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Multitud de Kirguistán protesta en Internet por delfinario

Categorías: Asia Central y Cáucaso, Kirguistán, Activismo digital, Medios ciudadanos, Política, Protesta
Kyrgyzstan's dolphinarium. Photo from Kloop.kg, used with permission.

Delfinario de Kirguistán. Fotografía de Kloop.kg, usada con permiso.

El siguiente es un artículo asociado [1] de EurasiaNet.org [2]. Republicado con permiso.

Tras bajar los humos momentáneamente al parlamento del país, la comunidad de «activismo de salón» [3] de Kirguistán ha fijado la vista en los entrenadores de delfines.

La indignación se empezó a gestar en Internet y se divulgó en todos los grandes medios después que un delfinario móvil apareciera de la nada en la nevada periferia de la capital, Biskek.

Los amantes de los animales sostienen que todo el negocio es una farsa cruel; por su parte, los organizadores son despreciativos e insisten en que los animales marinos disfrutan de su estancia en este frío país del interior.

Los patrocinadores del delfinario han informado en el ayuntamiento que esta instalación permanecerá [4] en la ciudad desde finales de este mes hasta mayo, y que los visitantes podrán nadar con las criaturas.

Los delfinarios ambulantes están prohibidos en muchos lugares del mundo, siendo Bielorrusia, Kazajistán, Indonesia y Rusia excepciones activas según un grupo de presión [5]. Otros países, como Kirguistán, carecen de una legislación que los regule o ilegalice.

Teniendo en cuenta el pobre trato de los zoos y el enfoque anticuado hacia los animales de circo en este país exsoviético, los opositores a la nueva instalación de Biskek explican no tener razones para pensar que el cuarteto de delfines y la ballena estarán bien cuidados. «Todos los delfinarios son explotaciones, independientemente de su tamaño y comodidad. ¡Los delfines tienen que vivir en el océano!» se quejaba [6] un usuario de Facebook.

Sin embargo, en una entrevista [7] de Kloop, un sitio web de noticias, Taras Zhimarev, uno de los organizadores del delfinario, respondió a las criticas diciendo que «la gente tiene mucho tiempo libre». Prometió que los animales van a estar bien cuidados y que, de todas formas, «morirían en dos días si se les devolviera al mar».

Cuando se mencionó a los activistas por los derechos de los animales, Zhimarev se mofó: «A los delfines les encantan estos trucos», dijo. «Si se fijan, aquí hacen exactamente lo mismo que cuando saltan en el mar».

Zhimarev no es el único irritado por el repentino ascenso en el país de un grupo de presión por el bienestar animal justo cuando los exóticos mamíferos están de camino a la ciudad: «Por Dios, eternos ecologistas de Greenpeace, defensores incansables de los animales, dennos una oportunidad para ver a los delfines. Al fin y al cabo, siempre salen en la tele. Si no les gustan, por favor, siéntense en casa y protesten un poco más», comentaba un usuario anónimo en una encuesta [8] de Knews sobre el tema de las quejas.

La campaña antidelfinario ha actuado con dureza al difundir imágenes de delfines sufriendo en Rusia sin señalar su procedencia en artículos de Facebook y Twitter. No obstante, es poco probable que el ayuntamiento dé marcha atrás.

Después de todo, una petición [9] contra una atracción parecida en Kazajistán no tuvo éxito a pesar de conseguir miles de firmas que pedían al Presidente Nursultan Nazarbayev que cambiara el destino [10] de una beluga, llamada Dale, que murió en 2010 por problemas de calor en el tour de un delfinario ubicado en el centro de Moscú.

Por lo tanto, puede que no se repita lo que ocurrió con la escandalosa campaña en Internet [11] que culminó con el parlamento nacional retirando una licitación para sustituir más de cien sillas en la legislatura de octubre.

La campaña «120 Sillas» [3] dirigida al parlamento de Kirguistán fue celebrada como un triunfo de la ira hacia la maquinaria estatal y dió esperanzas en el poder de las iniciativas espontáneas de los ciudadanos para promover un cambio político real en la república.

No obstante, esta campaña fue efectiva precisamente porque los únicos beneficiarios de las lujosas sillas nuevas del parlamento eran los que más se burlan del país, los legisladores que la gente teme.

En cuanto a las políticas sobre la vida marina, el público amante de los delfines en Kirguistán se enfrenta a un oponente más amorfo e igualmente entusiasta: el público amante de los delfines en Kirguistán.