La deforestación global está disminuyendo, ¿no?

Aerial view of the Amazon Rainforest, near Manaus, the capital of the Brazilian state of Amazonas. Photo by Flickr user Neil Palmer (CIAT). CC-BY-NC-SA 2.0.

Vista aérea de la selva tropical del Amazonas, cerca de Manaus, la capital del estado brasileño de Amazonas. Foto del usuario de Flickr, Neil Palmer (CIAT). CC-BY-NC-SA 2.0.

Este artículo de Jeremy Leon Hance fue opublicado originalmente en Ensia.com, una revista que destaca las soluciones medioambientales internacionales en acción, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenido.

Comenzó, como la mayoría de las cosas como un rumor. En 2013, Matt Finer, investigador de la Asociación de conservación del Amazonas, oyó decir a algunos vecinos que alguien estaba talando el bosque en lo profundo de la Amazonía peruana, lejos de miradas indiscretas. Así Finer y sus compañeros hicieron algo que hubiera sido inaudito 10 años atrás: Utilizando imágenes de satélite de alta resolución, encontraron un par de hectáreas de árboles talados en una zona aparentemente impenetrable de la floresta.

“Se podía ver sólo una pequeña parte de la pérdida del bosque y dijimos, «Tal vez sea sólo eso», dijo Finer.

Durante los siguientes años, el equipo observó como la destrucción se extendía de unas pocas hectareas a más de 2,000. Con el tiempo se conecto la pérdida con la United Cacao, una empresa con sede en las islas Caiman con la ambición de convertirse en la “mayor y de más bajo costo de las corporaciones mundiales cultivadoras de cacao”, según su sitio web. Armados con dramáticas imágenes de satelite, Finer y sus compañeros llevaron la historia al gobierno y la prensa peruanos, con la esperanza de hallar una solución. El caso está ahora en los tribunales de Perú para determinar si la compañía tomó los pasos necesarios antes de comenzar la deforestación. Mientras tanto, según Finer, el ministro de agricultura ha respondido sancionando a la United Cacao con una orden de «paralización» para detener su operación. Pero, dice Finer, imágenes semanales de satélite muestran que United Cacao no está cumpliendo. “La deforestacion está teniendo lugar mientras hablamos”, dice él.

El hombre ha luchado durante décadas para detener la deforestación a través de diversos medios. En 2008, Norman Myers, experto en biodiversidad dijo que la deforestación en los trópicos era “una de las peores crisis desde que abandonaramos nuestras cuevas 10,000 años atrás”. La pérdida en curso provoca el temor de extinción masiva. Pero la pérdida de los bosques — tanto tropicales como templados — también juega un papel importante en la crisis climática global: Los expertos estiman que del 10 al 15 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero se deben a cambios en el uso de la tierra. No sólo eso, además los bosques son vitales para disminuir la erosión, derivar inundaciones, mantener las precipitaciones e incluso mejorar nuestra salud y felicidad.

El hombre ha luchado durante décadas para detener la deforestación a través de diversos medios, incluyendo el establecimiento de nuevas areas de protección, mejorando las leyes y su aplicación a nivel nacional, creando programas internacionales como  REDD+ (Redución de Emisiones de Carbono causadas por la deforestacion y degradación de los bosques), y creando compromisos corporativos para acabar con la deforestación por completo.

Hasta ahora nada ha cambiado tanto nuestra forma de ver la deforestación como lo ha hecho la vigilancia por satélite. En los últimos años, ha revolucionado nuestra capacidad de realizar un seguimiento de la deforestación. En lugar de depender de estadísticas del gobierno local, investigadores y activistas son capaces de monitorear los cambios en los bosques desde sus ordenadores portatiles y teléfonos inteligentes.

¿Qué nos dice esta información sobre cómo estamos combatiendo la deforestación  — y qué podríamos hacer para seguir avanzando hacia este objetivo global?

