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Epidemia de sida diezma a comunidad indígena en Venezuela

Categorías: Venezuela, Gobernabilidad, Noticias, Pueblos indígenas, Salud
Especialista haciendo prueba preliminar de VIH a paciente de la etnia warao. Para determinar si un paciente tiene VIH se aplican dos exámenes: primero se estudia una muestra de su saliva y en caso de dar positivo, debe someterse a una prueba de sangre. Fotografía de Minerva Vitti, publicada con permiso. [1]

Especialista haciendo prueba preliminar de VIH a paciente de la etnia warao. Para determinar si un paciente tiene VIH se aplican dos exámenes: primero se estudia una muestra de su saliva y en caso de dar positivo, debe someterse a una prueba de sangre. Fotografía de Minerva Vitti, publicada con permiso.

El día que monseñor Felipe González le pidió a los habitantes de San Francisco de Guayo –un poblado indígena localizado en el Delta del Orinoco, al extremo nororiental de Venezuela– que describieran lo que la gente sentía antes de morir, todos comenzaron a nombrar: diaraya (fiebre), sojo (diarrea), botukataya (pérdida de peso), botobotoya (debilidad),ataearakateobo (mareos). Ninguno mencionó la enfermedad que engloba todos esos síntomas.

“Señores ustedes están muriendo de sida”, sentenció el sacerdote. En San Francisco de Guayo, como en otras comunidades de los caños cercanos, muchos indígenas de la etnia warao no llaman al sida por su nombre sino por los síntomas que experimentan.

San Francisco de Guayo, ubicado en el municipio Antonio Díaz del estado venezolano de Delta Amacuro [2], fue una de las ocho comunidades donde a finales de 2011, el doctor Julián Villalba y otros investigadores del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y el  Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela elaboraron un estudio [3] que arrojó como resultado que 55 indígenas tenían el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Los especialistas se alarmaron porque 9,55% de los habitantes de ocho comunidades estudiadas habían contraído el virus. La más alta prevalencia en el mundo corresponde hasta ahora a una región lejana: el África subsahariana, con 5% de su población.

Los trabajos que especificaban los tipos de VIH contraídos y los porcentajes de infección en la población fueron presentados en reuniones con las viceministras de salud Miriam Morales y Claudia Morón, en 2012 y 2014, respectivamente. De estas autoridades sanitarias solamente Claudia Morón continúa como viceministra de Redes de Salud Colectiva. En aquel momento las funcionarias aseguraron que tomarían medidas, que una parte de la institución ya conocía el problema, y que debían planificar una investigación de campo.

En 2015 algunos especialistas de estos estudios, así como antropólogos de otra investigación sobre los determinantes sociales del contagio de VIH en las comunidades warao (hecha por la Fundación para el Crecimiento y Desarrollo de la Población, y que aún no ha sido publicada) [4] se reunieron con representantes de la Defensoría del Pueblo para plantearles la situación. Solo se sabe que luego de esto viajaron a Tucupita, se reunieron con autoridades y realizaron talleres con líderes comunitarios.

Desde ese entonces, sin embargo, nada ha cambiado.

Una cepa más agresiva

Una persona con VIH puede estar infectada entre ocho y diez años sin presentar ningún tipo de síntoma y sin embargo transmitir el virus. Alguien infectado con la cepa más común en Venezuela, el VIH-1 subtipo B, podría vivir ese tiempo sin tratamiento, pero los warao están desarrollando síntomas del sida en menos de cinco años.

Según otros estudios [5] el virus ingresó a la comunidad hace casi tres lustros y ha evolucionado muy rápido. El panorama, bien se sabe, es devastador: la magnitud de la epidemia, la velocidad con que se está transmitiendo y en especial la agresividad de la cepa.

Los médicos también concluyeron que las comunidades con mayor prevalencia de infección VIH son Jobure de Guayo, Usidu y San Francisco de Guayo; que los hombres resultan más propensos a la infección que las mujeres y la mayor prevalencia de VIH se encuentra en el grupo etario comprendido entre los 15 y 24 años. La mortalidad de infección por VIH en los últimos ocho años es elevada y la prevalencia de infección por VIH en las comunidades estudiadas se ha mantenido en los últimos tres años.

En 2007 la Cruz Roja Venezolana había identificado 15 casos de VIH en la comunidad de San Francisco de Guayo y sus alrededores (Murako, Jobure, Isla Jobure, Murako, Ajimurina, Merejina, Kuamujo, La Mora y Guayaboroina). Hoy hay presencia de VIH en 26 comunidades warao. La comunidad que está al frente de Jeukubaca desapareció hace dos años. Gran parte de sus habitantes murieron de SIDA, como lo confirma una lista con la estadística de fallecidos que lleva el hospital de Guayo. La mayoría eran hombres. Las mujeres que quedaron abandonaron el lugar.

Las comunidades con mayor incidencia de VIH fueron Nabasanuka (3 casos que representa una prevalencia de 5%), Burojosanuka (2 casos que representa una prevalencia de 6,6%), y Bamutanoko (1 caso que representa 5,26%). Estos números son evidencias claras de que lo que ocurre en el Delta de Orinoco de Venezuela es una epidemia. Una epidemia que está poniendo en riesgo la supervivencia de todo un pueblo indígena.

Este texto es una adaptación de la primera entrega de una investigación hecha por Minerva Vitti y que ha sido publicada previamente por ArmandoInfo [1]. En esta publicación puede encontrarse información más detallada y vínculos a los trabajos de investigación que hicieron la base de este trabajo. La investigación tiene cuatro partes, que han sido hechas en el marco del Diplomado de Periodismo de Investigación, del Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) [6] en alianza con la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Venezuela. [7] Un post de Minerva sobre las condiciones de salud de los warao en Venezuela fue reeditada y publicada previamente en Global Voices y puede verse aquí [8].