Mientras el número de viudas aumenta, la viudez está cambiando en Nepal

Bishnu Pande with her daughter Ayusha. Credit: Laura Spero. Used with PRI's permission

Bishnu Pande con su hija Ayusha. Foto: Laura Spero. Usado con autorización de PRI.

Este artículo escrito por Laura Spero para The World originalmente apareció en PRI.org el 28 de diciembre de 2015 y se republica aquí como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos.

Bishnu Pande tiene 21 años y su voz es suave y baja como un chelo.

Mientras conversamos en el jardín cerca de su casa, su hija Ayusha de 18 meses juega cerca. Bishnu me cuenta cómo conoció al padre de Ayusha. Su historia representa los numerosos cambios que se están extendiendo a través de esta cultura tradicional.

Hace tres años, Bishnu estaba en 11° grado cuando envió un mensaje a un número equivocado, y un chico de un pueblo respondió cerca de un día después. Su nombre era Dirgaraj. Comenzaron a escribirse.

«Me interesé más en el amor que en la escuela», cuenta Bishnu riéndose.

Un día, cuenta, él le pidió llamarla su novia. Ella le dijo que tenía que pensarlo.

«Pero luego», agrega, «pensé: una vez en la vida debes enamorarte de alguien. Entonces, sea lo que sea, debería hacerlo».

Bishnu deja escapar un suspiro. «¿Quién sabe? Así como así, estaba enamorada».

El padre de Bishnu había fallecido cuando ella tenía 11 años y su madre estaba en el extranjero cuando ella tenía 16 años. Entonces, cuando su tía comenzó a organizar la boda, Bishnu llamó a Dirgaraj.

«Si él hubiera dudado o hubiera dicho otra cosa, no habría ido», comenta Bishnu. «Pero directamente solo dijo : ‘Ven’. Él dijo: «Tengo dinero. Pagaremos [el boleto del autobús] cuando llegues aquí».

Todos los astrólogos que Bishnu había visitado le habían aconsejado: «No te cases hasta que tengas 30″.

Pero tomó el autobús para encontrarse con él y unos días después se casaron.

Luego de un año aproximadamente, sin embargo, Dirgaraj se volvió ansioso por tener mejores ingresos y, al igual que cientos de miles de otros hombres jóvenes de Nepal, tomó una decisión.

«Un día cuando yo había salido, él comenzó a hacer los preparativos para irse a trabajar fuera del país. Escondí su pasaporte y le rogué que no se fuera. Le dije que no lo llamaría ni hablaría con él. Pero él solo dijo: «Si me voy, llorarás un segundo y luego dejarás de preocuparte. De todos modos, no puedes detenerme.

«Son solo dos años», Bishnu recuerda que le dijo. «En dos años, no importa dónde vayamos, estaremos juntos.

Dirgaraj se fue a trabajar a Qatar como guardia de seguridad tan solo un mes antes de que naciera su hija Ayusha.

Siete meses después, Bishnu iba en un autobús cuando escuchó algo. Un hombre joven de su pueblo había fallecido en Qatar. Había sufrido un ataque al corazón. Tenía una hija bebé.

Era Dirgaraj. Y así como así, a la edad de 20 años, Bishnu era una viuda.

El Movimiento del Color Rojo

En la cultura hindú tradicional, las mujeres se casan con las familias de sus esposos y viven en las viviendas de varias generaciones de sus esposos. Debido a que las mujeres y sus hijos son vistos como miembros de las familias de sus esposos, las prácticas de viudez de la cultura hindú tradicional son sumamente conservadoras.

No se supone que las viudas vuelvan a casarse fuera de sus hogares políticos. No visten el color rojo ni comen carne ni asisten a celebraciones; en la mayoría de los lugares conservadores, las viudas son consideradas tan desfavorables que la gente se aleja de ellas en la calle. Además, históricamente las mujeres han enfrentado obstáculos legales de discriminación, como por ejemplo, se les requiere obtener autorización de los miembros masculinos de la familia para conseguir pasaportes o herencias o tierras.

Pero al aumentar el número de mujeres instruidas y la cantidad de hombres jóvenes que dejan a sus esposas para ir a trabajar al extranjero, estas prácticas están cambiando.

