Una mujer cubana transexual que fue prisionera en Cuba promete no volver nunca

Ana Marrero, a transgender woman, says she was repeatedly thrown in prison in Cuba for wearing makeup and women's clothing. Credit: Tim Padgett/WLRN. Used with PRI's permission

Ana Marrero, una mujer transexual, afirma que fue encarcelada repetidamente en Cuba por maquillarse y ponerse ropa de mujer. Derechos: Tim Padgett/WLRN. Usada con permiso de PRI.

Este artículo de Nadege Green para The World se publicó originalmente en PRI.org el 28 de enero de 2015, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos. 

Ana Marrero se sube la manga de la camisa y enseña el brazo izquierdo.

«En las prisiones de Cuba, intenté suicidarme con cuchillas varias veces», afirma.

Ocho veces.

«Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho», cuenta las cicatrices curadas en su antebrazo. Parecen marcas de conteo horizontales.

Actualmente es más sencillo viajar entre EE. UU. y Cuba, pero algunos cubanos no tienen ningún interés en volver a su patria.

Esto es especialmente cierto en el caso de los transexuales cubanos, como Marrero, de 54 años de edad, que vivió en Cuba en las décadas de los 60 y 70. Por aquel entonces, el gobierno cubano mantenía unos prejuicios de género muy rígidos y enviaba a personas homosexuales y transexuales de manera regular a las prisiones y campos de trabajo por llevar un denominado «estilo de vida desviado».

«Era horrible», afirma Marrero, que huyó de Cuba en 1980 durante el éxodo del Mariel. «No podíamos tener una vida. En aquella época el gobierno cubano era muy retrógrado y cruel con respecto a la homosexualidad».

Asegura que los prisioneros homosexuales y transexuales estaban a merced de guardias crueles.

«Conocí a un hombre homosexual que tenía unos pechos grandes de nacimiento y que molestaban tanto a las autoridades de la prisión que le hacían operaciones para librarse de aquellos pechos», comenta.

Marrero se identificó como mujer desde muy joven. En Cuba, solía ponerse la ropa de su madre y se maquillaba – y pagó las consecuencias.

«Desde los 10 hasta los 18 a menudo estaba en prisión en Cuba. Por el simple hecho de ser quien soy», asegura.

Esa Cuba, la Cuba que Marrero conoció, está cambiando.

Mariela Castro, hija del presidente Raul Castro, es directora del Centro de Educación Sexual del gobierno y una destacada defensora de la comunidad homosexual y transexual en Cuba – incluso ha liderado marchas anti-homofobia en La Habana.

En 2013, el parlamento cubano aprobó una ley que prohíbe la discriminación en el lugar de trabajo por motivos de orientación sexual. Mariela Castro, que también es miembro del parlamento, votó en contra de dicha prohibición porque no incluía medidas de protección para las personas transexuales.

Desde 2008, Cuba ha ofrecido cambios de sexo gratuitos a través del sistema público de salud.

«Este es un proceso lento en Cuba», afirma Castro en Daily Xtra, una página web canadiense que informa sobre la comunidad homosexual. «Estamos intentando crear una nueva sociedad, pero cambiar la mentalidad de la sociedad puede ser un proceso lento».

Castro anadió que en Cuba, la homofobia y la transfobia todavía están muy extendidas.

Mariette Pathy Allen, una fotógrafa estadounidense, ha estado fotografiando a mujeres transexuales en Cuba desde 2013.

Allen dice que para las mujeres a las que ha conocido «es una vida muy dura».

A pesar de algunos avances que han sucedido en el movimiento LGBT en Cuba, muchas de las mujeres transexuales que Allen fotografía dicen que la policía todavía las acosa y detiene. También afirman que no pueden conseguir trabajos.

«Muchas de ellas no tienen otra opción que convertirse en prostitutas», asegura Allen.

Y hay amenazas de violencia, sobre todo fuera de La Habana.

A principios de este año, una mujer transexual fue apedreada hasta la muerte cerca de la ciudad occidental de Pinar del Rio, según los informes de los medios de comunicación cubanos. En Cuba, los activistas lo denominaron un delito de odio.

Aún así, muchos señalan a Mariela Castro como un rayo de esperanza y quizás una señal de cambio a largo plazo para los transexuales cubanos.

En Miami, Marrero afirma que sabe que en Cuba se está produciendo una evolución.

«Mariela Castro ha cambiado y facilitado muchas cosas allí», afirma. «Si Mariela Castro hubiera estado cuando yo vivía allí, quizás no tendría que haberme venido aquí».

Marrero dice que la transfobia que sufrió cuando vivía en Cuba, también la sufrió al principio en Miami entre la comunidad de cubanos exiliados.

Asegura que los agentes de policía cubano-estadounidenses solían pararla y acusarla de ser prostituta. La interrogaban sobre su sexo y le hacían insinuaciones sexuales no deseadas.

«Me sentía impotente», afirma.

Solo ahora que un cambio se está produciendo lentamente en Cuba, Marrero dice que también está viendo una mayor aceptación de las personas transexuales en Miami.

«Ahora puedo caminar más libre. Puedo ir adonde quiera. Y puedo ser quien quiero ser, sin enfrentarme a tanta discriminación», asegura.

Incluso ahora que las relaciones entre EE. UU. y Cuba se están normalizando, todavía no se atreve a volver a casa.

«Sufrí muchos traumas en Cuba. Volver me causaría demasiado pánico. No volvería ni siquiera para una visita corta».

Su determinación se vuelve más firme cuando se mira el brazo. Las cicatrices autoinfligidas que quedan de su vida en las prisiones en Cuba son un recuerdo permanente de una época en la que no podía ser libre – no podía ser ella misma.

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