¿Deberían las teorías de conspiración disfrutar de una protección a la libertad de expresión?

Port of Sousse under attack by US Air Force, 1943. Photo from US Library of Congress, released to public domain.

Puerto de Susa atacado por las Fuerzas Aéreas norteamericanas, 1943. Foto de la Biblioteca del Congreso de los EE.UU., entregada al dominio público.

Treinta y ocho turistas extranjeros fueron asesinados en Túnez en junio pasado cuando el atacante Seifeddine Rezgui, armado con un Kalashnikov, disparó a los bañistas.

Un mes después, un profesor de matemáticas compareció ante un juez de instrucción por afirmar en Facebook que el ataque de Susa fue una conspiración.

Abdelfatteh Saied usó imágenes editadas del programa «Enviado Especial» (Francia 2) y sugirió que Rezgui fue reclutado por oficiales de seguridad después del ataque al Museo Nacional del Bardo para probar la efectividad de las medidas de seguridad que se toman en los hoteles. De acuerdo a esta teoría sin fundamentos, el día del ataque a Susa, Rezgui no mató a nadie, sino que fueron «líderes de seguridad los que cometieron este genocidio».

En las semanas siguientes al arresto de Saied, la opinión pública en Túnez parece estar dividida entre aquellos que agradecen que sea procesado y los que creen que eso es inútil y es una violación a la libertad de expresión.

El periodista Haythem Mekki tuiteó el 25 de julio:

Y no, acusar a gente e instituciones de cometer crímenes terroristas no es «libertad de expresión». Besos.

Papillon tuvo una opinión diferente:

Un tipo hace un video basura para encubrir al asesino de Susa. Fue arrestado y acusado de terrorismo. Esto no nos llevará muy lejos.

Si este tipo no es un terrorista, se convertirá en uno. Durante 4 años le hemos estado explicando que somos una democracia y ahora está en prisión por un video.

Las teorías conspirativas no son nuevas en la región árabe y con las recientes agitaciones políticas es poco probable que pronto se esfumen. Las teorías afirman, entre otras cosas, que Abu al-Baghdadi, el autoproclamado Califa del autoproclamado Estado Islámico, es un agente del Mossad; que la masacre de Charlie Hebdo fue realizada por (otra vez) el Mossad o la CIA para alimentar la fobia al Islam en Europa; y que la denominada Primavera Árabe fue una conspiración estadounidense.

Las teorías conspirativas no se limitan sólo a la región Árabe. En los Estados Unidos, existen múltiples teorías que sugieren que el ataque del 11 de septiembre fue un «trabajo interno». En Gran Bretaña, afirmaciones conspirativas aún rodean la muerte de la princesa Diana 18 años después de los hechos. En 2013, una teoría sugirió que la milicia británica estaba involucrada en su muerte.

Los psicólogos dicen que una teoría conspirativa refleja el sentido de falta de control de un individuo. El profesor de psicología de la Universidad de Winchester, Michael Wood, dijo a VICE que «la gente que cree en teorías conspirativas tienden a sentir que no tienen mucho control sobre sus vidas. Les tranquiliza creer que se puede controlar el mundo, incluso si eso significa que no es un buen lugar». Las agendas políticas también pueden motivar estas teorías.

En la Era del Internet, para las teorías conspirativas, al igual que para cualquier otro contenido, ha sido más fácil que en el pasado el esparcirse y atraer a audiencias masivas. Tomando esto en cuenta, ¿debería censurarlas el gobierno? ¿Hasta que punto deberían estas teorías de conspiración disfrutar de protecciones a la libertad de expresión? Le preguntamos a la comunidad de Global Voices y esto es lo que tres de ellos tenían que decir al respecto:

Para Anna Schetnikova, una editora del sitio en ruso, el censurar a las teorías conspirativas sería «hipócrita». Ella explica:

In my own country (Russia), and as far as I know in some other countries of the world, there were people who stated that homosexuality was a sin and even a crime, so now we have a law against so called «gay propaganda.» People, who said to gay teens that all is OK with them and tried to help them with problems at school and with parents, became criminals. From the point of view of the supporters of that law, people who support LGBT rights are not better than conspiracy theorists, because they deem the claims about human rights «unfounded and ridiculous.» Well, that law was widely considered as a violation of free speech and the Universal Declaration of Human Rights. I think that it would be a hypocrisy to stand against it and other oppressive laws in different countries, while supporting an arrest of conspiracy theorists. Yes, their ideas can be strange or even offensive from our point of view, but who knows what lead them to think as they think, and it is their right to tell what they think to others.

