La violencia sexual es un crimen contra la humanidad, resuelve tribunal guatemalteco en histórica sentencia

"Q’eqchíes have covered their faces during the whole process. The eyes can be barely seen. When the experts opened the boxes that contained 48 carcasses with signs of torture, their gaze was fixed on the remains of the people that haven't been able to be identified, and that could be any of their husbands, or other witnesses' family members. Photography taken by Sandra Sebastián, and published in Plaza Pública under Creative Commons license.

Las Q’eqchíes se han cubierto la cara a lo largo de todo el proceso. Apenas se les puede ver los ojos. Cuando los expertos abrieron las cajas que contenían 48 cadáveres con signos de tortura, su mirada se quedó fija en los restos de las personas que no habían podido ser identificadas, y que podían ser sus esposos u otros familiares de los testigos. Fotografía tomada por Sandra Sebastián, y publicada en Plaza Pública con licencia Creative Commons.

El 26 de febrero de 2016, un corte guatemalteca declaró a exmiembros del ejército culpables de crímenes contra la humanidad. Los crímenes consistían en violación, esclavitud sexual y asesinato de mujeres y niñas indígenas durante el conflicto armado que azotó al país con una sentencia que asciende, en total, a 210 años. Esta es la primera vez que una corte nacional ha declarado la violación como un arma de guerra y un crimen contra la humanidad, acción vista como histórica por instituciones internacionales y medios ciudadanos:

El caso de Sepur Zarco, primera vez que se procesa esclavitud sexual en tiempo de guerra en las cortes nacionales.

Guatemala nos muestra que el abuso sexual en contextos de guerra no se trata de «hombres que se portan como hombres», sino que es un arma de guerra y se debe castigar.

El medio de noticias independiente guatemalteco Plaza Pública explicó el contexto de un proceso legal que tomó más de 13 días:

En la Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia, las mujeres q’eqchíes han revivido el recuerdo de los meses que pasaron en el destacamento de Sepur Zarco. […] Los testimonios de las víctimas […] han sido reproducidos y han vuelto a narrar la forma en que los soldados –guiados por comisionados militares–desaparecieron a sus esposos en agosto de 1982. “Viudas” y “solas” las obligaron a trasladarse al destacamento militar de Sepur Zarco, donde, según sus relatos, fueron violadas en repetidas ocasiones durante seis meses y forzadas a cocinar y lavar uniformes militares.

El veredicto se emitió en público, aunque se protegió la identidad de las víctimas. Cualquier interesado en el caso tuvo la oportunidad de verlo en vivo en línea, algo que provocó toda clase de reacciones del público en general.

Tribunal a rebosar, Rigoberta Menchú y activistas de Guatemala esperan veredicto por caso de violencia sexual de Sepur Zarco.

Destacadas mujeres, como la activista de derechos humanos Rosalina Tuyuc estaban en la audiencia, así como la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, que tuiteó en vivo sus impresiones:

En su sentencia, la jueza describió el trato brutal que sufrieron mujeres indígenas vulnerables por parte de los soldados en tiempo de guerra:

«En Sepur Zarco, el trato que recibieron las mujeres fue peor que el trato dado a animales», jueza Barrios.

Otros usuarios de Twitter destacaron la importancia de este veredicto:

Guatemala hoy es prueba de que las cortes nacionales pueden hacer justicia en casos de graves violaciones a los derechos humanos.

Mientras observadores internacionales elogiaron los esfuerzos de las cortes nacionales, una reflexión profunda vino de la organización nacional que abarca a todas las universidades –la CEUG (Coordinadora Estudiantil Universitaria de Guatemala), que ha tenido un rol crucial recientemente en la batalla contra la corrupción, y que resumió en una línea por qué la sentencia es vital para el futuro de la nación:

Aunque la sentencia puede ser apelada en cortes guatemaltecas y hasta ser declarada nula por la Corte de Casación, la mayoría de la opinión pública está de acuerdo con el hecho de que la sentencia dictada por la jueza Jazmín Barrios el 26 de febrero sienta un precedente de dignidad, coraje y resistencia no violenta para las mujeres indígenas que se negaron a rendirse en su lucha por justicia, y que superaron el estigma de la violación, la pobreza, la exclusión, el racismo y el clasismo para lograr justicia. Aun después de 34 años, esta decisión ha abierto un camino a la justicia para las mujeres en Guatemala –y en todo el mundo– que son y han sido víctimas de crímenes de guerra.

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