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Argentina toma conciencia de las desapariciones de personas en plena democracia

Categorías: Argentina, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Mujer y género
Susana Trimarco por No Touching Ground #buenosaires #streetart PixelBeat! [1]

Mural en Buenos Aires de Susana Trimarco, madre de Marita Verón, una joven de 23 años que desapareció de la ciudad argentina de Tucumán en abril de 2002 a manos de una red de trata de blancas. Imagen tomada de la cuenta en Flickr de PixelBeat! bajo licencia Creative Commons.

Si bien en Argentina la figura del «desaparecido» está intrínsecamente ligada a la desaparición de personas durante la última dictadura militar [2] (1976-1983), a 32 años de la restauración democrática, miles de personas, especialmente mujeres y niñas continúan desapareciendo diariamente.

Según UNICEF y el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos argentino [3], más de 4.000 personas son anualmente víctimas de trata de personas. Una de las modalidades que abarca este flagelo es el secuestro de personas, especialmente mujeres, niños, niñas y adolescentes, quienes son muchas veces destinados a la prostitución:

Esta modalidad abarca casos de secuestros de niños, niñas y adolescentes para transformarlos en verdaderos esclavos, carentes de todos los derechos, en objetos en poder de otros que dirigen sus acciones y su vida misma.

Según el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos [4] argentino, desde la sanción de la Ley contra Trata de personas —ley 26.364— en 2006 hasta junio de 2015, 8.151 víctimas de la trata de personas han sido liberadas.

Esta problemática, que si bien no es una novedad, se hizo pública gracias a la extensa difusión mediática que tuvo el caso de Marita Verón [5], una joven de 23 años que desapareció de la ciudad de Tucumán en abril de 2002 y, aparentemente, habría sido secuestrada para ser destinada a trabajar en un prostíbulo del noreste argentino. Ante la supuesta complicidad de la policía y la clase política local y la necesidad de encontrar a su hija, su madre, Susana Trimarco [6], se comprometió incansablemente con su búsqueda.

A 13 años de su desaparición, continúa sin encontrarla. En el camino, se encontró con familiares de otras jóvenes secuestradas y víctimas que lograron escapar del cautiverio. De esta manera, llegó a la conclusión de que lo ocurrido con su hija no era un caso aislado, sino que existirían redes organizadas que se dedicaránn al secuestro y trata de mujeres, las cuales muchas veces contarían con apoyo político y policial. Por ello, se comprometió con la lucha contra la trata de personas y fundó la Fundación María de los Ángeles [7], donde se reciben denuncias y se ofrece contención y asesoramiento a familiares de las víctimas.

El caso Verón [8] se popularizó gracias a la telenovela Vidas Robadas [9], emitida por Telefé en el año 2008, la cual hizo una apelación a la sociedad civil a no hacer oídos sordos a este problema y combatirlo. Este no ha sido el único intento desde el ámbito de los medios y la cultura de darle cobertura a este problema. Muchos realizadores de medios y artistas han contribuido a concientizar a la sociedad argentina sobre esta problemática. Por ejemplo, el documental transmedia Mujeres en Venta [10] ofrece una visión global de este flagelo al que afecta a muchas mujeres argentinas, ofreciendo testimonios estremecedores de las víctimas y especialistas acerca de las metodologías de «reclutamiento» y «privación de la libertad» implementadas por las redes de trata de blancas:

También desde la ficción, el corto de Gustavo «oRni» Fernandez [11] Infiltrados: Trata de Blancas aborda el tema, ofreciendo una resolución inesperada a un crimen de este tipo:

Por otro lado, el corto de ficción ALMA, dirigido por Marcela Suppicich [12] y declarado de interés social por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hace un llamado de atención a este flagelo, contando la historia de Alma, una chica secuestrada por una red de trata de blancas:

Mientras que desde el género de la historieta, la periodista y humorista gráfica Julieta Arroquy [13] a través de su popular personaje Ofelia traza paralelismo entre la desaparición de mujeres [14] por ejemplo los casos de Marita Verón [15], Florencia Penacchi [16], Érica Soriano [17] y María Cash [18], y las desapariciones forzadas ocurridas durante la última dictura militar.

Asimismo, la necesidad de tomar conciencia acerca de la necesidad de terminar el padecimiento de las víctimas también se hecho oír en diferentes campañas lanzadas en los medios sociales: