un conjunto de islas del Pacífico Sur, debido al aumento del nivel del mar por el calentamiento global. El pequeño país ha tenido que recurrir a sus vecinos Australia y Nueva Zelandia para obtener ayuda.

En China, los peligros de la contaminación ambiental no se cobrarán vidas de inmediato. Pero se propagaran como células cancerosas por las ciudades, pueblos y campos a través de ríos y montañas, deteriorando lentamente la salud de las personas y su calidad de vida. No se pueden eliminar o curar los efectos que tiene la contaminación en los ríos y las montañas de la misma manera en que se pueden detener algunos tipos de cáncer. Es posible que los más ricos recurran a la ciudadanía de un país extranjero como un seguro de índole política, pero puede que la mayor parte de la población que queda en China no sea lo suficiente consciente del problema para escapar, o que simplemente no tenga el capital para hacerlo. Aunque es poco probable que los refugiados chinos busquen asilo en el resto del mundo como en la metáfora política del “peligro amarillo”, la receta contra la enfermedad causada por el deterioro del medio ambiente presentará un enorme problema para el país.

Incluso si no se lleva a cabo un éxodo de refugiados ambientales en un futuro cercano, hay motivos para sentirse nervioso. Cada año, en otoño e invierno, los valores del índice de la calidad del aire de Hong Kong indican que la contaminación sobrepasa los límites, lo que significa que no se puede contener su impacto. Zhujiang Delta, la “fábrica del mundo” y el centro económico de China, podría bien conocerse como “la cocina del mundo”. Sus habitantes ganan generosas sumas de dinero al mismo tiempo que dejan substancias tóxicas en el aire, suelo y agua.

En el sur de China, enormes cantidades de tierra de cultivo están contaminadas con metales pesados, ¿y quién sabe cuántos de sus productos terminan en Hong Kong? ¿Qué tipo de alimentación y hormonas de crecimiento reciben los cerdos, el ganado y las cabras que se importan a Hong Kong? Respecto del agua, el riesgo es menor, puesto que el agua se bombea con egoísmo directamente desde el río Dongjiang, que está menos contaminado, hasta Hong Kong a través de tuberías selladas. Pero ¿quién sabe qué ocurrirá en el futuro?

Durante las últimas semanas, los residentes de Guangzhou han marchado contra la contaminación de sus recursos de agua potable. Un aldeano que regaba sus plantas con agua residual de color rojizo le dijo a un reportero de China continental: “Esta agua es venenosa y no debería usarse para el riego”. Una de mis amigas, que vive en China continental y está a cargo de una organización de la sociedad civil, me dijo, con un suspiro: “Tengo 35 años. No puedo beber agua potable en mi ciudad. En Guangzhou, solo podemos beber agua de Zhaoqing. No sé dónde encontrara mi hija agua potable cuando tenga mi edad”. 

Hace poco, en el norte de Zhongshan, los residentes rodearon un incinerador de desechos que contaminaba el medio ambiente e impidieron que continuara funcionando. Sin embargo, en lugar de presionar al dueño para que mejorara su funcionamiento, los dirigentes del gobierno arrestaron a los residentes. Quienes estaban a favor de los residentes iniciaron una campaña de llamados telefónicos y se reunieron fuera de la estación de policía, pero no obtuvieron respuesta. La policía incluso exigió que se eliminaran las publicaciones sobre el incidente de los medios sociales antes de considerar liberar a los arrestados.

La única estrategia de China continental para resolver el problema que tienen las ciudades rodeadas por basureros es construir incineradores a lo largo del país. Es una actividad que de seguro traerá grandes ganancias. Si se implementan medidas para prevenir la contaminación en las instalaciones es otro tema, lo que explica las constantes protestas por la construcción de incineradores de desechos. Según Feng Yongen, las personas afectadas son refugiados que no lograron escapar y que se ven obligados a “soportar [las consecuencias de la contaminación ambiental] enteramente por su cuenta”. Sin embargo, también significa que las protestas no tendrán fin.

Los ciudadanos de Hong Kong no pueden resolver el problema de la contaminación de China: el país es demasiado grande y alguno de sus problemas son estructurales. Sin embargo, si ese enorme país no logra poner límites a la contaminación, todo el mundo se verá afectado. No podemos solo sentarnos y observar cómo mueren los demás. Deberíamos tratar de entender el problema y demostrar nuestro apoyo a las acciones que se toman para proteger el medio ambiente. Además, podríamos utilizar el canal oficial de Hong Kong y Guangdong, que aborda asuntos regionales sobre el medio ambiente. Deberíamos expresarle nuestras preocupaciones al canal y pedir que haya un mejor control de la contaminación para prevenir que ese cáncer continúe propagándose.

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