Los más vulnerables de Siria viven una vida dura en los campamentos de refugiados de Jordania

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Los niños juegan en un campamento informal de tiendas de campaña en Jordania. FOTO: Noon Arabia.

Imagínese despertarse sin su cama y en su lugar encontrarse durmiendo en el suelo. Imagínese que no haya un techo o paredes de hormigón dándole cobijo, solamente una tienda de campaña o una caravana, si fuera usted afortunado. Imagínese haber perdido todo lo que posee, incluyendo a todos o algunos de sus familiares, parientes o amigos. Esto es lo que millones de sirios han experimentado desde que comenzó el levantamiento en su país en marzo del 2011. Los sirios, que perdieron sus hogares y sus medios de subsistencia, se vieron obligados a huir de la guerra en su país, cruzando a los países vecinos en busca de seguridad y refugio y desde entonces se han convertido en refugiados.

Tres amigos y yo viajamos a Jordania en la primera semana de noviembre del 2015 para trabajar como voluntarios apoyando a los refugiados sirios, y ser testigos de primera mano de las condiciones en que viven.

Según Amnistía Internacional, más de 4 millones de refugiados sírios (el 95 por ciento) se encuentran en sólo cinco países: Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Jordania acoge a unos 650.000 refugiados, lo que equivale a cerca del 10 por ciento de la población total del país. Esto se suma a la gran cantidad de refugiados de Palestina e Iraq que Jordania ha acogido en los últimos años, a pesar de sus propios desafíos socio-económicos.

UNHCR Report on Registered Syrian Refugees in Nov. 1, 2015

Informe del ACNUR sobre los refugiados sirios registrados al 1 de noviembre del 2015

Aproximadamente el 80 por ciento de los refugiados sirios en Jordania viven en campamentos de tiendas de campaña informales entre las comunidades de acogida en las zonas urbanas en el norte del país. El 20 por ciento restante viven en los campamentos de Zaatari (considerado como el segundo campo de refugiados más grande en el mundo), Marjeeb al-Fahood, Cyber ​​City y Azraq, construidos en terrenos cedidos por las autoridades jordanas.

Sólo el 45 por ciento del llamamiento humanitario de la ONU para los refugiados sirios tiene financiación. Debido a la escasez de fondos, los refugiados sirios más vulnerables en Jordania reciben aproximadamente JD20 al mes, el equivalente a 28 dólares norteamericanos, menos de 1 dólar al día. Esto significa que más del 80 por ciento de los refugiados sirios en Jordania vive por debajo del umbral de la pobreza local. Refugiados sirios en Jordania también luchan para encontrar puestos de trabajo que los ayude a sobrevivir, ya que la mayoría de ellos no tienen permiso de trabajo bajo la ley jordana. Así que aceptan trabajos ocasionales y mal remunerados que los jordanos normalmente no aceptarían. Si son capturados, corren el riesgo de ser deportados a Siria. Algunos niños también se han visto obligados a trabajar para asegurar alimentos para sus familias.

Dado que para visitar los campamentos formales y cerrados de Zaatari y Azraq se requiere permiso del gobierno, sólo pudimos visitar la parte informal de tiendas de campaña en ambos campamentos. Nuestro itinerario fue organizada por Catherine Ashcroft, especialista en movilización de recursos, consultora de Mercy Corps y fundadora de Ayudando a los refugiados en Jordania (HRJ), con quienes hemos estado colaborando el año pasado. Catherine es también madre de tres hijos y sobre todo una humanitaria que ha dedicado su tiempo y esfuerzo a esta causa. Su lema es «si un niño necesita zapatos, no importa su país de nacimiento».

Catherine ha transformado su garaje en un punto de depósito para las donaciones como ropa, zapatos, mantas, colchones, estufas y sillas de ruedas, y el salón de su casa se ha convertido en un pequeño bazar donde vende artesanías, bufandas y alfombras para recaudar fondos. El año pasado, los proyectos de Catherine recaudaron casi medio millón de dólares. 102 camiones de una tonelada cada uno con mantas, ropa y zapatos, cajas de comida y mobiliario escolar fueron transportados a los refugiados a través de Jordania, sin cargos administrativos.

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El garaje de Catherine Ashcroft se ha convertido en un punto de depósito para las donaciones. FOTO: Noon Arabia.

En nuestro primer día viajamos a Azraq en el norte de Jordania, y visitamos a una escuela construida con la ayuda de las donaciones recogidas por el HRJ y Mercy Corps, y administrada en colaboración con la Asociación de Mujeres Azraq. La escuela está constituida por cuatro caravanas que sirven como aulas para los grado 1 al 4, un pequeño parque infantil, y una quinta caravana que sirve como un centro de formación en costura. Los estudiantes que asisten a la escuela son refugiados sirios que viven en el pueblo, así como algunos jordanos. Nuevas donaciones permitieron la construcción de una biblioteca y sala de taller en un piso por encima de un edificio de oficinas existente.

Luego nos fuimos a visitar un sitio nuevo que estaba siendo preparado para convertirse en más aulas en tiendas de campaña y caravanas. El jefe de la Asociación de Mujeres Azraq nos dijo que la zona sería utilizada por la mañana como escuela, y por la tarde para talleres y un proyecto de formación que crearía oportunidades de empleo para los refugiados sirios. Puestos de trabajo como la venta de comida casera y artesanías tradicionales generarían ingresos y ayudarían a mejorar los niveles de vida de los refugiados sirios.

«. . . . mientras nos sentamos en una tienda de campaña-aula que estaba siendo preparada, pudimos sentir el entusiasmo de los niños en reanudar su educación. Muchos no habían acudido a la escuela durante los últimos cuatro años, pero relataban con emoción lo que todavía recordaban».

Por la tarde visitamos un campamento informal de tiendas de campaña en el norte de Azraq. Había algunas carpas donde, en cada una, se albergaban a varias familias y todos estábamos alarmados por las condiciones miserables de vida. Había una evidente falta de saneamiento y atención médica y algunos de los niños tenían su crecimiento atrofiado debido a la desnutrición. Sin embargo, mientras nos sentábamos en una tienda de campaña-aula que estaba siendo preparada, pudimos sentir el entusiasmo de los niños en reanudar su educación. Muchos no habían acudido a la escuela durante los últimos cuatro años, sin embargo relataban con emoción lo que todavía recordaban. La UNICEF pudo proporcionarles sólo dos maestros que los visitan dos veces por semana, pues la distancia y la viaje en carretera hace que esta zona sea más difícil de acceder. Salimos de ese campamento con el corazón abrumado, y la sensación de que el apoyo prestado por nuestras donaciones era sólo una gota en el océano.

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Un aula caravana en un campamento en Azraq. FOTO: Noon Arabia.

En nuestro segundo día, temprano, nos detuvimos en la casa de Catherine y cargamos uno de los coches con chaquetas, zapatos, calentadores y leche en polvo y nos dirigimos a la aldea de Zaatari. Cuando llegamos al pueblo, nos detuvimos en una organización local de desarrollo social llamada White Hands y fuimos informados sobre sus actividades de apoyo a los refugiados sirios y a la comunidad local, tales como micro-préstamos para los pequeños emprendedores y talleres de sensibilización. La encargada de la organización nos acompañó en nuestra visita a algunos de los campamentos.

El primer campamento de tiendas de campaña que visitamos estaba en el medio de la nada, con un depósito de agua como la única fuente de agua para todas las familias que viven en las tiendas esparcidas a su alrededor. A pesar de las precarias condiciones de vida, los niños nos recibieron con una sonrisa, y en un aula que visitamos vimos sus coloridos dibujos en las paredes. A medida que nos alejábamos, vimos a hombres que bajaban de un camión después de un día de trabajo en los campos. Me pregunté cuánto habrían ganado ese día.

«Me preguntaba por qué algunas familias optan por dejar los campos de refugiados cerrados establecidos por el gobierno de Jordania y el ACNUR, e ir a vivir en los campamentos informales de tiendas de campaña sin apenas ningún apoyo. Escuché que la vida en los campamentos cerrados tampoco estaba bien».

Luego visitamos otro asentamiento de tiendas de campaña informal en una finca privada cerrada. Entregamos algunos calentadores y comprobamos el progreso de otra escuela. Los niños llevaban ropa de invierno, sin embargo no llevaban calcetines o zapatos que les protegieran contra el frío. Las tiendas no parecían poder sobrevivir a una fuerte lluvia, y menos aún al duro invierno que tenían por delante. De regreso a Ammán escuchamos en la predicción del tiempo que una tormenta golpearía la zona en los próximos días. Nos sentíamos desalentados por ese pensamiento, sin embargo, más tarde nos consoló la noticia de que todas las escuelas en tiendas de campaña que habíamos visitado habían sido impermeabilizadas con lonas y cuerdas adicionales antes que la tormenta golpeara.

Antes de ir a Jordania, había estado siguiendo las noticias sobre la crisis de los refugiados de Siria y estaba familiarizada con las dificultades a que se enfrentaban. Sin embargo, lo que vimos allí durante nuestra corta visita fue realmente devastador. Los refugiados sirios en los campamentos informales necesitaban de viviendas adecuadas, alimentos y ropa. Lo que más me sorprendió fue la condición de los niños, la futura generación de Siria. No sólo necesitan viviendas adecuadas, sino atención médica y una educación formal. Muchos de los niños han estado sin acudir a la escuela desde hace años, lo que les impone serias limitaciones en sus vidas futuras.

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Shahd es una de los muchos niños que crecen en circunstancias difíciles en los campamentos de refugiados de Jordania. FOTO: Noon Arabia.

Me preguntaba por qué algunas familias optan por dejar los campos de refugiados cerrados establecidos por el gobierno de Jordania y el ACNUR, e ir a vivir en los campamentos informales de tiendas de campaña sin apenas ningún apoyo. Escuché que la vida en los campamentos cerrados tampoco estaba bien. Estaban abarrotados de gente, ofrecían oportunidades de trabajo limitadas y por lo general no eran seguros. Los que viven en ellos a menudo se sienten atrapados, inseguros y desesperados, aunque al trasladarse a otros campamentos por lo general intercambian una clase de dificultades por otras.

A medida que el conflicto sirio entra en su quinto año, y que la situación se deteriora y se vuelve más desesperada para los refugiados sirios, su esperanza de regresar a Siria está empezando a desvanecerse. Luego de mi estadía entre los sirios que han buscado refugio en Jordania, entendí por qué algunos optan por arriesgar todo y realizar la peligrosa travesía marítima en busca de mejores condiciones de vida en Europa. La fuerza impulsora es la oportunidade de empleo y un ingreso extra que podrían enviar a sus familiares en Siria, y, además, la esperanza de una asegurar un mejor futuro para sus hijos.

Para obtener más información sobre el trabajo de Catherine Ashcroft con los refugiados sirios en Jordania, visite la página de Facebook Ayudando a los refugiados en Jordania.

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