Lily Thapa es la fundadora de Mujeres Pro Derechos Humanos, una organización que aboga por las mujeres solteras de Nepal desde hace 20 años. Hace diez años, Thapa colaboró con la fundación del Movimiento del Color Rojo, que pretende cambiar la tradición de que las viudas no vistan el color rojo. Para situar esta costumbre en contexto, no es sencillo encontrar ropa femenina tradicional que no sea de color rojo. Las mujeres se casan de rojo, celebran en rojo, se colocan polvo sindoor rojo brillante en sus frentes diariamente. Abstenerse del color rojo, me comenta Lily, es abstenerse de la belleza y la celebración.

Nuevo comienzo

Visité a Bishnu en el primer aniversario de la muerte de su esposo. La casa estaba llena de visitas y ofrendas rituales. Pero el detalle que llamó mi atención fueron las sandalias rojas de Bishnu. Este hilo de color debajo de sus pies dice mucho sobre su futuro.

Y es una ruptura con su pasado — y de cómo su madre llevaba la viudez.

«Si hay incluso una pequeña mancha de rojo sobre algo, mi madre no lo usará», recuerda Bishnu de su viuda madre.

«¿Yo?» agrega, «Yo me pongo lo que quiero».

El pequeño detalle demuestra que Bishnu está— y no está — reviviendo el destino de su madre.

Ojeamos algunos álbumes de fotos viejas, afuera al costado de la casa. La madre de Dirgaraj todavía no tolera verlas. Dirgaraj es una hombre joven notable con hombros musculosos, pómulos altos y fuertes y unos inusuales ojos verdosos como los de su padre. En esta está con una camiseta sin mangas con las colinas detrás de él; aquí en su boda. Parecen tan jóvenes, porque lo eran.

A medida que Bishnu me lleva a través de estos álbumes, la veo atravesar el límite entre rituales habituales y la femineidad moderna. De hecho, hay muchas tradiciones de luto que ella eligió mantener. No usa brazaletes en las muñecas ni se coloca polvo sindoor rojo brillante en el cabello. Y se quedó aquí con su familia política por un año para honrar la pérdida de su amado.

Pero tras el aniversario de hoy, está preparándose para irse.

«Nadie dirá: ‘Eh, necesitas algo de dinero'», señala. «Tengo que hacer todo lo que soy capaz de hacer en la vida y sostenerme sobre mis propios pies. No hay nada más importante que eso».

Bishnu está muy segura, sin embargo, de que cuidarse sola no significa abandonar a su familia política. Es importante para ella asegurarse de que estén cuidados — aún es su nuera.

Pero su tono se vuelve desafiante cuando dice que no beneficia a nadie que ella se deprima aquí, sin hacer nada con su vida. Una obligación consuetudinaria ya no tiene sentido para la otra, por así decirlo.

Y hoy en día, la gente comprende eso. «Si mi familia política hubiera dicho: ‘¡Debes quedarte aquí! ¡Cuida de nosotros!’ no hay nada que pudiese haber hecho al respecto. Pero me dijeron: ‘Haz lo que sea que te haga feliz… solo trae a nuestra nieta a visitarnos».

La comunidad ha reflexionado acerca de estas opiniones. Nadie espera que Bishnu se deshaga de su vida como una viuda en deuda tradicional.

Una vez más, nadie espera que la vida sea igual a como era antes, tampoco. Mientras Bishnu construya un futuro independiente para sí misma, continuará valorando su herencia cultural para llorar su pérdida. En forma pública.

«No me imagino yendo y viniendo con otro», afirma Bishnu. «No importa dónde vaya, si busco en todo el mundo — nunca encontraré un hombre como este». Todo en él era bueno. A veces actuaba como un niño juguetón, otras veces era un amigo; a veces era como esas pequeñas personas ancianas que caminan con bastón. Nunca causó ningún sufrimiento. Pero ahora, siempre es dolor.

«Desde hoy… hoy es el principio de una nueva vida para mí».

Epílogo

Cuando contacté a Bishnu ocho meses después, estaba reasentada en el pueblo donde nació.

Está planeando su futuro, igual que hace cuatro años atrás, aquel día cuando envió un mensaje a un número equivocado. Pero ahora no usa brazaletes. Y quizás nunca más lo hará.

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