Evaluaciones Globales

El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación publicó su última Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales. De acuerdo con esta Evaluación, hemos visto una pérdida neta de floresta de 129 millones de hectáreas desde 1990, un área aproximadamente del tamaño de Perú. Pero el informe, publicado cada cinco años, también encontró que la tasa de deforestación ha disminuido recientemente: los bosques experimentaron una pérdida neta anual de un 56 por ciento menos en los últimos cinco años que durante la década de 1990. La Evaluación de Recursos Forestales Mundiales encontró una desaceleración significativa en la deforestación de los trópicos, mientras que la cobertura neta de bosque en las regiones templadas era estable o en aumento.

Anssi Pekkarinen, líder del FAO, Equipo de Evaluación y Monitoreo Forestal, dice que el equipo es “bastante optimista” sobre la desaceleración de la deforestación en los trópicos. Entre el año 1990 y el 2000, los bosques tropicales perdieron más de 9 millones de hectáreas (20 millones de acres) anualmente, pero en los últimos cinco años las pérdidas apenas superaron  6 millones de hectáreas (10 millones de acres), según la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales. Críticos, sin embargo, sostienen que los datos de la FAO han sido manipulados por algunos gobiernos locales con diferentes capacidades — y deseos — de controlar con precisión o reportar la cubertura forestal. Por otro lado, la definición de bosque varía según el gobierno y el período de tiempo, haciendo que la comparación de pérdida de bosques sobre décadas sea más complicada.

Entre tanto, uno de los estudios mas rigurosos de los últimos años encontró que la pérdida de bosques, aumentó en un 62 por ciento en los trópicos entre los años 1990 y 2010.

El autor principal Do-Hyung Kim, estudiante de Ph.D. de la Universidad de Maryland, College Park, dice que el estudio, publicado en 2015 en la revista Geophysical Research Letters, estaba destinado a proporcionar una  “alternativa” a los datos de la FAO, basados en “una definición y métodos consistentes”. Para hacer el análisis, Kim y sus colegas analizaron 5,444 imágenes del satélite Landsat, comparando cubiertas forestales pasadas con las presentes, usando las mismas definiciones.

Las conclusiones de Kim están respaldadas por los resultados de un estudio del 2013 de la revista Science que encontró que la pérdida de bosques en los trópicos aumentó en más de 200,000 hectáreas anuales entre los años 2000 y 2012. La investigación declaró que la reciente represión de Brasil sobre la deforestación fue anulada por el aumento de destrucción en otros países tropicales, como Indonesia y Malasia.

“Brasil es la excepción y no la regla en absoluto, en la reducción de su tasa de deforestación”, dice el autor principal Matt Hansen, un científico de la teledetección de la Universidad de Maryland.

Sin embargo, hay un pequeño desacuerdo, que la deforestación haya disminuido en las regiones templadas. Por un lado, los datos son generalmente mas fiables en estas regiones. De acuerdo con la Evaluación Mundial de los Recursos Forestales, la cubierta forestal neta ha aumentado en países como los EE. UU, Rusia y China en los últimos 15 años. Esto no significa que estas naciones no continuen con la tala de sus bosques, pero la cantidad total de tierras destinadas a los mismos ha aumentado. China, por ejemplo, está llevando a cabo programas ambiciosos para combatir la desertización y la erosión del suelo (aunque la mayoría de ellos son plantaciones de monocultivo, en vez de diversidad forestal).

Manzanas y Naranjas

A nivel mundial, Global Forest Watch — una herramienta de mapas interactivos por internet — ha descubierto que la pérdida de la cobertura forestal ha aumentado de forma constante (con algunas fluctuaciones) entre el 2001 y el 2014; pero Rachael Petersen, analista de investigación para el Instituto de Recursos Mundiales, que opera con GFW, dice comparando los datos de FAO y GFW que es como «comparar manzanas y naranjas». Esto se debe en gran medida a que la FAO mide el cambio de uso del suelo, mientras GFW mide la pérdida de cubierta de árboles. Por ejemplo, la tala de un bosque en el sur de los Estados Unidos no se considera deforestacón por la FAO, siempre que la tierra permanezca designada como bosque de producción –  es decir, tala y replantación a unos intervalos regulares. Pero GFW detectará la pérdida de ese año, porque los satélites ven los árboles talados’ – aunque los bosques vayan a crecer allí de nuevo.

La FAO afirma que no incluye las plantaciones de aceite de palma o los monocultivos de árboles frutales en virtud de su definición de bosques, pero sí incluye pulpa y plantaciones de papel, así como la reinplantación de esfuerzos que por lo general dependen de una sola especie. «En conjunto, [la GFW y los datos de la Evaluación Mundial de Recursos Forestales] nos dan una comprensión mas amplia de cómo los paisajes forestales están cambiando», dice Petersen.

Otra cuestión importante que reflejan los datos actuales es si los monocultivos deben ser contados como bosques. La FAO afirma que no incluye las plantaciones de aceite de palma o los monocultivos de árboles frutales bajo la definición de bosques, pero sí incluye las plantaciones de pulpa y papel, así como la replantación de esfuerzos que por lo general dependen de una sola especie. En conjunto, la mayoría de los datos satelitales, no distinguen entre plantaciones forestales y bosques diversos, lo que significa que  las investigaciones que dependen de satelites, normalmente incluyen la palma madura de aceite caucho, goma arábiga y otras plantaciones como bosques, simplemente porque a vista de pájaro se parecen a los bosques.

La idea de que cualquier monocultivo es un bosque, trae locos a los ecologistas.

“Son casi tan biológicamente similar a los bosques nativos, como lo pueda ser mi jardín frontal”, afirma William Laurance, experto en bosques tropicales de la Universidad James Cook de Australia.

Indonesia vs. Brasil

En el fondo, ninguna medición está exenta de fallos; pero en última instancia, puede que nos estemos desviando del objetivo, concentrándonos en las tasas relativas de la deforestación mundial. Incluso si en el mejor de los casos, si tomamos como escenario la desaceleración, la deforestación es algo que sigue ocurriendo a un ritmo insostenible. Cada año, nuestro planeta tiene menos bosques  — sobre todo bosques primarios. Cada caño, más especies — muchas de ellas ni siquiera conocidas — entran en peligro de extinción o ya son extinguidos. Y cada año más monóxido de carbono proveniente de los bosques destruidos, entra en la atmósfera.

Esto es mucho más evidente en Indonesia, que en el 2015 vió como 2.1 millones de hectáreas (5.2 millones de acres) de tierra – en su mayoría turba y selva tropical – se convertía en humo.

Durante la estación seca, los agricultores, y las plantaciones, de manera rutinaria hacen limpieza, quemando la turba y la selva tropical en Indonesia, creando una nube tóxica que cubre toda la región. Pero el año pasado — debido en parte a El Niño y al calentamiento global — los fuegos tuvieron mayor intensidad y permanecieron activos por más tiempo. Erik Meijaard, ecologista con sede en Indonesia, los calificó como “el mayor crimen ambiental del siglo 21 que aun siendo una de las crisis más largas no llamó tanto la atención de la prensa mundial, como lo hiciera el derrame de petróleo en aguas profundas del Golfo de México en el 2010.

En total, el desastre causó la muerte directa de 21 personas, por lo menos medio millón de infecciones respiratorias agudas, cientos de vuelos cancelados e impactos inmensurables en la vida salvaje. El Banco Mundial estimó una pérdida total en la economía de Indonesia de más de 16 billones de US$. También lanzó una bomba de carbono: en su momento de mayor intensidad, los fuegos llegaron a emitir más monóxido de carbono, por día que toda la economía de los EE. UU.

Para aquellos que han seguido las agitaciones de las políticas forestales en Indonesia, nada de esto fue una sorpresa. Habiendo sufrido décadas de corrupción, leyes poco firmes, un gobierno descentralizado y poderosos sectores industriales, los bosques de Indonesia están en crisis.

Tal vez Indonesia debería mirar a Brasil. El país amazónico una vez fue considerado como ruina mundial debido a la destrucción de sus bosques. Ahora los expertos lo señalan repetidamente como modelo para combatir la deforestación. Siendo uno de los líderes en la aplicación de la vigilancia por satélite, Brasil ha combinado la nueva tecnología con un gobierno sólido, leyes forestales rígidas y extensas áreas protegidas. Y está funcionando: La deforestación disminuyó entre un 70 y un 80 por ciento desde la década del 2000 hasta la actualidad — aunque ha aumentado ligeramente en los últimos años.

