Este articulo se basa en uno escrito por Emma Biernmann para el sitio 350.0rg, una organización formadora de un movimiento climático mundial, y se republica en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenido.
En abril, me uní a más de 6,000 personas para formar una cadena humana en la mina de carbón Garzweiler ubicada en Rhineland, al oeste de Alemania. Nos unimos al clamor para detener a la industria carbonera y acelerar la transición de energía renovable que debió haber iniciado el 11 de mayo.
Los antiguos pueblos de Borschemich e Immerath, lugares donde se extendió la cadena humana, se han convertido paulatinamente en pueblos fantasmas. La compañía eléctrica alemana RWE ha reubicado a residentes y destruido comunidades.
RWE está expandiendo la novena mina de carbón más grande del mundo, pese a las deudas, la destrucción de hogares y campos de labranza, a los altos niveles de contaminación local y radioactividad y por supuesto, aún conociendo el hecho que no podemos seguir quemando este material si queremos restringir el catastrófico cambio climático.
No estoy segura de cómo iniciamos la conversación. Creo que le pregunté si era dueño del tractor que estaba ahí. Él me indicó que sí. Este jalaba un trailer decorado con pancartas que delimitaba el lugar donde las personas solicitarían a la mina el cese de la explotación.
Nos reunimos alrededor de 5,998 personas, llevando cintas amarillas, y permanecimos de pie entre los campos de cultivos, que dentro de dos a tres años, tal y como son, dejarán de existir. Su pueblo – Holzweiller – fue el fondo de esta escena solemne. Él todavía no sabía si su tierra también le sería arrebatada para extraer el carbón que se encuentra debajo de ella.
Herr Schmitz, el granjero que conocí aquel día, me indicó que lo peor era no saber. ¿Cómo puedes planear o lidiar con una situación si desconoces que en algunos años tú y tu familia serán reubicados? Ademas, ¿cómo es que en realidad sucede eso?, ¿cómo puedes reubicar la tierra de alguien y sus cultivos?, ¿cómo puede sustituirse el hogar de alguien, su historia y sustento? también indicó que para él quizá no sería tan malo, pero ¿y su hijo?, ¿qué iba a hacer?
Nos han informado que si cerramos las minas miles de trabajos se perderán. Sin embargo, aquí escucho historias que no solo se perderán trabajos, también comunidades. Y lo han realizado con estrategias poco éticas. Herr Schmitz me informó que RWE se establece en las comunidades años antes de que se lleve a cabo la demolición. Cuando le ofrecieron a los habitantes del pueblo compensación por reubicación, su primera reacción fue resistirse, como lo puedes imaginar. «Pero con el tiempo se fueron doblegando», señaló el Sr. Schmitz. RWE empieza a demoler en los alrededores, destruyendo así a todo lo que tiene acceso, de modo que se siente que el trabajo ya está en desarrollo. Luego, algunas personas aceptan la oferta. Unas cuantas personas empiezan a retirarse y los negocios locales comienzan a perder a su clientela. ¿Cómo puede el panadero seguir con su negocio si el pueblo se desvanece lentamente? Cuando el primer grupo se marcha, se desata un efecto dominó.
Él señala un edificio y me explica que antes era un hospital. Ahora es una estructura vacía sellada con tablas. En este pueblo, algunos residentes continúan resistiéndose pero ya no existe ninguna tienda, iglesia u otros servicios. También me informa que otros cuatro pueblos, de cientos de años de antigüedad, ya tienen calendarizada su demolición, la cual se llevará a cabo durante los próximos 15 años. Luego, me lleva al otro lado de su tractor para ver una pancarta que nombra a esos pueblos y – al igual que el suyo- los que están en discusión.
El Sr. Schmitz participó en su primera cadena humana aquí hace exactamente 30 años y todavía sigue luchando. Me causó tristeza conversar con él, no obstante, a lo mejor las estaciones estén cambiando y estemos en el lado ganador.
RWE posee una deuda de 31 mil millones de euros; el costo del carbón está cada vez más inasequible, sin tomar en cuenta los costos externos; se están estableciendo restricciones sobre las emisiones de carbón y nos estamos dando cuenta exactamente hasta que punto no podemos quemar ese material oscuro (si queremos permanecer dos grados por debajo del calentamiento, el 90 % de las reservas de carbón en Europa necesitan permanecer en la tierra). El lado positivo es que existe un movimiento creciente dispuesto a luchar. Este 14-16 de agosto estaremos ingresando en una mina de carbón de 400 metros de profundidad para detener a las excavadoras más grandes de la tierra.