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Artista digital venezolano defiende derechos LGBT+ pese a la censura social y política

Categorías: Venezuela, Activismo digital, Arte y cultura, Censura, Derechos humanos, LGBTQI+, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Migración e inmigración, Mujer y género, Política
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No soy tu chiste es una campaña artística que defiende los derechos LGBT+ desafiando los estereotipos. La campaña fue creada por Daniel Arzola, y la han seguido y extendido por el mundo numerosos grupos de activistas y artistas de todos los rincones.

La fluidez de género, la naturaleza opresiva de las normas sociales y la dignidad de la comunidad LGBT+ constituyen el foco del arte y las campañas visuales de Daniel Arzola, entre las que se destaca el proyecto No soy tu chiste, que creó Arzola como forma de resistencia frente a la violencia diaria que implica vivir dentro de la heteronormatividad.

No soy tu chiste surgió como resultado del pasado violento de Arzola en Venezuela y evolucionó a través del medio digital para defender y extender el mensaje que el papel, en su vulnerabilidad material, no podía proteger.

«Nunca salía de mi casa [por temor a mis vecinos violentos, pero], salí una vez a dibujar y me atacaron». Cuenta Daniel:

They ripped all my drawings, they tied me to a post, took off my shoes and tried to burn my genitals … I got away, but I stopped drawing . […After this] In 2012 I heard the story of Angelo Prado [2]. […] I felt that could have been me. They burned his arms, legs, back … Something like 60% of his body. [I tried to find him], but it was hard. I actually looked for him three years until I finally found him.

Destrozaron todos mis dibujos, me ataron a un poste, me sacaron los zapatos e intentaron quemarme los genitales… Logré escapar de eso, pero dejé de dibujar. [Después de eso] En 2012, me enteré de la historia de Angelo Prado [2]. […] Sentí que podía haber sido yo. Le quemaron los brazos, las piernas y la espalda… Casi 60 % del cuerpo. [Traté de buscarlo], pero fue difícil. De hecho, lo busqué durante tres años hasta que, al fin, lo encontré.

Lo sucedido con Angelo inspiró a Arzola a volver a dibujar:

I decided I had to draw in a new format. A format that, if someone broke or tore it up, I could replace it, unlike that time when they attacked me. So I started to draw on the computer.

Decidí que debía dibujar en un nuevo formato. Un formato que, si alguien lo lo llegara a romper, podría recuperarlo, a diferencia de aquella vez en que me atacaron. Así que empecé a dibujar en la computadora.

Ese mismo año, una chica lesbiana fue asesinada, y su pareja resultó herida. Y el caso de Angelo no había sido el único en Maracay, ciudad ubicada en el norte de Venezuela.

El crimen de odio contra Angelo le recordó a Daniel la violencia que también él había sufrido años atrás. Un  tiempo después, un incidente en una sala de cine le dio el ímpetu final:

I was in the cinema watching ‘Cloud Atlas’ – a film about past lives. There is a love story in which the two characters find each other over and over again in different lives. In one, they are mother and son, in another they are two lovers. In yet another life, they are gay lovers, and their end is pretty sad. And the people in the theatre laughed: Oh look, they’re queers’. Laughing. And I just reacted… This thing with Angelo had happened a week before, [and] I have always had a very big mouth, so when I saw a girl laughing beside me, I said, ‘Do you want me to grip a man and kiss him so you can piss yourself laughing? Do you think it’s a joke? I’m not a joke!’

Estaba en el cine mirando Cloud Atlas, una película sobre las vidas pasadas. Cuenta una historia de amor en la que dos personajes se encuentran una y otra vez en distintas vidas. En una de ellas, son madre e hijo; en otra, son amantes. En otra vida más, son amantes gay, y tienen un final muy triste. El público de la sala se mofaba: ‘Ay, mira, son maricas’. Se reían. Y simplemente reaccioné… Hacía apenas una semana del asesinato de Angelo, [y] yo toda la vida fui muy bocón, así que cuando vi reír a la chica de al lado, le dije: ‘¿Quieres que agarre a un tipo y lo bese para que te orines de la risa? ¿Te parece un chiste? ¡No soy tu chiste!’

Gender construction

Obra de la campaña No soy tu chiste, de Arzola. Usada con permiso.

Stereotye

Obra de la campaña No soy tu chiste, de Arzola. Usada con permiso.

Experiencias de amenazas y censura

El caso de Arzola demuestra que, muchas veces, la censura cuenta con la ayuda de las estructuras sociales y sus defensores. Los esfuerzos por mantener la norma están ligados al poder, y es mucha la gente que se da a la tarea de censurar.

