Amazonía Extrema: Cómo la sequía, quemas y deforestación ya impactan en la vida de los ribereños del río Tapajós en Brasil

¡rea de plantio de soja no arredores de SantarÈm e Belterra. FLAVIO FORNER/XIB…/INFOAMAZONIA

Cultivos de soya en áreas cercanas a las ciudades de Santarém y Belterra. Foto: Flávio Forner/INFOAMAZONIA

Esta es la primera parte del reportaje especial «Amazonía Extrema», producido por InfoAmazonia con texto de Camila Fróis y fotos de Flávio Forner. Se republica aqui en cuatro partes mediante un acuerdo para compartir contenido.

Carretera BR-163, Amazonia del estado brasileño de Pará. En la definición del Atlas de Geografía, es un área de “clima ecuatorial, caliente y húmedo”. A 120 días, sin embargo, no cae una sola gota de lluvia en la región. En medio de castaños de 30 metros de altura, poco a poco el camino de la ciudad de Santarém hasta la comunidad Jamaraquá, en el Bosque Nacional de Tapajós, es tomado por un fuerte olor a hollín, en medio de un área de color grisáceo con restos de troncos carbonizados recientemente. Por dos semanas, el humo disipado invade el patio de comunidades vecinas y entra a las casas de los habitantes. Hay frecuentes relatos de tos, ardor en los ojos y dificultad para respirar.

Días después, al sobrevolar la selva, tendríamos una dimensión aún mayor de los destrozos en el bosque. Desde arriba, el Bosque Nacional – con un área equivalente a 527 mil canchas de fútbol – aparece como una isla de vegetación en un mar de soya y ganado, que avanza sobre la selva año tras año. Desde 1988, el estado de Pará es líder invicto en el ranking de deforestación de la región, según datos del Proyecto Prodes, del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE). Solo en el último año, el área devastada fue de 732 kilómetros cuadrados. En promedio, en los últimos 40 años hubo dos mil árboles derribados por minuto en la Amazonía.

Durante el vuelo, además del bosque desaparecido, otro detalle llama la atención. La ya acostumbrada niebla matinal de vapor del agua en esta parte amazónica es cambiada por el denso humo proveniente de los focos de incendio. La evapotranspiración natural del bosque colabora con la formación de los llamados “ríos voladores”, que viajan centenares de kilómetros por las corrientes de aire, influenciando los índices de humedad de todo el continente. El humo del fuego, a su vez, llega a las grandes ciudades de la región Norte de Brasil. En vez de precipitaciones, disipan dióxido de carbono y metano.

Un verano como nunca antes visto

Queimadas para abertura de campo de plantio de soja na regi„o vizinha a Flona TapajÛs. Parte das queimadas descontroladas passam para regi„o controlada pelo ICMBio. FLAVIO FORNER / XIB… / INFOAMAZONIA

Quemas usadas para abrir nuevos campos de cultivo de soya en la región vecina al Bosque Nacional Tapajós. Parte de las quemas acaban llegando al interior del área protegida por ICMBio. Foto: Flávio Forner/INFOAMAZONIA.

En los últimos tres meses, según información del Cuerpo de Bomberos local, el municipio de Santarém (que limita con el Bosque Nacional Tapajós), registró 350 incendios. Para que se haga una idea, en años convencionales, el promedio anual normalmente está por los mil incendios. “Estamos atendiendo a este llamado, pero ya hay otros cuatro que nos esperan. Es así todos los días”, dice el comandante de la brigada del Instituto Chico Mendes (ICMBio), Giovane Oliveira, de 25 años, mientras con golpes de machete abre una ruta de más de un kilómetro bosque adentro, siguiendo el rastro del humo. “Yo nunca había visto una situación así en ningún otro verano”.

Cuando las huellas de las llamas finalmente se acercan, la sensación térmica da la impresión de que estamos caminando por una región desértica muy calurosa. El sudor corre por el rostro y los miembros del equipo se rascan los ojos ya colorados. La mayoría de los integrantes son muy jóvenes, pero también hay hombres de más edad, y por eso, más vulnerables a los efectos del humo. En uno de los últimos llamados, Antonio Mendes, de 52 años, perdió el control sobre las llamas y tuvo un accidente cerebrovascular –hasta el final de este reportaje, aún estaba internado en el Hospital Regional del Bajo Amazonas, en Santarém, sin previsión de alta o un diagnóstico sobre las secuelas.

En la unidad de salud, el caso de Antonio se suma a otros 180, solo este año, de intoxicación por humo y agravamiento de enfermedades respiratorias como asma y bronquitis debido a la baja calidad del aire. La alta incidencia de fuego que provoca estos cuadros tiene tres explicaciones: los incendios usados para la apertura de campos de pastura cerca de áreas protegidas, cuyas chispas se propagan; el fuego usado por los mismos habitantes para limpiar cultivos de yuca; y los incendios naturales asociados al clima extremamente seco.

Equipe do ICMBio Prevfogo combate incÍndio dentro da Flona TapajÛs. FLAVIO FORNER / XIB… / INFOAMAZONIA

Equipo de ICMBio Prevfogo combate incendio dentro del Bosque Nacional Tapajós. Foto: Flávio Forner/INFOAMAZONIA.

Según el climatólogo Júlio Tota, de la Universidad Federal del Oeste de Pará (Ufopa), las causas están interconectadas. “Cambiar la selva a pastos tiene efecto directo e inmediato en el clima: la temperatura aumenta y las lluvias disminuyen”, afirma el investigador. La falta de lluvia, a su vez, hace el clima más seco y la selva más “inflamable”.

Desde 1988, una torre instalada por el equipo de la Ufopa en Jamaraquá, garantiza el monitoreo de la humedad, presión, temperatura y otros factores en seis comunidades locales. “Son variables importantes para entender cómo el bosque interactúa con la atmósfera a largo plazo y las consecuencias para la formación de nubes y de precipitaciones”, dice Júlio.

Hasta ahora, entre los efectos del cambio climático en la región, se cuentan las pérdidas en los ecosistemas y en la biodiversidad, mayor cantidad de eventos extremos, bajos niveles de los ríos, condiciones favorables para más incendios y efecto en el transporte de la humedad al sur y sudeste de Brasil y del continente.

Mientras las investigaciones meteorológicas intentan relacionar las principales causas de la alteración de los patrones de temperatura e intensidad de lluvias, la profesora de Ecología del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de São Paulo (USP), Patrícia Pinho, quiere entender los reales impactos de los llamados eventos extremos en la vida de las comunidades tradicionales: “Cuando se habla de la Amazonía, es común mencionar el balance del carbono, la rica biodiversidad y la mayor fuente de agua potable del mundo, pero necesitamos humanizar nuestro discurso y recordar que 30 millones de personas viven allí”, dice la investigadora autora del artículo “Dinámicas socioecológicas complejas impulsadas por eventos extremos en la Amazonía”.

Para las personas que viven en el interior de la región, así como los habitantes de la cuenca del río Tapajós, es la dinámica de las aguas la que redibuja los paisajes, dicta el ritmo del cotidiano y exige diferentes mecanismos de adaptación a lo largo del año. Son seis meses de creciente y seis meses de sequía, cuando el agua llega a recular hasta 100 metros desde la orilla. El índice de precipitación puede variar de cero, en los meses de setiembre y octubre, a 700 milímetros en el mes de marzo, en años de mayor variabilidad –como fue en 2009, en que se registró una gran creciente. Las sequías extremas aumentan las distancias –dificultando el acceso y el transporte de alimentos-, provocando pérdida de cultivos y deteriorando la calidad del aire.

Comunidade de Marip· (Resex), sofrem com a falta de ·gua. O lago È o ˙nico recurso para surprir necessidades. Com a seca dos igarapÈs e a baixa do Rio TapajÛs prejudicam tambÈm o acesso. FLAVIO FORNER/XIB…/INFOAMAZONIA

La comunidad de Maripá sufre con la falta de agua. La sequía de los arroyos y del río Tapajós perjudica el acceso al lago, única fuente de agua potable. Foto: Flávio Forner/INFOAMAZONIA.

Ya las inundaciones transforman las casas de las comunidades en islas de palafita. Cuando el agua sube más de lo previsto, bases de madera elevan los muebles a alturas cada vez más cercanas al techo. Pequeñas plantaciones son suspendidas y los animales domésticos son llevados a la seguridad de la tierra firme. Mientras tanto, muchos de los peces salvajes dejan el lecho de los ríos e invaden el bosque inundado, lo que dificulta la pesca.

La adaptación a la dinámica de las aguas es una realidad para los ribereños, pero las alteraciones en el escenario han traído nuevos desafíos. Según el doctor en Ecología, Paulo Brando, del Instituto de Pesquisa Ambientales de la Amazonia (IPAM), en la última sequía prolongada, en 2010, 57% del Bosque Nacional registró menos lluvia de lo normal, imponiendo la necesidad de nuevas estrategias de sobrevivencia en la región. La sequía redujo las lluvias en un área de tres millones de kilómetros cuadrados de selva.

En grandes municipios, como Porto Velho y Río Branco, capitales de los estados amazónicos de Rondonia y Acre, respectivamente, la intensa sequía de los ríos Madeira y Acre llevó al desabastecimiento hídrico: el sistema de captación no alcanzaba el nivel del agua. Aun no existe un análisis más profundo sobre la sequía de este año que todavía está en curso, pero la evaluación de Patrícia Pinho es que las proporciones son parecidas.

Comunidade de Maripá

Niños de la comunidad de Maripá. Foto: Flávio Forner/INFOAMAZONIA.

Según la evaluación de Patrícia Pinho, la gran variabilidad climática está creando condiciones de vida cada vez más hostiles respecto a vivienda, seguridad hídrica, salud y transporte. De acuerdo con Patrícia, las sequías de 2005, 2010 y 2015, así como las inundaciones severas de 2006 y 2009, parecen haber excedido la capacidad de las comunidades para enfrentar estos eventos.

El investigador y doctor en Geociencia por la Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz), Christovam Barcellos, resalta que esta es una realidad que debe agravarse con el aumento de la temperatura previsto por los modelos climáticos de la región. La tendencia, como se sabe, es global. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) dice que las temperaturas continuarán aumentando y, hasta 2050, el promedio global será hasta dos grados más alto que el actual, dependiendo de la cantidad de gases de efecto invernadero emitida. Según la Organizaciòn Meteorológica Mundial (WMO), 2015 fue el año más caliente registrado desde el inicio del monitoreo en 1880.

De acuerdo con el boletín de la WMO, la temperatura media de la superfície puede superar la barrera simbólica de 1°C de calentamiento global desde la era preindustrial (1880-1899). El estudio atribuye el récord de 2015 al fenómeno El Niño (calentamiento atípico de las aguas del Pacífico), cuyos intervalos de ocurrencia han coincidido con los períodos de sequías extremas en la Amazonia. La explicación es que la formación de corrientes marítimas de aguas calientes provoca la alteración en las condiciones de viento y transporte de humedad de los océanos al continente. O sea, además de los patrones del microclima influenciados por la deforestación, la región también sufre con las anomalías climáticas mundiales.

Para Patrícia Pinho, sin embargo, «es necesario mejorar los modelos de evaluación en la escala local. Ellos aún no captan las sutilezas de la realidad de estos lugares».

Lea acá la segunda parte.

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