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La visita del presidente de Turquía dejó muy mal sabor entre los ecuatorianos

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En visita oficial Recep Tayyip Erdogan (i.), presidente de Turquía llegó al país para mantener varias reuniones con su homólogo ecuatoriano Rafael Correa.  Foto: Agencia ANDES/Micaela Ayala

El principal objetivo de la reciente visita del presidente de Turquía, Recep Tayipp Erdogan, a Ecuador era firmar acuerdos de comercio exterior entre ambos países, lo cual se hizo de forma exitosa. Pero su estadía en tierras latinoamericanas dejó un amargo sabor luego de las agresiones sufridas por manifestantes ecuatorianos a manos de miembros de su equipo de seguridad.

El 4 de febrero, el presidente turco dictó una conferencia en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) en medio de las protestas de estudiantes y activistas [2], quienes criticaban a Erdogan por su rol en la guerra en Siria y los atropellos contra el pueblo Kurdo [3], que lucha por su autonomía.

 «¡Viva el Kurdistán!», «¡Fuera Erdogan!» y «¡Asesino Erdogan! fueron algunas de las consignas usadas por los manifestantes.

Quienes protestaban fueron agredidos por la seguridad turca, que a punta de empujones los hicieron salir de la sala de conferencias donde el mandatario se dirigía a la audiencia. Tras este incidente varias de las mujeres agredidas rechazaron las actuación de la seguridad del presidente Erdogan y exigieron las acciones correspondientes para hacer respetar la soberanía ecuatoriana.

El asambleísta del opositor partido Alianza País, Diego Vintimilla (@diego_vintimil [4]l) publicó en su cuenta de twitter fotografías, con heridas de las agresiones ocasionadas por el personal de seguridad turco.

Mientras que la presidenta de la Asamblea Nacional del Ecuador Gabriela Rivadeneira (@GabrielaEsPais [7]) manifestó su apoyo a su compañero de partido y a las víctimas.

También, los usuarios criticaron el trato recibido por los manifestantes.

Sin embargo, luego de este incidente, el presidente Rafael Correa en su programa sabatino, pidió disculpas al mandatario turco por el incidente ocasionado en su visita, tildando de «malcriadas» a las activistas del grupo Mujeres por el Cambio.

¿Qué buscaban” los manifestantes, “que rompamos relaciones con Turquía?”

Mientras que el canciller Ricardo Patiño protestó pero al mismo tiempo pidió perdón, de acuerdo con el diario La República [12].

Hemos llamado al embajador de Turquía, ayer en la tarde, para decirle dos cosas: En primer lugar expresar las disculpas por el mal momento que vivió el presidente Erdogan”, pero también para presentar “nuestra formal y enérgica protesta por una actitud absolutamente inadecuada que tuvo la seguridad turca”.

El periodista Miguel Molina (@miguelmolinad [13]) en su editorial “La feroz cabalgata de Rafael Correa [14]” calificó de irrespeto a la soberanía ecuatoriana la actitud del presidente y del canciller, además de no ahorrar adjetivos hacia Erdogan.

La cabalgata de Correa, sin embargo, huele mal. El episodio protagonizado por los secuaces del dictador Erdogan es criminal. Además de ser mundialmente conocido por su intolerancia religiosa, su desprecio a los intelectuales, su persecución a los críticos y su fanatismo islámico, el flamante amigo del presidente Correa es un irrespetuoso de la soberanía ecuatoriana. Sí, de esa soberanía, cantaleta eterna y obsesiva del canciller Patiño, emblema ridículo del correísmo para vociferar que tenemos patria. A Erdogan no le importó que tengamos patria. Le valió un pepino.

Con ironía, Molina continuó su escrito y se refirió a Patiño como el peor canciller de toda la historia del Ecuador.

Nunca la diplomacia ecuatoriana ha sido tan devota de la vergüenza. Ricardo Patiño superó con creces a Patricio Zuquilanda, a quién yo ingenuamente consideraba el peor canciller de nuestra historia moderna. Ya pidió disculpas a Erdogan. Es decir, ya pedimos perdón como país. Perdón, señor dictador, por nuestras mujeres. Perdón por su pensamiento, por su irreverencia, por permitirles que se crean en igualdad de condiciones que los hombres. Perdón, su Excelencia, por no castigarlas, por esperar su llegada y la de sus esbirros para recién darnos cuenta de la necesidad de someterlas. Perdón, compañero Erdogan, por ensuciar los trajes y desacomodar los peinados de sus escoltas.