Para los manifestantes frente al Hospital de Niños José Manuel de los Ríos, en Caracas, y a las redes venezolanas en internet, el asesinato del Dr. Jesús Reyes dejó huérfanos a 120 niños. El asesinato del oncólogo, que se presume a manos de la criminalidad urbana es un recordatorio más de la expansión de la violencia que ahoga al país y que parece crecer de manera descontrolada. El medio independiente Efecto Cocuyo [1] conversó con algunos de los pacientes que quedaron ahora sin atención especializada en medio de un contexto en el que los servicios de salud son precarios:
Mayerling Moreno sostiene a su hija de 2 años en los brazos. La niña lleva un tapaboca y su rostro está visiblemente apagado. “Se murió el doctor Reyes, y ahora me mandan a Valencia [ciudad del centro norte de Venezuela] para continuar el tratamiento de ella que tiene leucemia. Tenía cuatro meses con él”, hace una pausa y se aferra a [su hija] Gabriela llorando. “¿Ahora qué hago?”. […] ¿Me siento a ver morir a mi hija?”.
EC reproduce también las expresiones de miedo y de impotencia de algunos colegas del Dr. Reyes que ven los números de muertes violentas ascender sin solución aparente y que, además, sienten su seguridad comprometida si prestan testimonio:
“Nos roban, nos matan, y nadie hace nada”, son los gritos de fondo que se escuchan en la avenida. Las doctoras responden con voz entrecortada: ¿Ves, para qué te vamos a dar nuestros nombres?, ¿para que nos maten y no se haga justicia?.
En Twitter el duelo por este asesinato y por otros más que continúan invisibles y sin resolverse dominó buena parte de las conversaciones en línea y abrió una vez más la pregunta sobre el destino de un país que ocupa hoy el segundo lugar en la lista de los países con más homicidios en el mundo [2].
Asesinaron al doctor Jesús Reyes y a los niños cuyas vidas iba a salvar.
— Mari Montes (@porlagoma) May 21, 2015 [3]