En mi país (Rusia), y hasta donde sé en algunos otros países del mundo, hubo gente que afirmaba que la homosexualidad era un pecado e incluso un crimen, así que ahora tenemos una ley en contra de la denominada «propaganda gay». Las personas que aseguraron a los adolescentes homosexuales que todo estaba bien con ellos y trataron de ayudarlos con sus problemas en la escuela y con sus padres se convirtieron en criminales. Desde el punto de vista de los que apoyan esa ley, los que apoyan los derechos de LGTB no son mejores que los que producen teorías conspirativas, porque consideran «infundada y ridícula» la demanda sobre los derechos humanos. Bueno, esa ley fue ampliamente considerada como una violación a la libertad de expresión y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Creo que sería hipócrita estar en contra de eso y de otras leyes opresivas en diferentes países mientras que se apoya el arresto a los que desarrollan teorías conspirativas. Sí, sus ideas pueden ser extrañas e incluso ofensivas desde nuestro punto de vista, pero quién sabe qué les llevó a pensar de la manera en que lo hacen y es su derecho compartir con otros lo que piensan.

Para la directora de Global Voices Advocacy, Ellery Biddle, las teorías conspirativas no deberían ser censuradas per se, a menos que caigan bajo el discurso ilegal, como una clara incitación a la violencia.

Even if we don't like what a person says, their right to free speech should be protected, unless it moves into territory where they are actively inciting violence against another person or group. Of course, there are other measures that governments may take anyway — accusations of libel or defamation, depending on how the person delivers their message and who is affected.

Incluso si no nos gusta lo que una persona dice, su derecho a la libertad de expresión debe ser protegido, a menos que se mueva en territorio en el que se inste a la violencia de forma activa contra otra persona o grupo. Por supuesto, existen otras medidas que los gobiernos podrían tomar, de todos modos. Las acusaciones de calumnias o difamaciones, dependiendo de cómo la persona entregue el mensaje y quién sea el afectado.

«No puedes arrestar a la gente por lo que creen. Esa debe ser la regla», dice la autora tunesina, Ahmed Medien, antes de agregar:

Unfortunately, in Tunisia, the mainstream rhetoric against terrorism has become sickeningly demagogic that they've gone to measures like that. The whole approach to terrorist actions in Tunisia is founded on the rhetoric that the young people involved in terror attacks are youth who are «misinformed» or «misled» by thoughts and practices that are alien to the country. Thus, the government's major task is to protect the young ones from being «misled.» An interpretation of such tasks can lead to cracking down on anything that few people in the government may not agree with.

Infortunadamente, en Túnez, la retórica convencional contra el terrorismo se ha vuelto tan asquerosamente demagógica que han tomado medidas como esa. Todo el enfoque a las acciones terroristas en Túnez se funda en la retórica de que la gente joven involucrada en ataques terroristas son jóvenes que están «mal informados» o «engañados» por pensamientos y prácticas que no son normales en el país. Por lo tanto, la tarea más importante del gobierno es evitar que la juventud sea «engañada». Una interpretación de estas tareas puede llevar a tomar medidas enérgicas contra cualquier cosa con la que unas pocas personas en el gobierno puedan estar en desacuerdo.

Saied ha estado detenido desde el 16 de julio. De acuerdo con Human Rights Watch, él es acusado de complicidad en terrorismo bajo la ley antiterrorista de 2003. También se le acusa de «acusar, sin pruebas, a un agente público de violar la ley» bajo el artículo 128 del código penal por compartir y comentar en una foto editada del Primer Ministro Habib Essid. La foto, que muestra a Essid sosteniendo una pala, fue originalmente publicada por otro usuario. Said compartió la foto en su muro de Facebook el 12 de julio junto con un comentario sobre una decisión del regulador de la radiofusión de cerrar un número de radios religiosas y estaciones de televisión. Él dijo «como si ellos [el gobierno] estuvieran sedientos y esperando que el crimen de Susa ocurra, para cerrar todos los recursos del Islam moderado. Como si fuera un regalo del cielo».

Las autoridades de Túnez al parecer están tomando medidas enérgicas en contra del discurso que consideran que apoya e incita al terrorismo, tras un aumento en el extremismo militante focalizado en turistas extranjeros y las fuerzas armadas. Tres meses antes de la masacre de Susa, otro ataque en el Museo Nacional del Bardo de Túnez se llevó la vida de 21 turistas y un policía.

Una nueva ley antiterrorista aprobada por el Parlamento el 25 de julio prescribe una pena de prisión de hasta cinco años para todo aquel que haya «alabado pública y claramente» un crimen terrorista, su autor, una organización o una alianza conectada con crímenes terroristas, sus miembros o sus actividades.

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