Por qué las acusaciones estadounidenses contra la FIFA deben ser por corrupción

2014 FIFA World Cup in Brasil; photo by alobos Life, used under a CC BY-NC-ND 2.0 license.

Copa Mundial de la FIFA 2014 en Brasil; foto de alobos Life, usada con licencia CC BY-NC-ND 2.0.

Bien, entonces… un momento. Cuando los agentes federales estadounidenses, actuando conjuntamente con autoridades suizas, incursionaron en un hotel en Zurich a finales de mayo y arrestaron a varios funcionarios de la FIFA, Jack Warner, el exvicepresidente de la FIFA que, curiosamente, no se ha atrevido a salir del suelo de Trinidad y Tobago durante años y que fue mencionado en las acusaciones, negó vehementemente haber aceptado un soborno, llegando incluso a citar un artículo satírico en The Onion en su propia y poco convincente defensa [avanzar hasta 5:01 en el video a continuación]:

Entonces, disculpen mi confusión cuando, una semana después, el mismísimo Jack Warner recurre a las ondas y trata de implicar a una primera ministra en ejercicio insinuando que dará a conocer documentos que detallan su «conocimiento y participación» del «financiamiento» de la FIFA, cómo ese «financiamiento» estaba vinculado al partido político que encabeza la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, y cómo ese dinero esencialmente hizo posible la campaña electoral de 2010 que la llevó al cargo. Warner estaba enviando una clara señal a la élite política de Trinidad y Tobago de que si lo extraditaban, los hará caer con él; la sociedad civil ahora está pidiendo investigación policial sobre si el gobierno infringió o no leyes contra el lavado de dinero:

Esto no se puede inventar. Pero esperen —se pone mejor. Después de todo, esto es Trinidad y Tobago, tierra del «hombre inteligente». No nos llaman «trucotenses» por nada. Warner siguió insistiendo que la acusación en su contra era una cacería de brujas contra los países en desarrollo, comparándose con dos de los íconos más de la resistencia no violenta más reverenciados globalmente: «Nelson Mandela estuvo preso. Gandhi estuvo preso. […] Entonces, ¿quién es Jack Warner?».

¿Quién es Jack Warner? Supongo que depende del cristal con que se mire. Ha habido mucha discusión en línea acerca de la motivación detrás de los arrestos de la FIFA. Un popular teoría de la conspiración gira en torno a poder geopolítico. En la mezcla también hay algo de raza. No soy tan ingenua como para pensar que política y poder no impregnan todo lo que tocan, como aguas residuales de un pozo séptico. Reconozco que los países en desarrollo desean rebelarse contra el Tío Sam, y que Estados Unidos, como otros países, a menudo ha llevado la política a los deportes. ¿Pero sugerir que Estados Unidos ha hecho esto para que «Occidente» pueda recuperar el control del juego bonito y sus aun más atractivas ganancias? ¿Decir que su Departamento de Justicia, que resulta estar encabezado por un mujer de color, ha salido a atrapar a Jack Warner porque es negro? (la mayoría de los ejecutivos de la FIFA que fueron arrestados en Zurich eran blancos). Realmente debo preguntarme si toda la lógica ha dejado de funcionar. Además, si alguien parece desdeñar a los países en desarrollo es Jack Warner, que fue acusado por la Federación de Fútbol de Trinidad y Tobago (TTFF) de malversar dinero de las labores de ayuda por el terremoto en Haití en 2010.

Si quieres creer que las drásticas medidas con la FIFA no fueron, en realidad, sobre corrupción, muy bien. Hay suficientes recuentos de asociaciones delictivas, lavado de dinero, fraude y soborno como para marear a los políticos, pero dejemos a un lado nuestra incredulidad por un momento y hagamos de cuenta que el gobierno de Estados Unidos es tan inepto como para llevar a cabo arrestos a tan alto nivel sin suficiente evidencia para condenar. En tal caso, todo el sórdido asunto ha sido sobre economía, con ejecutivos de la FIFA controlando el dinero y los países en desarrollo cantando para ganarse la cena.

A diferencia de la imagen que el ente que gobierna el fútbol quiere proyectar —ya sea como un verdadero Robin Hood, tomando de los ricos para darle a los pobres o de una Hada Madrina que ayuda a que los sueños futbolísticos de miles de niños marrones pobres se haga realidad— ha disimulado convenientemente el grado de supuestas ganancias excesivas que han ocurrido en el camino. Mantengamos la vista en el balón. Cualesquiera sean los otros factores que puedan o no haber provocado las acusaciones, el asunto central debe seguir siendo la corrupción. Pasar esto por alto por la razón que sea —porque tu equipo debe ir al Mundial de Fútbol o porque tu país tiene infraestructura o ha aumentado el tráfico de turistas— es una táctica de la FIFA, que no es diferente a que jugadores de la Copa Mundial se arrojen melodramáticamente al suelo tratando de que el árbitro conceda una falta cuando no la hay.

Debe seguir siendo corrupción porque ya es hora de haber conectado los puntos. La creciente tasa de criminalidad de Trinidad y Tobago, desgracias políticas, servicios sociales fallidos y el abismo económico entre quienes tienen mucho y quienes tienen poco, todo se puede rastrear hasta la seductora sonrisa del «hombre inteligente». La repentina posibilidad de que realmente, delincuentes de cuello blanco puedan pagar por sus transgresiones, inclusive a manos de Estados Unidos, ha mareado muchísimo a los trinitenses precisamente porque una eventualidad así no tiene precedentes.

Pero sigo sin saber si el vértigo está causado por simple desconcierto o intoxicación por la comprensión de nuestro propio poder, y si podemos usarlo apropiadamente.

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