Cuando No soy tu chiste se extendió a través de las redes sociales impulsada por la promoción que le dieron las celebridades, muchas otras organizaciones se interesaron en la obra de Arzola:

Neil Gaiman, creator of ‘Coraline’, shared it on Tumblr. And it was like a boom. That made it go viral on Tumblr. Suddenly people were writing me from Russia. People from Portugal wrote me, asking me to do the campaign in Portuguese, so we did it in Portuguese. And since, the campaign has gone viral in 30 countries. The second country where it went viral was Australia. […] The campaign went viral in many places, but in Venezuela the only people who knew about it were activists. Until Madonna retweeted me. When she shared it, there was a ‘boom’. Many people wrote me, including the Dutch organisation that [would eventually help] me out of the country. It was madness.

Neil Gaiman, creador de ‘Coraline’, la compartió en Tumblr. Y fue como un boom, allí se viralizó. De repente, me escribía gente desde Rusia. Me escribieron desde Portugal para pedirme que hiciera la campaña en portugués, y accedí. Desde entonces, la campaña se volvió viral en 30 países. El segundo país donde se difundió masivamente fue Australia. […] La campaña se popularizó en muchos lugares pero, en Venezuela, solo la conocían entre activistas. Hasta que Madonna me retuiteó. Cuando ella lo compartió, fue otro boom. Me escribió muchísima gente, incluso una organización holandesa que [un tiempo después] me ayudó a salir del país. Fue una locura.

Al recibir mayor atención de los medios, el trabajo político de Arzola amplió su alcance. Criticaba el uso del discurso homofóbico por parte de las figuras del gobierno y la falta de avances en cuanto a la igualdad legal para las personas LGBT+, a pesar del apoyo que los líderes del chavismo prometían a la comunidad:

Once they gave me a voice in the media, I started to denounce the things that happen in Venezuela. I started to say that the State uses its force to promote homophobia, that homosexuality might not be illegal but it is not free, that the State says ‘OK, give them a truck for the march, but they cannot speak of equal marriage’. As it happened in March of 2012, as it happened in March of 2013.

Una vez que me dieron lugar en los medios, empecé a denunciar lo que pasaba en Venezuela. Dije que el Estado utilizaba su poder para promover la homofobia; que la homosexualidad quizá no era ilegal, pero tampoco era libre; que el Estado dice ‘Está bien, denles un camión para que hagan la marcha, pero que no hablen de matrimonio igualitario’, como pasó en marzo de 2012 y en marzo de 2013.

Con esto, se abrió una brecha entre las fuerzas que apoyaban al Gobierno y el trabajo impulsado por No soy tu chiste. Cada vez más, las amenazas empezaron a adoptar distintas formas:

I received an invitation to exhibit in a theatre in Caracas. [An exhibition that turned out to be part of a government initiative …] At no point in ‘I’m not a joke’ will you find a sentence against the government. I do not want to tell people what to think. […] This is a moral choice. In the end, I decided be polite to the host, and I stayed. But as the exhibition ended, I left.

However, from that moment I began to receive threats. Calls. One time a guy comes up to me and says “I’m glad you’re here, f**n escuálido [“escuálido” is the name given to government opponents]. I smiled and said “thank you” to avoid conflict. [… The threats continued] in various formats. I have a theory that as times change, fashions change, and dictatorships change. They learn to dress up. The way that our computers are not the same as they were 20 years ago, dictatorships aren’t either. They learn to dress up, to camouflage. I started getting phone calls to my personal phone from private numbers saying ‘Keep talking, faggot’. ‘One queer less, no one will notice.’

In one of the last [threats], they told me ‘You look good walking down the Coromoto (street), alone.’ They told me that if I talked about this, things were going to get worse. … At that time I was living in my mother’s house, so I stopped fueling the fire. I had several friends who had been killed. At that time I remembered that people from the Netherlands, the NGO Radio Netherlands, told me that they were having an event featuring voices that have survived homophobia in countries of conflict. I was told that I would be the representative of Latin America. I told them what was happening to me and began a process of seeking refuge internationally. However, the process required me to return to Venezuela.

Fui invitado a exponer en un teatro de Caracas [una muestra que era parte de una iniciativa del gobierno…]. En ninguna parte de No soy tu chiste vas a encontrar una frase contra el Gobierno. No quiero decirle a la gente qué pensar. […] Es una decisión moral. En definitiva, decidí ser amable con el anfitrión y me quedé. Pero no bien terminó la muestra, me retiré.

