- Global Voices en Español - https://es.globalvoices.org -

Entra en vigor en Chile la Ley de Unión Civil en un 2015 marcado por los avances en el matrimonio igualitario

Categorías: Chile, Buenas noticias, Derechos humanos, LGBTQI+, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Mujer y género
Marcha_gay_en_Santiago_de_Chile,_2009 [1]

A seis años de este desfile del orgullo gay frente al Palacio de la Moneda, en Santiago, Chile celebra los avances de la comunidad LGBTI con la aprobación de la #UnionCivil. Fotografía tomada de Wikimedia Commons y publicada bajo licencia CC BY 3.0.

Chile celebra la entrada en vigor de la Ley de Unión Civil que legaliza la unión civil de parejas del mismo sexo y convivientes heterosexuales, convirtiéndose así en el séptimo país sudamericano en reconocer legalmente las parejas del mismo sexo en un año marcado por grandes avances en el reconocimiento internacional del matrimonio igualitario.

Este avance se suma a otros que tuvieron lugar en el 2015, sin duda un año de importantes victorias en la conquista de la igualdad de derechos y la defensa de la diversidad sexual a nivel global. Con la llegada del verano irlandés, país mayoritariamente católico y donde la homosexualidad no fue despenalizada hasta 1993, la ciudadanía fue llamada a votar el 22 de mayo a la pregunta de si el matrimonio, de acuerdo a la ley, debería ser reconocido sin distinción de sexo; 1.201.607 irlandeses dieron una mayoría del 62% al reconocimiento del matrimonio igualitario, convirtiéndose en el primer país del mundo en reconocer el matrimonio a personas del mismo sexo por voto popular.

Un mes más tarde, el 26 de junio, las redes sociales se incendiaban con el hashtag #LoveWins en Estados Unidos en referencia a la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Obergefell contra Hodges, que declaró que todos los Estados tienen obligación de conceder licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo bajo la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. En la sentencia, el juez concluía:

No union is more profound than marriage, for it embodies the highest ideals of love, fidelity, devotion, sacrifice, and family. In forming a marital union, two people become something greater than once they were. As some of the petitioners in these cases demonstrate, marriage embodies a love that may endure even past death. (…) Their hope is not to be condemned to live in loneliness, excluded from one of civilization's oldest institutions. They ask for equal dignity in the eyes of the law. The Constitution grants them that right.

Ninguna unión es más profunda que el matrimonio, ya que encarna los más altos ideales de amor, fidelidad, dedicación, sacrificio y familia. En la formación de una unión matrimonial, dos personas se convierten en algo más grande de lo que eran. Como algunos de los demandantes de estos casos han demostrado, el matrimonio representa un amor que puede incluso perdurar más allá de la muerte. (…) Su esperanza es no estar condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Piden igual dignidad a los ojos de la ley. La Constitución les otorga ese derecho.

>Pocas semanas después, el 21 de julio, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró que la negativa de Italia de ofrecer un marco legal para el reconocimiento o la protección de las uniones del mismo sexo, viola el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que sostiene que toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar.

>Quizá sea esta la victoria judicial internacional más importante en el ámbito de los derechos LGBTI en la últimas décadas, desde que el caso el caso Toonen contra Australia diera lugar a la derogación de las últimas leyes contra la sodomía australianas, cuando en 1994 el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas determinó que las prácticas sexuales consentidas entre adultos y en privado estaban protegidas por el concepto de “vida privada” del artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

De pronto, Chile

Veinte años más tarde, muy lejos de esta isla marsupial, se celebran las primeras uniones civiles de parejas homosexuales en Chile. Lejos ya de aquellos tristes años del presidente Ibáñez del Campo –cuya exacerbada homofobia era notoria y confesa- en los que se practicaban redadas y detenciones masivas de homosexuales para ser enviados al campo de concentración para «inadaptados sociales» y homosexuales en el puerto de Pisagua, al norte del país, o de la homofobia mediática de Clarín, periódico de izquierda sensacionalista afín a la Unidad Popular de Salvador Allende, cuyos titulares denigraban a los homosexuales llamándolos «colipatos», «locas» o «yeguas».

Con el advenimiento del siglo XXI, la aceptación de la homosexualidad comenzó a aumentar rápidamente en la población chilena y las muestras públicas de homofobia declinaron. De hecho, de entre todas las reformas estructurales del gobierno de Michelle Bachelet, según la encuesta CEP [2] de mayo de 2015, la aprobación de la unión civil es la reforma mejor valorada por la población chilena.

Y es que si hoy Chile celebra las primeras uniones civiles de parejas homosexuales, es como consecuencia de años de lucha de una sociedad civil que durante 12 años persistió en los anhelos de una sociedad más justa y no a la agenda de una clase política a veces anclada en dogmas obsoletos. Como informa la red ciudadana elquintopoder.cl [3]:

El gobierno hace usufructo de una ley que, más allá de ser aprobada bajo su gestión, no tenía en su propuesta y de la que conocía poco. Fui parte de la tramitación de esta ley en ambas cámaras del Congreso y, más allá de la auto referencia, participaron en ella muchas organizaciones, destacando ONG´s de diversidad sexual como MOVILH, Fundación =Iguales y MUMS, entre otras. Desde esta posición privilegiada fui testigo de cómo los principales aportes y las discusiones más profundas fueron llevadas justamente por estas organizaciones y por quienes las representaban, los cuales con alto profesionalismo hicimos ver a las personas del poder legislativo y ejecutivo las falencias y soluciones requeridas por parte de la ley.

Chile, que volvió a la democracia en 1990 después de una brutal dictadura militar de 17 años, es uno de los países económicamente más desarrollados de América Latina, pero socialmente mucho más conservador que muchos de sus vecinos. En 2004, se convirtió en el último país en el hemisferio occidental en legalizar el divorcio y es uno de los pocos que todavía prohíbe el aborto en todos los casos -algo que el actual gobierno está tratando de cambiar contra una fuerte oposición-.

Los comienzos de una lucha que se expande

No obstante, la causa del movimiento LGBTI continúa más allá del reconocimiento legal a la unión de parejas homosexuales y son grandes los retos por delante. Queda muchísimo por avanzar, entre otros tantos asuntos, en el matrimonio y la adopción igualitaria, en la lucha contra la discriminación laboral y escolar, leyes de identidad de género y derechos de las personas trans y aunque cada vez un mayor número de medios de comunicación tradicionales incluyen más contenidos relacionados con la diversidad sexual, muchas veces lo hacen de manera estereotipada, superficial o sensacionalista.

Aun así, la semana del 22 de octubre fue de celebración y grandes satisfacciones para buena parte de los chilenos. Con la aprobación de la Ley de Unión Civil, Chile evidencia -como en Irlanda- que las grandes conquistas sociales hallan siempre sus génesis en la movilización de la sociedad civil, a la que se deben en todo momento.

Las redes chilenas compartieron y celebraron ampliamente bajo los hashtags #unioncivil y #yorespeto en el que numerosas imágenes y videos circularon por las redes: