Tumeremo clama por sus 28 desaparecidos en el único camino que lo une al resto de Venezuela

Imágenes de mineros desaparecidos en Tumeremo, Venezuela. Foto: cortesía.

Imágenes de mineros desaparecidos en Tumeremo, Venezuela. Foto: cortesía.

Este artículo es una versión de los textos originalmente publicados por Morelia Morillo en su blog Las Crónicas de la Frontera. Las versiones originales fueron publicadas bajo los nombres Tumeremo vela sus 28 sobre la Troncal 10 y Un volteo y mucho dolor. La versión aquí publicada por Global Voices ha sido hecha con autorización. 

Desde las cinco de la mañana del sábado 5 de marzo de 2016, los hombres y mujeres de Tumeremo (poblado en el estado Bolívar, cercano a la frontera con Guyana y Brasil) se lavaron la cara y se plantaron frente al dolor que les dejó la noche anterior.

Sin identificarse, porque que aquí todos temen al poder destructivo de «El Topo», dicen que cerrarán la Troncal 10 hasta tanto aparezcan los 28 que desaparecieron en la mina Atenas. Al menos cuatro serían mujeres.

Hendry Norberto Bonalde, alias «El Topo», es el líder de una de las 4 bandas delictivas que controlan las minas en el estado de Bolívar. Su banda migró, como otros grupos, hace unos seis años al sur del estado para hacerse del control de los yacimientos. El Fundo Atenas, es una zona campesina, de sabanas y pastizales en donde hace poco se produjo una explosión de oro inesperada y prolífica. La Trocal 10 es la única vía que une el sur profundo de Venezuela al resto del país.

Al amanecer, los dolientes echaron a andar por las calles del pueblo, angostas y de casas y locales muy juntos, hasta llegar hasta el terminal de pasajeros donde se toma el transporte público. Entonces, tensaron una cuerda entre los extremos de la carretera e impidieron el tránsito sobre la calzada. Es un velorio en medio de una calle. Con café, con lágrimas, con abrazos, con condolencias. Una cristiana evangélica ora a través de un megáfono.

En la fila permanecen fundamentalmente vehículos de transporte pesado: cisternas de gasolina, madereros, de gas, camiones 750 y 250 con diversos tipos de mercancía y sólo algunos vehículos particulares; ante la obstrucción, la mayoría se devolvió a su punto de partida o pasó durante esos cortos minutos en que los dolientes levantan el cierre, en la madrugada o al amanecer, por consideración con los usuarios de la Troncal 10. «La gente no tiene la culpa, una mujer parió dentro de un autobús», me dijo una mujer.

No exigen justicia, ni indemnizaciones, simplemente imploran por los cuerpos de sus vecinos, de sus amigos, de sus hermanos, de sus esposos. A una mujer le habrían matado tres hijos. Quieren darles cristiana sepultura.

Después de 6 días de protestas cívicas, las autoridades despejaron por la fuerza la Troncal 10. Según el diputado a la Asamblea Nacional, Américo de Grazia:

Hay un soldado en cada esquina, pero sin rastro de los 28 desaparecidos

La masacre de Tumeremo

La masacre habría sucedido durante la madrugada del sábado 5 de marzo. Quienes lograron salir de Atenas, a medio camino entre Guasipati y Tumeremo, relataron cómo fue la matanza de la que milagrosamente escaparon.

Desesperados, sucios, andrajosos, sudorosos, llorosos, con sus palas y bateas a cuestas, contaron que los hombres de «El Topo» levantaron varias alcabalas entre El Frío y la propia Atenas, que detenían a los que pasaban, que les quitaban el oro y que disparaban a quienes se resistían.

Finalizada la matanza, los de «El Topo» habrían descuartizado los cadáveres con una motosierra y luego habrían subido los restos a la plataforma de un camión volteo para así trasladarlos hasta Hoja de Lata (ubicada en la zona en disputa entre Guyana y Venezuela), la mina de «El Topo».

En Tumeremo pocos aceptan dar declaraciones. Quienes hablan lo hacen en grupo y sin identificarse. Un vecino explica:

Cuando uno se pone a hablar, viene uno de los que trabaja para él y manda a callar a uno inmediatamente. Ese, El Topo es un colombiano, paramilitar, dueño de aquellos lados de Hoja de Lata.

Francisco Rangel Gómez, el gobernador del estado Bolívar, desmintió lo sucedido. Ha manifestado que se trata de una campaña mediática opositora, que se pretende «invisibilizar» los tres años de «la siembra de Chávez», los tres años que han pasado desde su muerte y legado.

Francisco Sucre y Ligia Delfín, diputados por el estado Bolívar, solicitaron que se interpelara al gobernador Rangel Gómez por su actitud “irresponsable”:

El sur de Bolívar se ha convertido en una especie de “tierra de nadie” bajo la complacencia de Rangel y de funcionarios policiales

Mientras tanto, en un punto de control de la Policía del Estado Bolívar (PEB) un efectivo explica a un ciudadano que solicita información:

Si usted es venezolano, debe saber que toda esta zona está tomada por los llamados sindicatos.

Así es como llaman aquí a las bandas armadas que exigen dinero u oro a cambio de la vida.

Protesta en Tumeremo. Fotos: Cortesía.

No exigen justicia, ni indemnizaciones, simplemente imploran por los cuerpos de sus vecinos, de sus amigos, de sus hermanos, de sus esposos. A una mujer le habrían matado tres hijos. Quieren darles cristiana sepultura. Fotos: Cortesía.

El duelo

Frente al Terminal, continúan las familias, los amigos, los vecinos de esos 28 hombres y mujeres que el viernes 4 de marzo de 2016 salieron a trabajar y que desde entonces no han regresado. Bajo el samán, los deudos extendieron una especie de pancarta blanca sobre la cual han ido pegando las fotos de los desaparecidos: José Armando, José Ángel y Néstor de José Ruiz; José Gregorio y Junior Romero; Mary Dalia y Marielis Ruiz; Luis Díaz; Javier Cáceres; Cristóbal Heredia, Carlos Carvajal, Ángel Trejo, José Nieves; Gustavo Guevara; Róger Romero y Jairo, sin apellido. Ahí mismo, una chica con un diente de oro lamentó que se crea que lo de Tumeremo es un acto político:

Solamente somos un pueblo herido por la desaparición de sus familiares y aquí estamos libres de presión, el que quiere acompañarnos, puede acompañarnos».

Sin embargo, hay quienes por temor a las represalias prefieren mantenerse encerrados en sus casas.

Ella admitió que no es la primera vez que esto sucede, si bien antes no fueron tantas las víctimas ni gente del pueblo.

Se sabía que existía, gente de afuera que venía a arriesgarse la vida en una mina, pero estos son hijos de Tumeremo.

Tras días de espera, ella simplemente quisiera que los responsables de su tragedia familiar entreguen los cuerpos de los muchachos:

Así sea un montón de arena al cual abrazarse

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