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¿Pueden los gestos de buena voluntad ayudar a poner fin a la crisis política de Burundi?

Categorías: África Subsahariana, Burundi, Censura, Derechos humanos, Gobernabilidad, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Política
Aerial view of Lusenda Burundian refugees' camp, South Kivu, DRC. August 2015. Photo credit: MONUSCO/Abel Kavanagh

Vista aérea del campamento de refugiados burundeses de Lusenda, Kivu del Sur, RDC. Agosto de 2015. Foto publicada bajo Creative Commons por MONUSCO/Abel Kavanagh.

En medio de la actual inestabilidad política [1], el mes pasado el gobierno de Burundi anunció de pronto varios gestos de buena voluntad.

El presidente Nkurunziza renovó su mandato por tercera vez a mediados de 2015, y la controversia derivó en protestas, represión, insurgencias y huida de personas en calidad de refugiados o exiliados. Las emisoras de radio independientes fueron cerradas [2], forzándolas así a emitir vía Internet, y muchos periodistas huyeron.

Hasta ahora, el gobierno ha resistido bien la presión internacional, pero estos pasos se consideran buenas noticias, unos pasos tomados ante la visita [3] al país del secretario general de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-moon los días 22 y 23 de febrero, la posterior [4] visita de una delegación [5] de alto nivel de la Unión Africana [6] del 25 al 26 de febrero, y la próxima cumbre de la Comunidad Africana del Este.

Algunos medios, de vuelta

El 19 de febrero se anunció [7] que se permitiría [8] a las radios Isanganiro [9] y la pro-gobierno Rema volver a emitir, aunque esto no se aplicaría a las otras tres principales emisoras de radio independientes. Isanganiro y Rema, además, tendrían que firmar un acte d’engagement — un acuerdo con condiciones — con el Consejo Nacional de Comunicación.

Varios directores de radios independientes siguen en el exilio, y las emisoras Bonesha [10], Radio Publique Africaine [11], y Renaissance [12] aún permanecen bloqueadas. Casualmente, este anuncio ha tenido lugar durante el vigésimo [13] aniversario [14] de la radio Bonesha, una de las que aún siguen bloqueadas.

Sin embargo, la reanudación de las operaciones de emisión se enfrenta a muchas dificultades prácticas, ya que se destruyó el equipo cuando las oficinas fueron atacadas durante el fallido golpe de Estado de mayo de 2015 [15]. Samson Maniradukunda, el director interino de la radio Isanganiro desde el exilio de su predecesor, lo lamentó [16] mientras inspeccionaba las destrozadas oficinas de la empresa. Estimó [17] los daños en unos 350.000.000 francos burundeses (224.581 dólares estadounidenses), además de señalar la incapacidad de la emisora para generar beneficios tras meses de clausura.

El acte d’engagement exige que la cobertura mediática sea «equilibrada» y que no ponga en peligro la «seguridad» del país. Abierta a interpretaciones, también existe la posibilidad de que la cobertura mediática sea manipulada. Que dos emisoras de radio estén de vuelta resulta realmente positivo, pero queda por ver hasta qué punto serán libres para informar.

El escepticismo continúa

El sábado 20 de febrero, se retiraron 15 [18] de 34 las órdenes de arresto internacionales, incluyendo [19] la del sitio web de Antoine Kaburahe Iwacu [20]. La carta oficial, compartida [21] por SOS Médias Burundi, dice simplemente que los motivos originales que causaron esas órdenes de arresto «ya no persisten».

En un comunicado [21] de prensa, el movimiento de la oposición CNARED describió la retirada de las órdenes de arresto como un intento para distraer la atención internacional, tanto la de la visita de la ONU como la de las posibles sanciones de la UE; afirmó también que la mejor garantía de progreso sería la anulación de todos los procedimientos judiciales arbitrarios..

El gobierno aceptó recibir más observadores de los derechos humanos de la Unión Africana, además de tres investigadores de los derechos humanos de la ONU. Tras el encuentro entre Ban Ki-moon y el presidente Nkurunziza, también se prometió la liberación de 2.000 prisioneros [22]. El gran número de arrestos durante la crisis ha colapsado unas ya atestadas [23] prisiones.

