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Yibuti: En el corazón de la lucha contra el extremismo islámico en el Cuerno de África

Categorías: África Subsahariana, Francia, Yibuti, Gobernabilidad, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Política, Relaciones internacionales
Djibouti Corporal Darojo Daher via Africacom CC-BY-20 [1]

Yibuti: Cabo Darojo Daher a través de Africacom CC-BY-20.

Yibuti, un pequeño estado entre África y la Península Arábiga, está jugando un rol clave en la lucha de Occidente contra el yihadismo. Refugio para bases militares extranjeras y refugiados — sobre todo de Yemen — la importancia del país situado en el Cuerno de África sigue creciendo.

Yibuti es una tierra de paradojas. Rodeado por Eritrea, Etiopía y Somalia, el económicamente deprimido estado es uno de los más pequeños de África, pero también es uno de los más codiciados por potencias más grandes. El país ha estado gobernado por el presidente Ismael Omar Guelleh desde 1999, y aunque la línea oficial del gobierno ha sido mayormente proestadounidense, la mayor parte de la población se ha distanciado cada vez más de esta postura.

En realidad, los yibutianos son cada vez más escépticos de la lucha contra el yihadismo en la forma de ataques liderados por Estados Unidos contra el grupo terrorista Al-Qaeda, alguna vez liderado por Osama bin Laden, y el ISIS, una creciente fuerza de lucha radical que ha conquistado grandes franjas de Iraq y Siria.

Mientras estos conflictos se hacen eternos sin final a la vista, los yibutianos temen que los ataques terroristas puedan surgir en su territorio como ha ocurrido en el vecino Yemen. Pero es de la lucha contra el terrorismo que un país con muy pocos recursos naturales obtiene su sustento.

Yibuti, un eje en la lucha contra el yihadismo

Al-Shabaab Fighters - via Wikipedia - Public Domain [2]

Combatientes de Al-Shabaab, afiliados a Al-Qaeda. Imagen de Wikipedia.

Como un puente entre África y Medio Oriente, las grandes potencias están abriéndose paso a empujones para hacer entrar sus tropas y equipo en Yibuti.

Mientras la presencia de Francia en el país es de lejos la más antigua — Yibuti ganó su independencia de Francia en 1977, pero quedó cercana a París desde entonces — los ataques del 11 de setiembre pusieron a Yibuti firmemente en el radar militar de Estados Unidos.

En 2014, Estados Unidos, que ha mantenido presencia militar en Yibuti desde 2002, renovó el alquiler de su instalación militar en el país por otro diez años a un costo de $40 millones por año.

El Pentágono planea ahora gastar más de $1,000 millones en los próximos veinticinco años para agrandar la base estadounidense ahí. Como el presidente Obama explicó [3] cuando el presidente Gulleh visitó la Casa Blanca el año pasado:

There’s a significant presence of soldiers from Djibouti who are participating in the multinational force that has been able to push back [Al-Quaeda-affiliated] Al-Shabab’s control over large portions of Somalia.

Hay una significativa presencia de soldados de Yibuti que están participando en la fuerza multinacional que ha podido replegar el control de Al-Shabab [afiliado de Al-Quaeda] en grandes porciones de Somalia.

Japón y Alemania siguieron el ejemplo de Francia y Estados Unidos construyendo instalaciones militares en Yibuti y ahora es el turno de China de reclamar su derecho. Aunque Pekín puede estar motivado principalmente por asuntos económicos –su influencia económica en la región ha estado creciendo exponencialmente en años recientes– también está alarmado por la creciente amenaza yihadista en Medio Oriente. Con yihadistas del ISIS controlando importantes recursos de petróleo en Siria e Iraq, el gobierno de Xi Jinping espera garantizar su suministro de petróleo en la región.

Yibuti, puerto seguro para refugiados

Aunque la presencia militar extranjera en Yibuti aporta un significativo ingreso al gobierno de Omar Guelleh (cerca de $200 millones anualmente), ese dinero rara vez fluye al pueblo del país.

Pero que la corrupción haya colocado al país en el puesto 107 de 175 en el Índice de Percepciones Internacionales de Transparencia Internacional explica solamente de manera parcial el profundo resentimiento que muchos yibutianos tienen hacia las fuerzas militares internacionales en su país.

El malestar público también está impulsado por el creciente rol del país como puerto seguro para refugiados que huyen de los muchos conflictos existentes en la región. Mientras los yihadistas –ya sean de las filas de Al-Quaeda, ISIS, Ansar Allah (el movimiento chiíta que lucha en Yemen) o Al-Shebab de Somalia– cometen actos más y más barbáricos, más y más refugiados inundan Yibuti. El país es uno de los pocos en aceptar a los miles de refugiados que huyen de Yemen y muchas personas se sienten sobrecargadas.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en los próximos seis meses habrá más de 15,000 yemeníes cruzando el Golfo de Adén para tomar refugio en Yibuti.

Frederic Van Hamme, portavoz de ACNUR, advierte de los riesgos para la región:

Il est certain que cela va mettre la pression sur l'Etat. C'est un petit pays qui doit déjà faire face à la sécheresse, à un fort taux de chômage et une grande pauvreté.

Ciertamente, esto pondrá presión sobre el gobierno. Es un país pequeño que ya enfrenta sequía, una alta tasa de desempleo y una gran pobreza.

Condiciones económicas como estas en toda la región han dado pase a un comercio preocupante a lo largo de los años: contrabando de personas desde el Cuerno de África a la Península Arábiga. Sin embargo, el conflicto yemení ha causado que los contrabandistas suspendan sus operaciones.

Como resultado, masas de personas que querían usar a Yibuti como trampolín hacia Medio Oriente ahora se hacinan en el país sin lugar a donde ir. Enfrentado a una excesiva multitud y una economía deficiente, Yibuti, punto clave en la lucha contra el yihadismo, podría colapsar si las fuerzas extranjeras emplazadas ahí no logran actuar.