Pulso entre el gobierno y oposición amenaza la democracia en Ecuador

"So you pretty well understand Correa...I am going to tell you in your own English...We don't like you. Get out." Photo by Twitter user @beadomenech95

Cartel en el que haciendo uso de la «We don't like you. Get out (No nos gustas .» Photo by Twitter user @beadomenech95

Ecuador, que ha recibido elogios por su progreso y desarrollo en varios indicadores socioeconómicos como seguridad, hoy no solo que tiene el reto de suplir su déficit presupuestario debido a la caída de los precios del petróleo, sino que además atraviesa una ola de protestas que ha ido desde Internet a las calles de varias ciudades del país.

Si bien las protestas iniciaron por la ley de herencias y plusvalía, que estipula nuevos impuestos, el mismo presidente Rafael Correa ha aplazado la legislación para así buscar un ambiente ‘de paz y regocijo’ ante la visita del Papa Francisco al país, pautada para los primeros días de julio y poner fin a las marchas.

Sine embargo, las protestas y contraprotestas continúan en varias ciudades del Ecuador aunque menos nutridas. Las más notorias fueron las convocadas por el alcalde de Guayaquil (la segunda ciudad más importante del país), Jaime Nebot y las llamadas de Paul Carrasco,prefecto de la provincia del Azuay.

Un ecuatoriano de espíritu se pregunta en una nota para GKillCity, Ed 209 ¿Qué pasaría si #FueraCorreaFuera tuviese éxito? Y el analista Matthew Carpenter-Arévalo desarrolla una teoría que a varios ecuatorianos puede habérseles pasado por alto.

La primera es el haberse olvidado de la esencia del concepto democracia. El engendro de una «contradicción de llamar a la solidaridad mientras siembran división», en el caso de personalidades muy visibles en el actual accionar político.

Carpenter-Arevalo, escribe al respecto:

Los gobiernos de turno seguirán profundizando la división ciudadana, porque su capacidad de mantenerse en el poder no dependerá de un diálogo abierto entre diferentes sectores, sino en su habilidad de mostrar la prevalencia del músculo de su militancia sobre otras. Si seguimos con golpes de Estado, no habrá fortalecimiento de las instituciones públicas, ya que ceder el control de cualquier institución significará generar debilidad y vulnerabilidad para sostener el poder. La inversión extranjera — que tanta falta nos hace para desarrollar nuevas industrias nativas— tampoco llegará, porque es justamente la inestabilidad política continúa que disuade cualquier inversión grande que genere beneficios en el largo plazo.

Refiriéndose a la permanencia del gobierno de Correa en el poder, dice: «Qué una persona o partido se perpetúe en el poder sin consultar con el pueblo representa una amenaza al orden democrático, pero eso no justifica la validación de un golpe de estado como alternativa a una elección popular.»

Pero a la vez recuerda a los ecuatorianos que democracia no significa reeplazar un grupo antidemocrático por otro. Carpenter-Arévalo entiende que la democracia es un principio que trasciende todo problema político de un país. Y que para los verdaderos demócratas, los problemas se resuelven en las urnas, sin embargo:

Cuándo el Presidente dice que solo quiere hablar con oposición “de buena fe” —seguramente definida por él—, y cuándo el experiodista/excandidato Carlos Vera dice que “con la dictadura no se debate: se combate,” están manifestando una misma cultura política antidemocrática, en la que el diálogo no se da porque la descalificación (unilateral) del otro. En una cultura democrática el diálogo es una puerta que nunca se cierra a nadie. No es un aditivo secundario a la democracia: es su esencia sagrada.

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