Un niño indígena fue asesinado a sangre fría pero Brasil apenas se dio cuenta

Security camera footage shows suspect approaching mother and child. Photo: ScreenShot

Video de la cámara de seguridad muestra al sospechoso aproximándose a la madre y su hijo. Captura de pantalla.

En la tarde del 30 de diciembre del 2015 una madre Kaingang estaba amamantando a su hijo de 2 años de edad sentada en la vereda fuera de la estación de autobuses en la ciudad de Imbituba, en el estado de Santa Catarina, Brasil. Habían estado durmiendo allí por unos pocos días junto a un grupo de otros indígenas que habían hecho el viaje de ocho horas en autobús desde la ciudad de Chapecó a Imbituba para vender sus artesanías.

En Santa Catarina, un estado ubicado en el sur de Brasil, el fin de año es cuando sus famosas playas se llenan de turistas venidos de otros estados y países vecinos tales como Uruguay y Argentina. Muchos indígenas ven la llegada de los visitantes como una oportunidad de hacer un poco de dinero vendiendo su arte, así es común ver grupos que permanecen en las estaciones de autobús para estar cerca de sus potenciales clientes.

La joven madre sostenía a su hijo mientras apoyaba su espalda en el muro cuando un extraño se les acercó. La cámara de seguridad muestra que el hombre primero toca la cara del niño y le corta el cuello con una pequeña cuchilla. Mientras él corre la madre grita pidiendo ayuda pero Vitor Pinto el pequeño de 2 años murió rápidamente.

Este descarado asesinato de un niño, muerto en los brazos de su madre a plena luz del día no produjo titulares en Brasil. Pocos medios de comunicación se molestaron en informar lo sucedido. Según lo expresado por la periodista Eliane Brum, escribiendo en su columna para el periódico español El País:

Se fosse meu filho, ou de qualquer mulher branca de classe média, assassinado nessas circunstâncias, haveria manchetes, haveria especialistas analisando a violência, haveria choro e haveria solidariedade. E talvez houvesse até velas e flores no chão da estação rodoviária, como nas vítimas de terrorismo em Paris. Mas Vitor era um índio. Um bebê, mas indígena. Pequeno, mas indígena. Vítima, mas indígena. Assassinado, mas indígena. Perfurado, mas indígena. Esse “mas” é o assassino oculto. Esse “mas” é serial killer.

Si fuese mi hijo o el de cualquier mujer blanca de clase media, un asesinato en esas circunstancias produciría titulares, habría especialistas analizando la violencia, habría llantos y habría solidaridad. Y quizás habría velas y flores en el piso de la estación de autobús como para las víctimas de terrorismo en París. Pero Víctor era indígena. Un niño pequeño pero indígena. Una víctima, pero indígena. Asesinado, pero indígena. Perforado, pero indígena. Ese «pero» es el asesino oculto. Ese «pero» es un asesino en serie.

¿Qué vidas tienen importancia?

Illustration of a fight between indigenous people and militias during Brazil's Colonial era, by Johann Moritz Rugendas | Image: Public domain

Ilustración de una batalla entre indígenas y milicias durante la era colonial en Brasil, por Johann Moritz Rugendas. Dominio público.

Desde que América Latina se transformó en un “negocio europeo» — como el periodista Eduardo Galeano acostumbraba a decir — las vidas indígenas han sido las más baratas del continente. Esto no es novedad. “El racismo contra los indígenas es histórico,” subraya el historiador brasilero Waldir Rampinelli durante una entrevista con Radio Campeche después del asesinato de Vitor:

Assim que a gente se tornou indepente, para os indígenas nada mudou […] Esse preconceito contra os indígenas chega até os dias de hoje. Tanto é que matar um indígena na rodoviária de Imbituba, aparentemente, é um crime muito menor do que matar uma criança branca numa rodoviária de Florianópolis.

Desde que Brasil se independizó nada ha cambiado para los indígenas […] Este prejuicio contra los pueblos indígenas prevalece hasta hoy día. Tanto que matar a un indígena en la estación de bus de Imbituba es aparentemente un crimen mucho menor que matar a un niño blanco en una estación de bus de Florianópolis [capital del estado].

Elaine Tavares, una periodista basada en Santa Catarina donde Vitor fue asesinado, señala que cuando los exploradores españoles y portugueses llegaron a latinoamérica los pueblos indígenas fueron etiquetados como “no-humanos, ciudadanos de segunda clase, sin alma, inútiles”:

Ao longo de todos esses séculos foi sendo construída uma imagem negativa do indígena, justamente para que pudesse ser justificada a invasão e o roubo de suas terras e riquezas. Os índios são vistos como um atrapalho, uma lembrança desconfortável do massacre. Por isso que o melhor acaba sendo confiná-los em alguma «reserva» longe dos olhos das gentes. Mas, se eles decidem sair e dividir a vida no mundo branco, aí a coisa fica feia.

A lo largo de todos estos siglos se fue construyendo una imagen negativa del indígena justamente para que pudiese ser justificada la invasión y el robo de sus tierras y riquezas. Los indios son vistos como algo que molesta en el camino, un recuerdo inconfortable de la masacre. Es por esto que la mejor solución termina siendo confinarlos en alguna «reserva», lejos de la vista de otras personas. Pero si deciden salir de allí y compartir la vida con los blancos entonces se transforman en algo feo.

Esta es la horrible realidad de Brasil. En el Estado de Mato Grosso del Sur, por ejemplo, al menos 300 individuos indígenas han sido asesinados por disputas de tierras en el pasado reciente. Muchos líderes indígenas han estado tratando de llamar la atención a lo que ellos llaman un genocidio en el país donde milicias organizadas han asesinado personas indígenas. Sin embargo poco o ningún debate ha sido creado sobre el tema. Algunas de las víctimas han sido Guarani-Kaiowá, la etnia que ostenta el mayor número de suicidios en Brasil. Según un artículo en el New York Times, los suicidios entre las tribus son 12 veces mas altos que el promedio nacional.

Tierras y derechos

Indigenous people protest outside Brazil's Supreme Court | Image: Wilson Dias/AgênciaBrasil/CC 3.0

Indígenas manifestandose fuera de la Corte Suprema de Brasil. Foto: Wilson Dias/AgênciaBrasil/CC 3.0.

A lo largo de todo el país, con algunas diferencias en el contexto regional, la batalla de los indígenas de Brasil de estado a estado, es obtener el reconocimiento y demarcación de sus tierras. Mientras esperan muchos han tenido que vivir en los bordes de las carreteras o en las calles. El gobierno de la presidenta Dilma Roussef tiene el peor record de demarcación de tierras en 30 años.

El Congreso está por votar sobre una enmienda constitucional para cambiar cómo es hecho el proceso de demarcación de tierras. Si es aprobada, PEC 215 transferirá la decisión final sobre demarcación de tierra y propiedad del ejecutivo al legislativo. En efecto, esto pondría la palabra final sobre las tierras indígenas en manos del Congreso y su lobby de agricultores — los ruralistas.

Entretanto las disputas de tierras continúan siendo fomentadas. En noviembre, una reserva en Florianópolis fue invadida por el dueño que no aceptó la suma pagada para así devolver las tierras a los indígenas. Un mes antes de la invasión, un juez había condenado al hombre sobre la base que él conocía cuales eran las tierras indígenas cuando compró la propiedad. El jefe de la tribu Eunice Antunes, conocido también como Kerexu Yxapyry, informó haber recibido amenazas de muerte y persecución antes de la invasión sin que se tomaran acciones.

Asesinato de Vitor

Dos días después del asesinato de Vitor, el sospechoso de 23 años fue a la policía confesando haber matado al niño. Decidió presentarse porque dijo que temía por su vida aunque no ha dado ningún motivo. Algunos han especulado que podría estar sicológicamente perturbado.

Aunque no hay mucho que decir sobre su asesino, la muerte de Vitor dice mucho sobre como Brasil trata sus pueblos nativos. En palabras de Eliane Brum:

Quem continua morrendo de assassinato no Brasil, em sua maioria, são os negros, os pobres e os índios. […] Estamos nus. E nossa imagem é horrenda. Ela suja de sangue o pequeno corpo de Vitor por quem tão poucos choraram.

Quienes siguen muriendo por asesinato en Brasil, en su mayoría, son los negros, los pobres y los indios […] Estamos desnudos. Nuestra imagen es horrenda. El pequeño cuerpo de Vitor, por quien tan pocos han llorado, está manchado con sangre.

1 comentario

  • Julio

    Es muy triste verificar el racismo intenso en la sociedad brasileña, principalmente contra los pueblos indígenas que han sido sistemáticamente asesinados, violados, robados, por la dictadura militar (vean el Reporte Figueiredo, en portugués «Relatório Figueirero) y las familias más ricas del país. Estas familias, vale decírselo, controlan los medios de comunicación de masa y censuran información de este tipo. En verdad, estoy comentando aquí porque, para comentar en los periódicos brasileños, hay que darles su número de documentos personales, etc. Una dictadura moderna que se finge democracia.

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