El escritor estadounidense Robert Penn Warren mencionó de pasada la tendencia histórica en su obra magna Todos los hombres del rey:
For the West is where we all plan to go someday. It is where you go when the land gives out and the old field-pines encroach … It is where you go when you are told you are a bubble on the tide of empire. It is where you go when you hear that thar’s gold in them thar hills … Or, it is just where you go.
Pues Occidente es a donde planeamos ir algún día. Es donde la tierra reparte y los viejos campos de pino invaden… Es a donde vas cuando te dicen que eres una burbuja en la corriente del imperio. Es a donde vas cuando escuchas que hay oro en aquellas colinas… O simplemente, es a donde vas.
Warren nunca visitó Georgia y nunca pudo decir que tenía una ventana al alma georgiana, pero la intención de su mensaje era universal: cuando la humanidad tiene que elegir, elige a Occidente.
Para Georgia, esa opción occidental parece obvia. El gobierno del país está muy comprometido con ser parte de la Unión Europea y la OTAN, a pesar de la restauración parcial de vínculos de la coalición gobernante Sueño Georgiano con Rusia y la destitución del ministro de Defensa, Irakli Alasania, afín a Occidente.
Las encuestas de opinión pública muestran que la sociedad consistente y abrumadoramente favorece tener vínculos más cercanos con Occidente. «En Georgia todavía tenemos grandes expectativas y actitudes en favor de la integración a la Unión Europea», dijo Malkhaz Saldadze, coordinador de programa en la oficina de Tiflis de la Fundación Heinrich Böll.
Ciertamente, Georgia sigue corriendo a toda velocidad hacia el oeste. Pero cada vez más gente está preguntando si realmente hay oro en las colinas occidentales. Para todo lo que el país ha hecho para probar su compromiso con la causa euroatlántica, los resultados tangibles están lejos de ser evidentes.
El Acuerdo de Asociación con la Unión Europea no ha hecho nada para aliviar las recientes dificultades económicas de Georgia, y la Unión Europea no ha dado una señal clara de que Georgia sea candidato para ser miembro pleno.
Según un analista que trabaja en el servicio civil georgiano que habló con Global Voices con la condición del anonimato, el público se está cansando de la falta de interés de Occidente y necesita garantías. “[la Unión Europea] está creando un sentimiento antieuropeo por no dar señales claras”.
Y a pesar del firme compromiso del país con la OTAN –29 soldados georgianos han muerto luchando en Afganistán, por ejemplo– la condición de miembro no parece estar más cerca de lo que estaba hace algunos años. La decepción con el ritmo de la integración euroatlántica es palpable en círculos oficiales y en el terreno.
Encuestas de opinión pública muestran hartazgo de Occidente
Una reciente encuesta publicada por el Instituto Nacional Democrático (NDI) encontró que el 26 por ciento de los adultos del país están de acuerdo en que “Georgia se beneficiará más si abandona la integración euro-atlántica en favor de mejores relaciones con Rusia”. En agosto de 2014, solamente el 19 por ciento estaba de acuerdo con esa misma afirmación.
Esa misma encuesta encontró que el 20 por ciento de georgianos desaprueba el objetivo del gobierno de unirse a la OTAN, cerca del doble de la proporción que dio esa respuesta en 2012.
En cuanto a la integración a la Unión Europea, la sociedad georgiana sigue abrumadoramente a favor. La encuesta del NDI encontró que el 68 por ciento de la gente apoya que Georgia se convierta en miembro de la Unión Europea. Sin embargo, la cantidad es menor al 78 por ciento que expresaba su apoyo en agosto de 2014.
Lo más alarmante para los observadores occidentales es que la encuesta encontró que el 31 por ciento de personas aprueba que el país se integre a la Unión Eurasiana, liderada por Moscú. Esto despierta escepticismo en muchos, dada la guerra del país con Rusia en 2008 y el continuo respaldo del Kremlin a los regímenes separatistas en Abjasia y Osetia del Sur, regiones que la mayor parte de la comunidad internacional reconoce como territorio georgiano.
Muchos culpan lo que se percibe como una falta de voluntad política de parte de los aliados occidentales de Georgia por la disminución del interés del público en el proyecto euroatlántico.
La intención de convertirse en miembro pleno de la OTAN parece tan quijotesca como nunca; al país todavía no se le ha ofrecido un Plan de Acción para ser miembro, y el 2 de marzo, el presidente francés Francois Hollande afrimó que “la posición de Francia por el momento es rechazar toda solicitud de nuevos miembros”.
El presidente georgiano Giorgi Margvelashvili canalizó la frustración popular el 19 de mayo cuando reprendió la falta de avances en el frente europeo: “El mensaje básico es que a los europeos no les importas, estás abandonado a tu suerte, no tienes opción y la opción europea está condenada”.
Viajes sin visa para georgianos fuera de los planes de la Unión Europea
Entre el 21 y 22 de mayo se llevó a cabo la cumbre anual de la Sociedad Oriental, un importante foro para las relaciones de la Unión Europea con Georgia, Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Armenia y Azerbaiyán. Este año, la cumbre se realizó en Riga, Letonia.
Los lideres georgianos y asistentes expresaron su optimismo de que la cumbre atendería el asunto más prometedor ofrecido por la Unión Europea hasta ahora: viajes sin visa a países de la Unión Europea para titulares de pasaportes georgianos.
El 5 de mayo, el presidente, el primer ministro y el presidente del Parlamento de Georgia enviaron una carta conjunta al presidente del Consejo de la Unión Europea, Donald Tusk, rogando que la Unión Europea concediera la liberalización de las visas.
Desafortunadamente para Georgia, la delegación del país que fue a Riga regresó con las manos vacías. No se les ofreció la liberalización de la visa, y la declaración conjunta de la Sociedad Oriental ofreció poco consuelo a los esperanzados georgianos.
«Desde que la Unión Europea hizo una declaración sobre la Cumbre de Riga [antes de la cumbre], nada se dijo sobre la liberalización de la visa en la cumbre», dijo Saldadze de la Fundación Böll .
Pero según Misha Shavtvaladze, científico político de la Universidad Estatal de Tiflis, la situación se debe tomar con paciencia. “Por supuesto que había expectativas. Pero la señales eran más y más débiles, gradualmente”, le dijo a Global Voices. “Algunos informes emitidos por la Comisión Europea indicaban que todvía no estábamos plenamente preparados [para viajar sin visa]. Creo que lo conseguiremos pronto. Todavía tengo expectativas”.