La Bestia. También conocido como «el tren de la muerte» cruza México de sur a norte. En este transporte de carga viajan los inmigrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Sobre sus rieles muchos son víctimas de robos, secuestros, violaciones y torturas y junto a ellos también están Las Patronas.
Las Patronas son Norma Romero y un grupo de mujeres de su familia que todos los días cocinan arroz y frijoles en enormes cacerolas que, con pan y agua, entregan en bolsitas a los migrantes en el tren cuando paran en La Patrona, un barrio en Acatlán de los Reyes, Veracruz, México, según la descripción en la plataforma de peticiones Change.org.
Y lo que empezó como una iniciativa ciudadana para reconocer la labor de este grupo con más de dos décadas de servicio para que fuera nominado al Premio Princesa de Asturias, logró su cometido.
Las patronas son candidatas al premio princesa de Asturias http://t.co/8FXjfQiDuD
— REDefineMX (@REDefineMX) August 3, 2015
En 2013 Romero, su fundadora, recibió el Premio de Derechos Humanos que otorga la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con el que se reconoció su trayectoria en la promoción efectiva y defensa de los derechos humanos de los migrantes que viajan en el tren de la muerte:
Julián Carmona escribe sobre La Bestia, en ZonaJ:
«Se llama Mario. Dice que tiene 28 años, que es de Guatemala, que él y su novia, Elsa Marlen, de 19 años, embarazada de gemelos, apenas habían iniciado su viaje hacia Estados Unidos cuando en el municipio de Huixtla, en el Estado de Chiapas, Elsa Marlen desapareció.
Dice que él la buscó durante semanas y que, buscándola, desanduvo sus pasos y regresó a Guatemala. Que fue allí donde meses después, y a través de fotografías que le mandó la cancillería de su país, reconoció el cadáver de su novia. Tenía las manos cortadas. La habían enterrado en una fosa común.
José Luis Pinilla Martín escribe en su blog una entrada dedicada a la agrupación, que se arriesgó desde el principio, cuando en México era un delito ayudar a los indocumentados que transitaban por el país.
Como ellas mismas lo saben, los premios son plataformas para visibilizar las luchas que cada organismo o grupo humano realiza. Y por lo tanto, convertir a las Patronas en Princesas – como si fueran las cenicientas del siglo XXI – es poner en valor la realidad de un grupo que canaliza una labor organizadamente, blanco sobre negro, desvelando la cruda realidad de las y los migrantes en su paso por México (y por todos los caminos del mundo) . Y que descubre– y esto no es un cuento – sus dolores y tragedias no solo en sus viajes de tránsito, sino en sus países de origen y en los de su destino. Es más: Un acción individual que empezó con la Señora Norma, se ha transformado – también paradigmáticamente – en la acción de todo un pueblo
De acuerdo con el portal de noticias Sin Embargo, la ruta de la candidatura no fue sencilla:
La nominación al galardón la debe hacer de manera directa la diplomacia de cada país en Madrid, pero la embajada de México tardó en hacerlo o, más bien, no lo hizo hasta que la Organización No Gubernamental Change prácticamente la obligó con una iniciativa para que la ciudadanía pudiera apoyar a las candidatas a través de firmas electrónicas».
Incluso tuvo que intervenir el Senado y la Cámara de Diputados de México con un llamado de atención a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se requerían 7.500 firmas, sin embargo, se recibieron alrededor de 50.000.
Más sobre la historia de Las Patronas:
El fallo del premio Princesa de Asturias a la Concordia 2015 será anunciado el próximo 2 de septiembre.
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