La activista de 20 años que murió tratando de ayudar a reconstruir una ciudad

Hatice Ezgi Sadet in an undated selfie.  Credit: Hatice Ezgi Sadet's Instagram.

Hatice Ezgi Sadet en un selfie sin fecha. Crédito: Instagram de Hatice Ezgi Sadet.

Este artículo y reporte de radio por Zeynep Bilginsoy y Jared Goyette para The World originalmente se publicó en PRI.org el 21 de julio del 2015, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Antes de que fuera asesinada por un terrorista suicida, antes de que sus fotos de Instagram fueran compartidas y tuvieran miles de me gusta, Hatice Ezgi Sadet era una estudiante de historia del arte de 20 años de Turquía con ilusión de ir a una excavación arqueológica de viaje y de usar su recién obtenida licencia de conducir.

Pero Sadet pospuso su viaje; tenía planes más urgentes. Era parte de un grupo de estudiantes y activistas que iban como voluntarios para ayudar a reconstruir la ciudad kurda de Siria, Kobane, destruida durante los enfrentamientos entre los kurdos y las fuerzas de ISIS el pasado año. Se hizo un selfie con un grupo de jóvenes mujeres y hombres en un autobús, con una gran sonrisa, con el pie de foto «rumbo a la revolución.» Había empezado a documentar su viaje en la cuenta de Instagram que gestionaba, Umutlugil, o la familia esperanzada. Les dijo a sus amigos que volvería en unos días.

Los voluntarios venían de toda Turquía, muchos de la Federación de la Asociación de Juventudes Socialistas y otros grupos de izquierdas. Entre ellos habían estudiantes, activistas, supervisores electorales, revolucionarios, anarquistas, socialistas, objetores de conciencia y un candidato al parlamento. Sadet subió a uno de los tres autobuses desde Estambul dirección a Suruç, la cuidad predominante kurda que limita con Kobane. Conocida por su sonrisa y su personalidad alegre, ella era de forma no oficial portavoz del proyecto Reconstruir Kobane, concediendo entrevistas a los medios de comunicación y comunicándose con los funcionarios del gobierno mientras los estudiantes atravesaban la compleja burocracia del estado que regula los permisos para entrar en Kobane.

Hatice Ezgi Sadet is in the brown shirt, to the right, as she travels on the bus to Suruç with fellow activists. Credit: Hatice Ezgi Sadet's Instagram.

Hatice Ezgi Sadet lleva una camiseta marrón, en la derecha, mientras viaja en el autobús hacia Suruç con otros activistas. Crédito: Instagram de Hatice Ezgi Sadet.

La mañana del 20 de julio, el grupo y locales se reunieron para discutir los planes de reconstrucción de Kobane. Habían recolectado suministros humanitarios, incluyendo libros y juguetes para los niños. Tenían la esperanza de poder construir un colegio, una biblioteca y un parque. Mientras las cámaras rodaban, comenzaron a cantar suavemente, sosteniendo banderas y una pancarta que decía «lo defendemos juntos, lo estamos construyendo juntos». Entonces llegó la explosión, el pánico, los gritos, los cuerpos mutilados esparcidos entre los árboles. Un terrorista suicida.

Cuando oí en la radio sobre de la explosión, pensé ‘no, no tiene nada que ver con ella, no puede morir’ dijo Zetnep amiga de Sadet, quién solicitó ser identificada con un seudónimo por cuestión de su propia seguridad. «Le pedí que no fuera. Tenía miedo de algo así porque la gente es constantemente asesinada».

La bomba estalló en el Centro de Cultura Amara, matando a 32 e hiriendo a más de cien. Oficiales turcos lo han denominado como un ataque terrorista y han dicho haber identificado a un sospechosos que creen tiene lazos con ISIS, aunque el grupo no ha revindicado la autoría de la explosión. El ataque se produjo después de varias redadas contra militantes con presuntos vínculos con ISIS.

«Es obvio que estás empezando a ver un patrón emerger, en el cual simpatizantes de ISIS o el propio ISIS, incrementan ataques terroristas, tanto dentro de Turquía como a lo largo de la frontera con la vecina Siria», dice Aaron Stein, un estudiante de doctorado con sede en Estambul, en el Centro de Ginebra para Política de Seguridad, y anfitrión del podcast, Turkey Wonk.

Pero el evidente peligro no era suficiente para disuadir a Sadet o a sus compañeros. «Ella era tan optimista. Fue a Kobane con la esperanza de que sería útil, que podría ayudar», dijo Zeynep.

Sadet sólo tenía 20 años, pero no era nueva en el activismo. Era una veterana de las protestas del parque de Gezi en 2013, y participó en numerosas manifestaciones desde entonces. «Nosotros trabajamos en muchos asuntos además de Kobane, especialmente la prevención de asesinatos de mujeres», explica el activista y compañero de clase Emre Demirel. «Ezgi trabajó en ello mucho. Los asesinatos de mujeres es una de las heridas sangrantes de Turquía. Los derechos de LGBT, los derechos de los niños son importantes para nosotros. Hemos trabajado en ello. Le damos la importancia necesaria a todos los derechos y luchas por los derechos. Asistimos a manifestaciones, hacemos comunicados de prensa, trabajamos para informar al público».

Hatice Ezgi Sadet stands at the far right of this group selfie, making a peace sign during a Gay Pride rally in Istanbul. Please note that this photo is not a photo of Suruç volunteers or victims, as the photo has widely been misrepresented on social media.  Credit: Hatice Ezgi Sadet's Instagram.

Hatice Ezgi Sadet situada en el extremo derecho de este grupo en el selfie, haciendo un signo de paz durante una manifestación del Orgullo Gay en Estambul. Tenga en cuenta que esta foto no es una foto de voluntarios o víctimas  de Suruç, ya que la foto ha sido ampliamente malinterpretada en los medios sociales. Crédito: Instagram de Hatice Ezgi Sadet.

«Pero esta es la realidad, un Kobane que ha sido destruido, por reconstruir», dice Demirel de 25 años sobre la urgencia de acudir allí. «Hay una tragedia humanitaria allí y niños que han perdido a sus familias, sus vidas se han visto oscurecidas. Nosotros íbamos allí para ser una luz esperanzadora. Íbamos allí a hacer cosas para cambiar las vidas de los niños».

Demirel lamenta no haber estado allí con sus amigos y dice que, a pesar del ataque, los estudiantes planean reagruparse, y planean un nuevo viaje. Recuerda la sonrisa de Sadet y dice, «Nos haremos cargo por las sonrisas de nuestros camaradas».

«No dejaremos los ideales de nuestros amigos por terminar», dice él. «Haremos cuanto sea necesario. En Kobane, construiremos ese jardín de infancia, ese parque y esa biblioteca».

Zeynep Bilginsoy reportó y editó desde Estambul, Jared Goyette escribió desde las oficinas de PRI de Mineapolis.

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