Una mujer transgénero en Indonesia se fortalece mientras se ponen en marcha nuevas leyes antigay

Echa wears the hijab because it's the law for women in Aceh. Echa is transgender, and when she wears the headscarf, she says no one calls her names. Credit: Carey Wagner. Used with PRI's permission

Echa utiliza el hijab debido a que es ley para las mujeres en Aceh. Echa es transgénero y cuando utiliza el pañuelo para la cabeza, dice que nadie le grita palabras ofensivas. Crédito: Carey Wagner. Utilizada con el permiso de PRI.

Este artículo e informe radial realizados por Ruth Morris para The World apareció originalmente en el sitio PRI.org el 2 de noviembre de 2015 y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Indonesia ha sido denominada la cara sonriente del Islam, debido a su moderada inclinación religiosa. Pero para Echa, una activista LGBT proveniente de la provincia norteña de Aceh, esa sonrisa puede ser engañosa.

En la actualidad, las nuevas regulaciones en Aceh castigan el sexo gay con multas, tiempo en la cárcel e incluso azotes con una vara. Es la última fase de la puesta en marcha gradual de las leyes de la Sharia que también prohíben que hombres y mujeres solteros circulen juntos en una motocicleta o que se tomen de las manos en público. Tampoco se permiten los juegos de azar y todas las mujeres musulmanas deben utilizar el tradicional pañuelo para la cabeza conocido como hiyab. Es la ley.

Los grupos de derechos han denunciado las nuevas leyes como inhumanas e inconstitucionales. Diez años atrás, como parte de un tratado de paz con los separatistas, el gobierno indonesio entregó a Aceh un subsidio único para implementar la ley Sharia. El sexo gay no es ilegal en el resto de Indonesia.

“El espacio privado para los LGBT será invadido”, declara Echa, acerca de las nuevas cláusulas que entraron en vigencia a fines de octubre.

“Creo que el Islam es muy tolerante en estos asuntos”, añade. “Creo en Dios, y Dios ama. Aquellos que nos expulsan no son Dios”.

Echa (no es su verdadero nombre. Nos pidió que utilizáramos un seudónimo para proteger su identidad) es una mujer transgénero que se viste con un vestido largo hasta los pies color rosa y un pañuelo para la cabeza color turquesa. No muestra ni siquiera un mechón de pelo. Tiene sus propias razones para utilizar el hiyab: es respetable.

“No quiero que la imagen de los transgénero se asocie a la prostitución”, declara. Además, en el ambiente religioso conservador de Aceh, mientras lleve cubierta su cabeza, nunca le gritarán palabras ofensivas.

Echa dirige la sociedad local Violet Grey, un grupo de defensa de los LGBT, y también trabaja como instructora de modelos.

En un recorrido nocturno por la capital Banda Aceh, las cafeterías están colmadas de gente joven en sillas plásticas. No existe el alcohol, por lo que el café lidera el consumo. Echa señala un hotel que solía ser un lugar de reunión; ya no lo es más.

Luego pasamos por una calle que Echa indica que solía ser un “lugar interesante”, un lugar de reunión para gays y transgénero. Esta noche la calle está oscura. Los locales comerciales están cerrados.

Syahrizal Abbas, director de la agencia islámica de la Sharia perteneciente al gobierno local, señala que las regulaciones de la Sharia estaban previstas para guiar a las personas hacia una vida más devota, no para atemorizarlas. Procura destacar que la versión de Aceh de la ley Sharia es moderada, nada como la Sharia practicada por grupos extremistas como Boko Haram e ISIS.

“Queremos buenos musulmanes en Aceh”, declara.

Pero él es totalmente responsable de la nueva ley que castiga las relaciones gay con hasta 100 azotes con una vara. El adulterio conlleva la misma sanción.

Abbas argumenta que, de hecho, las parejas gay tienen más libertad que los heterosexuales solteros en Aceh. Las parejas heterosexuales no casadas no pueden quedar a solas y no se pueden tocar en público. Pero en el caso de hombres y mujeres homosexuales, este comportamiento está permitido.

“Caminar juntos, no es problema. Cocinar en la cocina, no es problema. Dormir en una habitación, en una cama juntos, no es problema”, declara Abbas.

El problema, indica, es si la pareja se involucra sexualmente.

En una pequeña peluquería, Echa saluda a sus amigos, quienes también están nerviosos debido a la nueva ley. Mientras comparan selfies y observan telenovelas en la televisión, un hombre gay que se hace llamar Mulan declara que las restricciones cada vez más estrictas hacen que los medios sociales sean más importantes que nunca. Las plataformas tales como messenger para Blackberry ofrecen la manera más segura de socializar.

La casa de Echa también es una especie de refugio seguro. Hay una fila de casilleros en la entrada. Su casa está abierta para estudiantes, amigos y fugitivos. Algunos miembros de la comunidad local LGBT han abandonado Aceh y se han ido a Jakarta; Echa no se quiere ir.

“Debemos tener una estrategia para garantizar que nos mantengamos fuertes y sólidos. Lo importante es que sobrevivamos, incluso si debemos sumergirnos aún más en la clandestinidad”, declara. Luego añade, “Debemos dar un paso atrás y aceptar el juego, aceptar lo que se desea”.

Ruth Morris y Carey Wagner informaron desde Indonesia con becas del International Reporting Project

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