Sin embargo, desde ese momento, empecé a recibir amenazas y llamadas. Una vez, un hombre se acercó y me dijo: “¡Qué bueno verte, escuálido de m***!” [“escuálido” es el apodo con el que designan a los opositores del Gobierno]. Sonreí y dije “gracias”, para evitar conflictos. Las amenazas continuaron en varios formatos. Tengo la teoría de que, con el cambio de los tiempos, cambian las modas y cambian las dictaduras. Aprenden a enmascararse. Nuestras computadoras no son las mismas de hace 20 años, las dictaduras tampoco. Aprenden a disfrazarse, a camuflarse. Empecé a recibir llamadas a mi línea personal desde números privados que decían: ‘Sigue hablando, maricón’. ‘Un marica menos, nadie lo va a notar’.

En una de las últimas [amenazas], me dijeron: “Te verías bien caminando por la (calle) Coromoto solo”. Me decían que, si hablaba sobre esto, las cosas iban a empeorar… En ese momento, vivía en casa de mi mamá, así que no avivé más el fuego. Varios amigos habían sido asesinados. En aquel entonces, recordé que la gente de Holanda, de la ONG Radio Netherlands, me dijo que tenían un evento donde presentaban las voces de las personas que habían sobrevivido a la homofobia en los países en conflicto. Me dijeron que sería el representante de América Latina. Les conté lo que me pasaba, y se inició un proceso para conseguirme refugio internacional. Sin embargo, el proceso requería que volviera a Venezuela.

El poder de la gente también censura

Las amenazas son parte de la censura. Los funcionarios del Gobierno no eran los únicos que buscaban ocultar el mensaje de No soy tu chiste. Muchas de estas situaciones tienen matices difíciles de entender o encuadrar.

Las minorías sexuales son siempre vulnerables a la violencia y a la discriminación. Entre mayo de 2013 y mayo de 2015, se informaron 47 crímenes de odio en Venezuela contra personas que se expresaban de alguna manera fuera de la norma. Incluso estas cifras dan una visión vaga de la realidad: Los activistas y defensores de las personas que pertenecen a estos grupos denuncian que la gran mayoría de los crímenes quedan impunes, no sólo por la ineficacia de las instituciones, sino también porque las víctimas tienen miedo de hablar.

Un ejemplo de ello tuvo lugar en una exposición del trabajo de Arzola en el Centro Cultural Chacao de Caracas:

It was assumed that [the exhibition] would last five days, but thanks to the receptivity of the people, it was extended 10 more days. During these days, however, certain letters began to arrive to the Cultural Centre saying that my work was ‘unworthy’ and ‘not for children’, that it could not exist in a public space.

Se suponía que [la exposición] duraría cinco días, pero gracias a la receptividad del público, se extendió diez días más. Sin embargo, durante esos días, empezaron a llegar ciertas cartas al Centro Cultural que decían que mi trabajo era ‘inapropiado’ y ‘no apto para niños’, que no podía exhibirse en un espacio público.

Algunas cartas eran anónimas. Otras eran de personas que, supuestamente, habían entrado [a la exposición] y se quejaron.

All of it was super abstract. No one ever said who had complained. At one point I received a call from the lawyers of the Cultural Centre, and it made me realise that this was more than just gossip. Some people reportedly complained to the Mayor, complaining that the exhibition was pornographic. They failed to close the exhibition, but they took down two posters …

Todo era muy vago. Nadie dijo nunca quién se había quejado. En un momento, recibí una llamada de los abogados del Centro Cultural, y con eso me di cuenta de que esto iba más allá de los chismes. Algunas personas, supuestamente, habían presentado quejas a la Alcaldía alegando que la muestra era pornográfica. No lograron suspender la exposición, pero bajaron dos afiches…

Femininity

Obra de la campaña No soy tu chiste, e Arzola. Imagen usada con permiso.

Censura en el mundo académico

Debido a que las formalidades para solicitar la condición de refugiado requerían que Arzola volviera a América Latina, decidió esperar en Buenos Aires en lugar de Venezuela para evitar cualquier riesgo. Durante su estadía, se inscribió en una maestría en Derechos Humanos. Pero la presión política no se quedó en las galerías de Caracas ni se detuvo con las amenazas anónimas. En los cursos dictados en la maestría de Derechos Humanos de la Universidad de La Plata, Arzola se encontró con serias limitaciones para debatir sobre el problema de Venezuela:

We know that when we talk about human rights in Venezuela, we talk about how the State and its forces violate the human rights of individuals. In [our] classes, Colombians exposed Human Rights violations under ex-president Uribe. Argentines exposed the human rights violations during the military dictatorship. When it was our turn, [the Venezuelans], the teacher said, ‘first you have to send me what you’re going to say in order to review it.’ Why? ‘To be sure of what you’re going to say. This university gave an award to Chavez.’

