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La niñez y la juventud son víctimas de las balas en Venezuela

Categorías: Gobernabilidad, Guerra y conflicto, Juventud, Medios ciudadanos, Política
Grupo de jóvenes en barriada popular de Caracas, capital de Venezuela. Foto tomada de la cuenta en Flickr de Xavier Donat bajo licencia de Creative Commons.

Grupo de jóvenes en barriada popular de Caracas, capital de Venezuela. Foto tomada de la cuenta en Flickr de Xavier Donat bajo licencia de Creative Commons.

Miedo, dolor, desesperanza. No hay tiempo para sueños, aprendizajes o errores. La juventud venezolana del siglo XXI cae muerta en las calles en medio de una guerra asimétrica de la delincuencia contra la ciudadanía. Una crisis que sobrepasa al Estado.

La principal causa de muerte de hombres entre 10 y 19 años de edad en Venezuela es el homicidio, según el estudio «Ocultos a plena luz» [1] de la Unicef, considerado como la más grande recopilación de datos sobre violencia física, sexual y psicológica creada hasta la fecha, reporta el diario El Universal [2].

Desde que inició 2015 y hasta el pasado 11 de mayo, según reportes de prensa, han sido asesinados 95 niños en Caracas, la capital. Una cifra similar a dos autobuses escolares llenos, a 10 equipos de béisbol, a una orquesta sinfónica completa.

El Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela [3], creado en la democracia (1975) y orgullo de la nación, cantera de la que salió el afamado director de orquesta Gustavo Dudamel [4], fue alcanzado esta semana por el asesinato de dos de sus integrantes: Jimbert Hernández (15 años de edad) en Caracas; y Carlos Hernández (13 años de edad) en Cantaura [5], al oriente del país. Ambos crímenes a plena luz del día [6].

Los jóvenes y los niños venezolanos también mueren por las balas de los efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado, según un estudio del Cecodap [8], ONG venezolana que trabaja en la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia, de 912 niños y adolescentes ultimados el año pasado, 126 fueron asesinados por policías y militares.

En febrero pasado, el país fue conmovido por la muerte del estudiante Kluiverth Roa (14 años de edad) [9]. Un policía le disparó en el rostro, a plena luz del día, en San Cristóbal, ciudad en el occidente del país, cerca de la frontera con Colombia. Un hecho del que los ciudadanos pudieron enterarse por un video grabado a través de un celular y propagado por las redes sociales.

La noche del pasado 30 de abril, Julio Méndez fue abatido en un “enfrentamiento” con la policía [10]. El joven de 21 años de edad fue acusado de pertenecer a una banda de delincuentes. Hay razones para sospechar de la veracidad de lo que dice la policía: Méndez actuó en la película “Pelo Malo” [11], premiada en el festival de San Sebastián 2013, y era un atleta comprobado, con participación en juegos nacionales juveniles. Además, según notificaron sus amigos y familiares, realizaba trámites para emigrar del país.

La mayoría de los jóvenes venezolanos busca una manera de salir del país de origen a emprender vida en otras naciones. Entre los que se quedan, muchos luchan contra el gobierno, y sufren represión por protestar; algunos son encarcelados y criminalizados por los medios de comunicación estatales.

Durante las protestas de 2014, fueron detenidas 3.718 personas de las cuales 360 eran menores de edad, de acuerdo con Foro Penal Venezolano [14], organización no gubernamental de defensa de los derechos humanos.

 

Venezuela tiene el índice de inflación más alto del mundo, 76% según cifras oficiales que otros organismos y economistas consideran puede sobrepasar el 100% este año; niveles de escasez de alimentos nunca antes sufridos en el país y la segunda tasa de homicidios más alta del mundo (82 muertes violentas por cada 100 mil habitantes), solamente superada por Honduras.

Deportistas, estudiantes, ricos, pobres, campesinos, urbanos, creyentes o no. Todos los jóvenes parecen estar bajo el cadalso de la violencia sin que el Estado reaccione para frenar la tragedia que sacude al país. ¿Qué joven puede creer que el futuro es un camino lleno de metas y éxitos personales? ¿Cómo se puede bailar, enamorarse, forjar una identidad, descubrir y explorar los secretos de la vida en medio del horror de la violencia? ¿Qué niño puede jugar sin miedo? Venezuela no es un país para los jóvenes sino una prisión.