Cocorí, el cuento infantil que desató la polémica sobre el racismo en Costa Rica

Orquesta Nacional de Costa Rica

Pendón promocional de la adaptación orquestal del cuento «Cocorí». Esta nueva adaptación fue el detonante de una nueva ola de controversia sobre el racismo en Costa Rica . Fotografía tomada del perfil de Facebook de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica.

¿Cómo fue que un breve cuento infantil escrito a finales de 1940 generó un estruendoso huracán que  esta dividiendo  a la pequeña Costa Rica?

El origen está relacionado con un cuento infantil llamado Cocorí, en la que se reúnen las aventuras de un niño negro en una comunidad caribeña (casi aislada) de Costa Rica. El libro obtuvo en su momento varios premios internacionales y es probablemente el libro costarricense más traducido. Esta obra fue, por muchos años, de lectura obligatoria para niños y niñas dentro de la educación básica del país. Sin embargo, hace algunos años, en respuesta a las presiones de algunos grupos sociales, la lectura dejó de ser obligatoria y pasó a formar parte de los títulos alternativos del currículo escolar.

El cuento, en su modo más simple va más o menos así: Cocorí es un niño negro que vive con su madre en un puerto y que encuentra cierto día, con la llegada de un barco a la costa, a una niña rubia. En este primer encuentro, ambos niños se sorprenden Cocorí se sorprende con el cabello rubio de la niña y la niña confunde a Cocorí con un mono. Luego de la confusión, piensa que la piel se le ha llenado de hollín a Cocorí,  pues nunca había visto a un niño negro.  Después de intercambiar unos caracoles por una rosa, Cocorí promete traerle un monito tití a la niña. Cocorí logra capturar al monito y regresa al barco, pero éste ha desaparecido. La tristeza de Cocorí crece cuando encuentra su rosa marchita y con los pétalos en el suelo. De ahí decide entonces salir a rodar tierras en busca de respuestas a la pregunta: ¿Por qué unos seres viven tantos años y otros tan poco?

El detonante de la polémica actual lo constituyó la puesta en escena de una obra musical de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ministerio de Cultura y Juventud  para ser presentada a estudiantes de corta edad en el Teatro Nacional. Sin embargo, no es la primera vez que Cocorí siembra disputas. En la polémica actual muchos comentarios se orientaron en contra de la censura y a favor de la libertad de expresión. Del mismo modo, numerosas imágenes que se postearon para demostrar el repudio a la coerción   de la libertad de expresión que, según muchos infociudadanos, estaba siendo violentada:

Más allá de la adaptación musical y de la discusión sobre la obra, se desencadenó el debate acerca del racismo en Costa Rica. Las discusiones tomaron un gran espacio en los medios tradicionales y de internet, y originaron también numerosas disputas. En blogs como el de Diego Delfino, la cuestión se centra en el racismo y en cómo se vive en el país:

 ¿Es o no racista Costa Rica? Definitivamente. Como entender sino que a los costarricenses les incomode tantísimo el solo sugerir que un libro pueda leerse diferente desde otros ojos y que tal vez sería oportuno escuchar a quienes lo aprecian de esa manera. Prefieren enfadarse, radicalizar la discusión y desacreditar por completo a quienes ya de por sí han sido históricamente marginados antes que entender que en toda aquella pluralidad de voces y opiniones abundan puntos de vista igualmente valiosos e interesantes, que en nada nos perjudicaría cuando menos, tomar en cuenta.

Por su parte, Harold Robinson Davis, desde Facebook, responde a quienes acusan a los críticos de Cocorí como censores de la cultura popular costarricense:

Hay algunos que quisieran desviar el foco de la discusión, esgrimiendo argumentos espúreos de defensa de la “libre expresión” o combate a la “censura”. Esta falacia cae por su propio peso […] Quien quiera educarse o educar a sus hijos con los “valores” que este libro transmite, está libre de hacerlo en su propia casa. (Le advierto sin embargo que es una receta para el desastre: en este mundo globalizado, la diversidad y la tolerancia son cada día más valores imprescindibles para el éxito….o para la simple convivencia.

Winston Washington compartió, también desde Facebook, su experiencia personal:

A mis treinta y un años entiendo y perdono con algo de pena, a quienes me hicieron la vida de cuadritos con el bendito Cocorí. No somos Cocorí, ningún negro en Costa Rica es Cocorí, no nos gusta Cocorí, nos cae mal, bastante mal, [no] nos representa. Desde la caricatura es insoportable, con sus ojos ignorantes y su bemba colorada, al mejor estilo del vodevil de finales del SXIX y principios del SXX, con los «blancos» con la cara pintada de negro, haciendo parodia de las costumbres del afrodescendiente”. 

 

Entre el Internet y la Asamblea Legislativa: Controversias y ataques contra representantes públicos

La Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa solicito a la Ministra de Cultura Elizabeth Fonseca, no avalar estos conciertos por considerar que la obra contiene connotaciones racistas y que reproduce estereotipos racistas hacia la población afrodescendiente y la Ministra de Cultura acogió la iniciativa. En este proceso, el debate aumentó en agresividad, con particular foco hacia dos diputadas: Epsy Campbell, presidenta de la comisión de Derechos humanos de la Asamblea Legislativa y Maureen Clarke, del Partido Liberación Nacional, ambas afrodescendientes. 

En defensa del libro fueron creados también diversos grupos en Facebook, desde los que se defiende el libro y se critica a las representantes que subrayan el carácter racista de la historia. Los ataques en línea resultaron en el cierre de las cuentas en redes sociales de Campbell y en una petición de protección internacional por parte de la Defensoria de los Habitantes, a partir de amenazas contra su integridad física de que la diputada fue objeto. 