Sabemos que cuando se trata de derechos humanos en Venezuela, se trata de cómo el Estado y sus fuerzas violan los derechos humanos de la gente. En [nuestra] clase, los colombianos exponían las violaciones a los derechos humanos durante el gobierno del ex presidente Uribe. Los argentinos exponían las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar. Cuando nos llegaba el turno a los venezolanos, el profesor decía: ‘Primero me tienen que enviar los temas que van a tocar para revisarlos’. ¿Por qué? ‘Para estar seguro de lo que van a decir. Esta universidad otorgó un premio a Chávez’.

A los otros equipos les daban toda la mañana para exponer sus casos. En cambio, a los venezolanos nos daban sólo cinco minutos para la presentación.

We said we would play the game. We organised. In eight minutes we discussed the student protests, the closing of media, the closing of tv channels and radio stations. But before we talked, the professor [told the audience], ‘I have to apologise for what you are going to hear, but you need to know that the next talk is an anti-Chavez talk.’ I said, ‘We are not anti-Chavistas, we are anti-violence. We are in a master’s of Human Rights program.’

All the theses presented by the three Venezuelans on Human Rights abuses in the country were rejected. It is there that you realise the danger of ideologies. You get a master’s degree in Human Rights, but you cannot challenge the violation of Human Rights in a country, because the country is part of a process that you are following. At that time I decided to abandon the Master’s, disappointed.

Decidimos que les seguiríamos el juego. Nos organizamos. El ocho minutos analizamos las protestas estudiantiles, el cierre de medios,y el cierre de canales de televisión y emisoras de radio. Pero antes de que empezáramos, el profesor [dijo a la audiencia]: ‘Tengo que disculparme por lo que van a escuchar, pero deben saber que la siguiente charla es antichavista’. Le dije: ‘No somos antichavistas, somos antiviolencia. Estamos en un programa de maestría en Derechos Humanos’.

Todas las tesis presentadas por los tres venezolanos sobre los abusos contra los derechos humanos en su país fueron rechazadas. Es allí donde te das cuenta de lo peligroso de las ideologías. Sacas una maestría en Derechos Humanos, pero no puedes cuestionar la violación a los derechos humanos en un país, porque ese país es parte de un modelo al cual sigues. En ese momento, decepcionados, decidimos abandonar la maestría.

You don't have to be the cause

Obra de la campaña No soy tu chiste, de Arzola.

El efecto dominó

El trabajo de Arzola continuó desde Chile. Las campañas siguieron con sus mensajes afilados que apoyaban a muchas minorías, no sólo las de género, en la lucha contra la opresión. No soy tu chiste es flexible y contribuye con otras campañas que promueven la tolerancia, el respeto por la individualidad y la igualdad, y la defensa de la paz y los derechos humanos.

La iniciativa de Arzola cuenta hoy con numerosos premios y es reconocida y promovida internacionalmente por varios grupos defensores de los derechos humanos y las comunidades LGBT. La respuesta a un ‘chiste’ dentro de un pequeño cine de Maracay provocó un efecto dominó que se sigue extendiendo.

No obstante, el foco principal sigue siendo la defensa de la dignidad de las personas que se salen de la norma de género, que se niegan a ser cosificadas o a ser parte de estereotipos deshumanizados. La siguen aquellos que, a pesar de no ser parte de la causa, la defienden, y aquellos que se niegan a ser silenciados por el Gobierno o la opresión privada. Como resultado, una cantidad cada vez mayor de gente participa de los grupos y comunidades que desafían la norma, y eso, lejos de ser un chiste, hoy es una comunidad muy fuerte que impulsa avances que beneficiarán no sólo a sus grupos sino a la sociedad en conjunto.

Mira más obras de No soy tu chiste en la página de Tumblr [3] y de Facebook [4].

Este artículo fue encargado por Freemuse [5], el principal defensor de los músicos de todo el mundo, y por Global Voices [6] para Artsfreedom.org [7]. Se puede republicar en medios no comerciales dando el crédito a la autora Laura Vidal, a Freemuse y a Global Voices, y con un enlace hacia el original.