“Hasta la fecha, Brasil es la mejor referencia en cuanto a la intervención contra la deforestación en curso dinámico, logrando de hecho, reducirla en gran medida”, dice Hansen, quién destaca “la vigorosa sociedad civil, los mandatos del gobierno y un sector privado comprometido del país” como claves de un éxito inicial. En otras palabras, numerosos grupos de interés de Brasil se reunieron para asumir un problema enorme y complejo, pero no imposible de resolver. La batalla no termina ahí, pero se mueve en la dirección correcta.

“Replicar esas condiciones en otros lugares puede ser un reto,” dice Hansen. Por ejemplo, en Indonesia, la industria del aceite de palma trata de quitar importancia al problema y el gobierno continua enviando mensajes contradictorios sobre la importancia (o ausencia de la misma) de proteger los bosques, incluso llegando a criticar recientes promesas de deforestación cero hechas por algunas corporaciones.

Avanzando 

Muchos mantienen la esperanza de que el acuenrdo de París, firmado por casi todas las naciones del mundo en diciembre, podría apuntar hacia una nueva era para los bosques del mundo. En este acuerdo se incluye una petición a todos los paises de mantener y mejorar sus bosques en orden de reducir las emisiones de carbono.

Cada año muchas de las corporaciones e industrias mundiales están anunciando promesas de «deforestación cero». El acuerdo de París también prestó un apoyo considerable para REDD+, un programa largamente debatido que establece un mecanismo por el cual las naciones mas ricas, pagan a los paises tropicales pobres, para el mantenimiento de sus bosques. En discusión desde hace una década, el programa todavía tiene que demostrar su valía y aún se enfrenta a una serie de críticas. Sin embargo, un compromiso de 5 billones de dólares por parte de Noruega, Alemania y el Reino Unido hacia REDD+, anunciado en el dia primero de las conversaciones de París, podría hacer que el programa se lanze a toda velocidad.

Al mismo tiempo, cada año muchas de las grandes corporaciones e industrias mundiales están anunciando promesas de «deforestación cero», una tendencia que se inició en Brasil en el 2008. Muchas de estas promesas tardan para entrar en vigor unos 5 años o incluso 15, y lo peor es que tales promesas, con frecuencia, solo se aplican a los llamados bosques de alta conservación, una definición que continúa bajo un intenso debate, pero básicamente son bosques con un alto contenido en carbono o especies raras. Aún asi, esas promesas muestran al menos, cómo algunos en el sector privado comienzan a ver la deforestación como algo no admisible.

Por último, los expertos dicen que el reconocimiento de los derechos de personas locales y grupos indigenas sobre sus bosques tracidionales podría ser una de las maneras más fáciles, más baratas y más efectivas para proteger los bosques, aún en pie, de su demolición. Muchos grupos indígenas carecen aún de la tenencia legal de sus tierras tradicionales en los paises tropicales, pero allí donde les han asegurado sus derechos  — por ejemplo en algunas partes de Brasil — a menudo la investigación muestra que los bosques están bien protegidos. En algunos casos los grupos de indígenas obtuvieron incluso mayor resultado contra la deforestación, que las sanciones estatales sobre areas protegidas. Los esfuerzos para lograr los derechos de los indígenas sobre los bosques están en curso, pero relentizados por muchos otros grupos que ven cómo sus bosques — y su forma de vida — son eliminados por las motosierras

Ciudadanos interesados en otros lugares también están tomando parte mediante la concienciación sobre compras que pueden acarrear una deforestación, incluyendo cualquier cosa, desde papel a la madera y de la carne al aceite de palma. Así mismo es importante apoyar a grupos de valientes e individuos que presionan a los líderes mundiales para protejer los bosques que aún subsisten en medio de una crisis dual de clima y biodiversidad. Si Brasil sirve de ejemplo, vamos a necesitar todo el apoyo posible de — gobiernos,  industria y  ciudadanos — para realmente poner fin a la deforestación. 

Jeremy Leon Hance es un escritor senior de mongabay.com, Jeremy Hance también ha escrito para la revista Yale 360 y para la revista Conservation. Es también el autor de un nuevo libro: Life is Good: Conservation in an Age of Mass Extinction. Tuitea desde @jeremy_hance.

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