Ataque

Meme compartido en Internet en crítica a las diputadas que piden que «Cocorí» no sea adaptado con dinero público.

La sociedad Costarricense está lejos aún de ver el desenlace de esta historia. El debate continua y se extiende mas alla del libro y de la historia. Siguen apareciendo elementos que atizan la polémica y las posiciones más radicales aún se encuentran en los medios y en las redes sociales. Las disputas en la red parecen haber despertado las distintas maneras en las que una parte de la población defiende lo que entiende como tradición e identidad, mientras que otra apunta a códigos y símbolos que abren la puerta a la deshumanización de los afro-descendientes. Se defiende la tradición literaria de un lado, y por otro se cuestionan las convenciones. Sin embargo, sea cual fuere el destino de Cocorí y de sus adaptaciones, el debate sobre el racismo está abierto en una vez mas en Costa Rica.  La comunidad afro costarricense y sus aliados esperan que esto resulte en una legislación moderna  que penalice la discriminación en todas sus formas y que permita dar algunos pasos hacia una sociedad que responda a la imagen que Costa Rica ha tratado de proyectar como país que respeta y celebra la diversidad.

3 comentarios

  • Charlie B.

    «Yo leí Cocorí y no soy racista», «el racismo está únicamente en la mente de las personas acomplejadas», «esas negras deberían buscar un psicólogo», «en Costa Rica no existe el racismo», son algunos de los comentarios que más se repiten en las redes sociales, mientras algunos pseudo-intelectuales, con palabras bonitas, dicen exactamente lo mismo. Me llama la atención que cuando Cocorí es editado por primera vez, libros como El Negrito Sambo (Little Black Sambo), Little Brown Koko, Pickaninny y otros similares eran utilizados como lecturas infantiles en las aulas de Norteamérica.
    Hace más de 50 años, cuando varios grupos afrodescendientes se quejaron que este tipo de literatura reproducía estereotipos y prejuicios raciales que se reforzaban por medio de las ilustraciones, la polémica fue prácticamente la misma que se ha desatado actualmente en Costa Rica: «el negrito Sambo es un héroe, es un personaje negro, no es racista, es un libro inocente, exalta los valores del afroamericano», entre otros justificantes, siempre desde la mirada de los que nunca sufrieron las consecuencias del libro: burlas, apodos, humillaciones.
    Y es que las similitudes son impactantes: Cocorí es un libro que reproduce los mismos estereotipos y prejuicios raciales de la era Jim Crow de EEUU, los cuales estaban sumamente arraigados en Costa Rica cuando la obra salió a la luz. Cocorí es el típico «negrito», un «pickaninny», la caricatura racializada en Norteamérica de los niños negros, Cocorí es el equivalente a Little Black Sambo, a Little Brown Koko, y muchos otros. El personaje es descrito en su primera versión con los siguientes epítetos: MONITO, CARA DE MORONGA, OSCURO COMO EL CAIMITO, MORADO COMO UNA BERENJENA, ENCÍAS COMO TAJADAS DE SANDIA, OJOS DE PORCELANA, RELÁMPAGO DE DIENTES BLANCOS, PELO EN PEQUEÑAS MOTAS APRETADAS, además de que se pone gris cuando se asusta y tiene pensamientos más negros que su color de piel. Su madre es descrita como una «Negra ignorante» y caricaturizada como la típica «Mammy». Cocorí, vive en una tribu aislada y primitiva donde todavía cuentan las lunas por desconocer el calendario occidental. Una niña del país de los hombres rubios, que intenta quitarle «el hollin» de la piel, le regala una rosa a Cocorí y este se hace bueno, la rosa ilumina la «obscura» existencia de Cocorí. Además, el «negrito-pickaninny» de Cocorí se convierte en el odioso «alligator bait», cliché racista del sur de EEUU, cuando un caimán lo persigue para intentar devorarlo, mientras este huye hacia los arboles para ponerse a salvo. Otro cliché racista es el “picanniny” acompañado de una sandia.
    Este estereotipo quedó patente en las caricaturas de Hugo Díaz y sobre todo en 30.000 estampillas promovidas por la Universidad de Costa Rica y Correos de Costa Rica en el 2003, donde la niña rubia intenta quitarle el hollín a la cara de Cocorí, mientras el reluciente «negrito» sostiene una inmensa sandía casi del mismo tamaño de él. «See the lucky nigger», decía una postal de la era Jim Crow de EEUU mientras un niño negro llevaba entre sus brazos una sandia.
    Estos y más estereotipos han sido asimilados por generaciones de niños, fomentando de igual manera el eurocentrismo, el racismo solapado y falsos valores de belleza. Y a pesar de todo, se empeñan en mantener a Cocorí dentro de las aulas negando cualquier indicio de racismo. «Cocorí no es un libro racista», sigue repitiendo la gran mayoría de costarricenses.

    • Estos son justamente los elementos que hacen al arte, y en mayor medida al entretenimiento, piezas fundamentales para sostener convenciones sociales. Se niega la influencia de las historias y de los estereotipos, pero resulta que su efecto es silencioso, y justamente por eso es tan perjudicial.

      También es interesante que el tema haya llegado a límites tan polémicos. Ahí se refleja justamente los privilegios que se defienden. A nadie le gusta que le quiten sus ventajas…. Y quizás, la mejor manera de defenderlas es tratar de converncer a los demás de que éstas no existen.

      Al final, creo, el privilegio se puede definir también como una actitud que tomamos al no ver ciertas cosas como problemátias, porque no son problemáticas para nosotrxs.

      Gracias por este post Shirley.

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