En los últimos meses, miles de refugiados han huido de sus países asolados por la guerra en Medio Oriente, arriesgando sus vidas para cruzar a Europa, con la esperanza de hallar seguridad para ellos y sus familias.
Pero el camino a Europa no está cubierto de pétalos de rosa. Desde noviembre, solo tres nacionalidades —sirios, iraquíes y afganos— han podido entrar en Europa a través de la precaria “ruta de los Balcanes”. Ahora este camino es cada vez más inseguro para los refugiados sirios e iraquíes, tras los nuevos requisitos establecidos por varios países balcánicos que exigen a los solicitantes de asilo mostrar sus pasaportes o tarjetas de identidad, junto con los documentos que reciben en las islas griegas. Además, a los refugiados portadores de visados turcos ya no se les permite viajar al norte de Europa, y la República de Macedonia ha cerrado sus fronteras por completo a los desplazados afganos.
Situado en la frontera entre Grecia y Macedonia y sirviendo como principal punto de salida para refugiados y migrantes hacia el continente europeo, Idomeni ha sido testigo de cambios como ningún otro lugar en Grecia. Antes de la crisis, la zona estaba controlada por los contrabandistas. Más recientemente, albergaba un campamento de tránsito y ahora un puesto militar.
Channel 4 News informó sobre los esfuerzos de una periodista por localizar a los secuestradores que retienen a migrantes para pedir un rescate:
A medida que Idomeni se llenaba de refugiados, se estableció otro campamento con alojamiento temporal a 20 kilómetros de la zona, en el aparcamiento vacío de una gasolinera.
Con información limitada y agotados después de dormir en autobuses y tiendas de campaña sin calefacción, miles de solicitantes de asilo decidieron caminar los 20 kilómetros hasta Idomeni, donde les esperaban un campamento lleno y un lento proceso de control fronterizo.
La página de Facebook «Are You Syrious» dice que solo 500 personas pudieron cruzar a Macedonia entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde del lunes 22 de febrero. Según los informes, la policía y las autoridades militares llegaron a la frontera y procedieron a examinar minuciosamente todos los documentos y tarjetas de identidad.
Los refugiados de Afganistán esperaban en la cola, sin saber que no se les permitiría cruzar la frontera. “Llegamos aquí el sábado. ¿Por qué no nos dejan pasar?”, preguntó un adolescente afgano llamado Sam a la reportera de Global Voices sobre el terreno. “Dejen que crucemos y después cierren la frontera. Salí de Afganistán porque allí hay una guerra: bombas todos los días, no hay trabajo, ni futuro. Tengo que mantener a mi familia”.
A medida que avanzaba el día y solo llegaba escasa información a quienes esperaban en la fila, la tensión aumentó y los refugiados comenzaron a protestar, exigiendo entrar en Macedonia.
Unos niños pequeños con carteles escritos a mano exigiendo la apertura de fronteras se pusieron al frente de la multitud, desde donde se dirigieron a los policías griegos. Después de un enfrentamiento que duró un par de horas, la multitud logró rebasar el bloqueo policial, avanzando hacia el paso fronterizo, donde la gente rompió una pequeña valla cerca de las vías del tren, entrando finalmente en Macedonia.
“Salí de Afganistán hace casi un mes. He perdido a mi bebé, y estoy con mi esposo. ¿Sabe usted qué ocurrirá después?”, preguntaba una mujer llamada Zahra en un perfecto inglés, que dice que aprendió viendo películas. “¿Por qué nos pasa esto? ¿Por qué no se nos permite cruzar?”, Zahra preguntaba con desesperación a todo el mundo.
Se prevé que las tensiones continúen en Idomeni, donde es probable que se repita la historia del mes pasado, ya que miles de personas siguen llegando en busca de seguridad y un mejor futuro. Por ahora, la única esperanza parece ser un pasaporte.