‘Maximizar lo bueno, esconder lo malo': Cómo se mide la pobreza y el bienestar en Uzbekistán

Demotix Photo: ID: 198150. From Moynaq, Uzbekistan. 15 March 2013, by Yan Seiler.

Foto de Demotix ID: 198150. Desde Moynaq, Uzbekistán. 15 de marzo de 2013, por Yan Seiler.

Hay un dicho uzbeko yaxshilikni oshirib, yomonlikni yashirish, que se puede traducir como «maximiza lo bueno, esconde lo malo». Parece que esta práctica se aplica ampliamente en medir la pobreza y el desarrollo en Uzbekistán y la región de Asia Central en su conjunto.

En los medios masivos locales oficiales, la palabra «pobreza» se usa exclusivamente para denotar épocas socioeconómicas más duras que tuvo la república durante el periodo soviético. Cada vez más, la gente pobre ha dejado el paso a la más políticamente correcta “grupos vulnerables de la población”.

La erradicación de la pobreza y hambre extremos es uno de los ocho objetivos adoptados en setiembre de 2000 como parte de la Declaración del Milenio de Nueva York de las Naciones Unidas suscrita por todos los países miembros y las principales instituciones de desarrollo. Este año se conmemoran 15 años desde que se adoptaron esos objetivos. La conversación es ahora sobre una ‘agenda posterior a 2015‘.

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Monumento «El-yurt tayanchi» (apoyo del país), personifica una familia uzbeka futurista con un hijo y una hija, y fue inaugurado por el presidente Islam Karimov en 2006 en Karshi, ciudad de la provincia donde gobernó a fines de los 80. Insinúa indirectamente la cantidad de hijos que cada hogar uzbeko debe desear tener dentro de décadas. Foto del autor.

Sobre todo, hay narrativas contradictorias sobre desarrollo humano en Asia Central. Los informes sobre desarrollo internacional en la región difieren. La razón de esta duplicidad es la falta de transparencia y de disposición oficial de presentar datos reales a los organismos internacionales de desarrollo humano.

Por ejemplo, aunque el último informe del Estado de Inseguridad Alimentaria 2015 de la Organización de Agricultura alabó a Asia Central por su “progreso notablemente rápido en reducir el hambre”, otro informe de la misma organización deja constancia de que la “falta de gobernabilidad efectiva está extendida en los países en desarrollo, y es especialmente grave en Asia Central y África Central”.

La pobreza en Uzbekistán, como sea que se defina o calcule, tiene un carácter estacional. Varía de un lugar a otro, y sufre de serias deficiencias institucionales y legislativas. Por ejemplo, en 2015 el clima en el país fue particularmente duro. Debido al clima anormalmente frío en abril, la escarcha redujo el 70% de la cosecha de árboles frutales en Uzbekistán.

Unido al hecho de que se informó que el país exportó 50 toneladas de frutas y verduras a Rusia, no es de sorprender que los precios se dispararan, dejando a la gente con pocas opciones para consumir o preservar para el invierno en frascos de vidrios, una tradición ampliamente practicada en la región.

Aun así, la pobreza en Uzbekistán es sujeto de discreción. Maestros y doctores preferirían llevar su propio almuerzo al trabajo que pagar por comer en una cafetería. Las personas son orgullosos propietarios de sus departamentos, pero se encuentran compartiéndolos con más parientes de los que se puede imaginar.

Fuertes vínculos sociales y remesas del extranjero han contribuido a ocultar de manera efectiva la pobreza, pero no la han hecho desaparecer.

Un informe de UNICEF de 2009 sobre pobreza infantil en Uzbekistán reveló que “la matrícula preescolar es baja sobre todo en las zonas rurales (19.2% de los niños de la edad respectiva)”.

Solamente el 20% de los niños de entre tres y cinco años asisten a preescolar, una cifra que era mucho mayor antes de la independencia.

Los discapacitados son otro grupo al que la pobreza impacta desproporcionadamente. Según UNDP, en Taskent oficialmente «las personas con discapacidades llegan a las 780,000 personas (2% del total de la población)» de las cuales el 52% son mujeres y el 48% son hombres. Hasta el 70% están desempleados, mientras que el nivel de pobreza entre las personas con discapacidad es al menos cuatro veces mayor que el promedio del país.

Las desigualdades en los estándares de vida también varían ampliamente entre los centros urbanos y las aldeas rurales de una manera que el Coeficiente de Gini, que mide el ingreso de la parte más rica de la población contra la más pobre, no siempre puede captar.

La línea de pobreza está bien por debajo de la barrera de 15% en Jizzakh, Karakalpakstan, Khorezm, Namangan, Navoi, Surhandarya y Syrdarya, lo que representa más de la mitad del país.

La prosperidad es tal vez lo único verdaderamente notorio en la capital Taskent, donde cerca del 2% vive por debajo de la línea de pobreza y donde las autoridades están reprimiendo las bodas lujosas que generan envidia en la sociedad.

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Fuente: Informe de Objetivos del Mileno Uzbekistán 2015 (p.18), Centro de Investigación Económica/UNDP.

Sin embargo, tal vez el mayor indicador de pobreza y fracaso en el desarrollo general en Uzbekistán y otros países de Asia Central sean los altos índices de emigración.

Según el Servicio Ruso de Migraciones, los ciudadanos de Uzbekistán (2,095,234 – 6.9% de la población) encabezan la lista de centroasiáticos en el país. Los siguen Tayikistán (1,038,940 – 13% de la población), Kazajistán (693,793 – 4%), Kirguistán (513,917 – 9.1%) y Turkmenistán (20,225 – 0.36%).

Los medios estatales prefieren «maximizar lo bueno» y con frecuencia hacen referencia al Informe de Felicidad Mundial para 2015 que ubicó a Uzbekistán en el lugar 44 antes de Eslovaquia, Japón y Corea del Sur, y primero entre las repúblicas que pertenecen a la Comunidad de Estados Independientes. Pero si millones de ciudadanos están realmente felices, ¿realmente hubieran emigrado al extranjero y asociado su futuro con otros países?

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