Reflexiones sobre mujeres, poder, privilegios y videos del «Black Friday» en Pakistán

Treated screen grab of Friday's shopping brawl video in Pakistan.

Captura de pantalla tratada del video que muestra la riña por las compras del Viernes en Pakistán. Imagen mezclada por el autor.

Luego de las ventas del día de Acción de Gracias y el «Black friday» de cada año en Estados Unidos, los videos de peleas en medio de la locura por comprar en las mega tiendas como Wal-Mart y Target se vuelven virales.

Este año en Pakistán, en el mismo día, un video fue ampliamente compartido donde mujeres luchan en una venta de aniversario de la tienda Sapphire, que pretende ofrecer «ropa de diseño asequible para las masas«.

Las ventas en Sapphire —como las doorbuster del Black friday en Walmart— están diseñadas para crear una loca carrera. Los productos más deseados y fuertemente comercializados de Sapphire fueron rebajados al 50%. Si usted no llegó primero al producto, puede que no lo consiga después de todo.

Algunos lo llaman compras competitivas. Es como un deporte de contacto, diseñado para darse empujones.

En Walmart o Target, la locura tiene que ver por algún popular juguete o vídeojuego que un padre desesperado intenta comprar para su hijo en Navidad. Las familias que normalmente no pueden pagar por estos productos ahorran todo el año para hacer estas grandes compras. Los estudios han demostrado que el típico comprador del Black Friday es una persona no blanca, o un padre soltero. Se paran en fila durante horas para éste artículo, y cuando las puertas se abren hay una loca carrera y los estantes quedan vacíos en cuestión de minutos, por lo que la desesperación mezclada con la escasez es una combinación peligrosa.

Cuando vi por primera vez el video mencionado de Sapphire en mi cuenta de Twitter, lo ignoré, como usualmente ignoro todos los vídeos de conflictos por el Black Friday. Como crítico del consumismo, no veo ningún valor en avergonzar a los consumidores. Más bien trato de entender las estructuras más grandes que sustentan y perpetúan esta implacable campaña para adquirir bienes materiales.

Pero mientras veía más y más a personas compartiendo el video, la historia cobró vida propia. Una historia acerca de unos consumidores que luchan por la ropa y poniendo en vergüenza a todas las «privilegiadas señoras materialistas». Esto sonaba mucho como el comentario que se ve en los Estados Unidos cuando «los ricos comparten vídeos de peleas del Black Friday para avergonzar a los pobres» y algo sobre los privilegiados que averguenzan a los menos privilegiados hasta hacerlos sentir realmente mal..

Pero ¿no son las mujeres del vídeo «privilegiadas»? Tal vez algunas lo son, y tal vez algunas no. Privilegio y poder existen en un espectro, especialmente en países como Pakistán. El vídeo y el fervor con el que se comparte el video me hizo dejar de tener en cuenta las condiciones que podrían crear esta locura en Pakistán.

Esto no quiere decir que apruebo la violencia de cualquier tipo, especialmente la violencia por la ropa. Las personas que me conocen, saben que pido disculpas a las sillas que golpeo. Entonces justificar esta violencia sería una verdadera exageración para mí. Pero sí creo que es importante detenerse y considerar los factores que podrían desencadenar tanta rabia.

¿El sistema social de Pakistán —que premia sistemáticamente a las mujeres y niñas que muestran tener privilegios y crónicamente rechazan a los que no— tienen parte de culpa?

Quizás las mujeres en el video estaban peleando por más que una vestimenta. Quizás la venta ofrecía a algunas familias privilegios que normalmente no pueden costear para sus hijas, como aquellos padres marginados en los Estados Unidos que enfrentan el frenesí de las ventas del Black Friday porque viven en una sociedad donde el estatus social de sus hijos se define por los juguetes que poseen o la ropa que visten.

O quizás algunas de estas mujeres son de hecho «mujeres privilegiadas de familias ricas» obligadas a vivir con un presupuesto bajo.

Dos circunstancias diferentes, pero ambas son sistémicas y casi imposible de escapar para las personas.

Incluso en las grandes ciudades de Pakistán esta última condición es prevalente entre los «privilegiados» y es el resultado del desequilibrio masivo de poder y privilegios entre los géneros dentro de la unidad familiar. Algunos hombres tienen el control total del presupuesto familiar; a las mujeres en sus familias no se les permite trabajar fuera del hogar. Algunas mujeres se ven desalentadas a trabajar por sus familias, o simplemente los desafíos que encaran las mujeres en Pakistán, incluido el acoso sexual desenfrenado, el transporte público insuficiente y una cultura misógina en general. Para muchas mujeres salir o socializar se ve limitado a la familia o reuniones sociales, donde se espera que se vean lo mejor posible, tal vez luciendo un traje de zafiro.

Miro el video de Sapphire y pienso en esas mujeres urbanas paquistaníes, incluso las que parecen «privilegiadas» —que han sido despojadas de su propia agencia y empujadas a enloquecedores espacios y circunstancias— no por elección, sino por diseño.

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