Pareja singapurense a juicio por presuntamente privar de alimentación por 15 meses a su empleada doméstica

Facebook profile photo of   Thelma Oyasan Gawidan

Fotografía de perfil de Facebook de Thelma Oyasan Gawidan

El juicio en desarrollo que involucra a una pareja singapurense y el trato hacia su empleada doméstica migrante ha resaltado la explotación y la privación de facultades que muchas trabajadoras migrantes enfrentan en la acaudalada ciudad-Estado.

Lim Choon Hong, un comerciante, está siendo acusado por infringir las leyes de contratación de mano de obra extranjera de 2012 (permisos para trabajar) por no proporcionar una alimentación adecuada a Thelma Oyasan Gawidan. Su esposa Chong Sui Foon es acusada de ser cómplice en este delito.

Gawidan afirma que sus patronos la alimentaban principalmente de pan y fideos instantáneos, por lo que su peso disminuyó de 49 kg a 29 kg en tan solo 15 meses.

Singapur ha sido considerado desde hace tiempo como un destino atractivo para aquellas personas en países aledaños que buscan una oportunidad para ganar un mejor ingreso para sus familias. Hasta junio de 2015, existían 993,900 personas con permiso para trabajar en Singapur, entre ellas: empleadas domésticas y ayudantes de construcción de obras en todo el país. Muchos de estos hombres y mujeres provienen de naciones como Bangladesh, India, Filipinas, Indonesia y Myanmar.

Además de negarle la alimentación, Gawidan testificó también en el tribunal que había sido monitoreada constantemente por sus patronos hasta el punto que Chong la monitoreaba cuando se duchaba. Aunque la familia vivía en un condominio exclusivo cerca de la zona comercial más importante de Singapur, ella indicó que solo le permitían bañarse una o dos veces a la semana en un baño público dentro del complejo del condominio.

Se presume que la pareja también mantenía su teléfono móvil bajo llave, dejándola sin la oportunidad de contactar a sus familiares en Filipinas. Gawidan indicó que le retenían su salario; sus patronos afirmaron que lo hacían con el fin de custodiárselo. Cualquier intento por comunicarse con otros acabaría en reprimendas.

“Cada movimiento que daba en la casa, me observaban siempre, y me regañaban si cometía un error», ella afirmó en el tribunal.

Si reciben sentencia, Chong y Lim podrían ser acreedores de una multa de hasta S$10,000 ($7,110 USD), 12 meses en prisión o ambos.

‘¿Seguramente podemos mejorar?’

Las empleadas domésticas migrantes en Singapur son particularmente susceptibles al abuso y a la explotación. Ellas no están incluidas en la ley de contratación – que trata sobre las condiciones laborales, como las horas extraordinarias, y proporciona el recurso jurídico para apelar los despidos injustos, entre otros – y se les solicita que vivan en las residencias de sus patronos. Aunque en Singapur se exige que las empleadas domésticas gocen de un día libre a la semana, a muchas de ellas todavía les niegan este derecho.

Los comentarios en las redes sociales hacen énfasis sobre los problemas estructurales que conllevan al abuso de las empleadas domésticas. Kokila Annamalai señaló que los cargos que enfrentan los patronos no los formularon como una violación hacia los derechos de Gawidan, sino como una incapacidad de «mantenerla»:

Watching her shower, starving her, overworking her to the point of torture (including once that was close to 72 hours at a stretch), sleep deprivation, denying access to basic hygiene – and the perpetrators are charged with failing to «maintain» her. In the eyes of MOM [Ministry of Monpower], the police and the courts, this isn't abuse or a gross violation of her human rights. The crime is failing to oil your machine.

It is easier to believe that the abusers are monsters, and that putting them away for a long time will solve the problem, but until there is widespread recognition that migrant domestic workers in Singapore live and work under state regulations that place them squarely in the position of indentured slaves, and more people with a voice use it to demand reform, domestic workers will remain vulnerable to the most inhumane abuse.

Observarla cuando se bañaba, privarla de alimentación, sobrecargarla de trabajo hasta el punto de torturarla (incluso en una ocasión trabajó por casi 72 horas seguidas), privarla de sueño, negarle el acceso a la higiene básica – y a los criminales los acusan de incapacidad para «mantenerla». Ante los ojos del MOM [Ministerio de mano de obra], la policía y los tribunales, esto no constituye un abuso o una grave violación de sus derechos humanos. El delito es por no lubricar a la máquina.

Es más fácil creer que los abusadores son monstruos y que encarcelarlos durante un largo tiempo resolverá el problema; pero hasta que haya un amplio reconocimiento de que las empleadas domésticas migrantes en Singapur viven y trabajan bajo leyes estatales que las colocan directamente en posición de esclavas bajo contrato, y más personas usen su voz para exigir una reforma, las empleadas domésticas seguirán siendo susceptibles a los abusos más inhumanos.

Otros agregaron que el trato de Gawidan no era un caso aislado. En un comentario en la página de Facebook del periódico local The Straits Times, Christopher Shelley escribió acerca de cómo su empleada doméstica tuvo que brindarle ayuda a otra en el vecindario:

This is not isolated…When we lived in Singapore in Rochalie Drive a few years – a very wealthy road- our maid used to pass food over the fence secretly to our neighbours maid who was being made to pay for her food and earned half the rate we paid ours…she refused to let us report the employers in case she was thrown out of Singapore…

Esta situación no es única… Cuando vivímos en Singapur, en Rochalie Drive, hace unos años – una avenida lujosa – nuestra empleada doméstica pasaba alimento en secreto por encima de la cerca a la empleada de nuestros vecinos, a quien obligaban a pagar por su alimentación y ganaba la mitad de lo que le pagábamos a la nuestra… Ella no nos permitió denunciar a los patronos por temor a ser deportada…

La fotoperiodista Sim Chiyin respondió a los argumentos con respecto al trato de las empleadas domésticas migrantes, diciendo que esto puede ser peor en otras partes del mundo:

Of course there are far worse cases of physical, sexual, emotional abuse elsewhere, particularly in the Middle East — another common refrain I heard as a labour beat reporter. There's no shortage of examples in the press, and I documented a number of them at the end of my book.
But surely we want to compare ourselves to the best and not the lowest common denominator. Surely we can do better?

Por supuesto que existen peores casos de abuso físico, sexual y emocional en otros lugares, en particular, en el Medio Oriente – otro refrán común que escucho como periodista especialista en el ámbito laboral. Existe una abundancia de ejemplos en la prensa y documenté unos cuantos al final de mi libro.
De seguro queremos compararnos a nosotros mismos con los mejores denominadores comunes pero no con los más bajos. ¿Seguramente podemos mejorar?

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