Sin embargo, poco después del encuentro con Ban Ki-moon, la incertidumbre [24] ha crecido respecto al número de prisioneros pendientes de su liberación. También ha resultado evidente [23] que el gobierno excluyó básicamente a todos aquellos arrestados durante la crisis. De una forma similar, los comentaristas online se mostraron escépticos en cuanto a la seguridad de los prisioneros políticos liberados:

@SOSMediasBDI ojalá no los sigan ni los maten por la noche

En particular, el presidente denunció [27] discursos de odio, algunos de los cuales se centraron preocupantemente en las etnias, y con tonos muy beligerantes durante la crisis:

Ni discursos de odio ni canciones contra @paulkagame durante las manifestaciones, pide @pnkurunziza. Lo único que necesitamos es paz entre Burundi y Ruanda.

Sanciones y tensiones

Las sanciones económicas le han pesado al gobierno, ya que la Unión Europea (UE) — el contribuyente más generoso con este país — considera [33] mejor la distribución de la ayuda a través de canales no gubernamentales. La ayuda internacional constituye alrededor de la mitad [34] del presupuesto nacional, y el gobierno se ha enfrentado a unas cada vez mayores dificultades financieras, que están afectando a servicios públicos cruciales como la educación [35] y la sanidad [36].

Frente a un contexto [37]de inseguridad continuada [38] y caracterizada por la violencia [39], los arrestos y la impunidad, la resolución de la crisis política de Burundi requiere mucho más que simples gestos, aunque existen quienes mantienen una actitud positiva. Si aquellos a los que se les han retirado las órdenes de arresto aún temen ser atacados, por ejemplo, quizá se muestren reticentes a regresar. Las tensiones con Ruanda [40] también han aumentado, con un gran número de personas expresando su enfado ante las acusaciones de entrenamiento de rebeldes.

«Impermeabilidad» hacia los enfoques diplomáticos

Ha habido también una total falta de diálogo con la oposición exiliada. Tras su encuentro con el presidente Nkurunziza, Ban Ki-moon anunció [41] promesas de diálogo, pero los ministros dejaron claro que esto no incluía a aquellos acusados de desestabilizar Burundi. Debido, una vez más, a unos términos demasiado generales, existe la posibilidad de que muchos grupos queden excluidos, impidiendo así cualquier intento para que el diálogo sea realmente inclusivo. Vital Nshimirimana, personalidad destacada dentro de la sociedad civil, declaró que muchos están cansados [24] de esa «impermeabilidad» hacia los enfoques diplomáticos.

Los ministros han estado ganando tiempo. Un buen ejemplo de ello fue su asistencia a las charlas sobre la paz el pasado diciembre en Uganda, seguida de su rechazo a continuar [42] yendo a ellas. Ese gesto reveló su obcecación en esta cuestión, evitando hacer cualquier tipo de concesión importante y esperando, al parecer, agotar tanto a los oponentes como al propio interés internacional. Aún queda por demostrar que esas acciones indiquen algún tipo de cambio real en su enfoque de la crisis.

Un diálogo elusivo e inclusivo

Tanto RED-TABARA [43], un grupo rebelde que se declara abiertamente responsable de los ataques a los servicios de seguridad, como el movimiento político de la oposición CNARED han condenado los arbitrarios ataques con granadas [44] dirigidos a civiles. Los ministros culpan a la «oposición», en la que confluyen varios grupos, mientras que CNARED acusa al gobierno de inventar un pretexto para reprimir a sus oponentes. Sea quien sea el responsable, unos gestos de buena voluntad prolongados por parte de todos los bandos — junto con el diálogo — podrían abrir el espacio político y acabar de una vez por todas con esos motivos para aplicar la violencia contra los civiles, además de acabar con la propia violencia entre los servicios de seguridad y los rebeldes.

El representante especial de EE. UU., Thomas Perriello, tenía la esperanza de que estos gestos se tradujeran después en acciones concretas [27]:

Los próximos días son cruciales para el gobierno de Burundi, tienen que mostrar resultados concretos en los monitores de la AU, en las charlas regionales y un espacio político más abierto. (2/2)

Esta esperanza, sin embargo, se ha topado con un gran escepticismo:

@US_SEGL ¿Y qué ocurrirá entonces? ¿Declaraciones? ¿Otra visita? ¿Más declaraciones? ¿Otra visita más o algún trabajo para la comunidad? ¿Más declaraciones?

@US_SEGL Honestamente, ¿de verdad creen que va a cambiar algo o no han considerado la magnitud de los crímenes y del futuro desarrollo?

Una delegación de la Unión Africana, encabezada por el presidente sudafricano Jacob Zuma [49], se reunió con el gobierno, la oposición interna y los líderes de la sociedad civil para hablar sobre sus diferencias y resolver la crisis burundesa. Sin embargo, miembros de la oposición expresaron su preocupación sobre la capacidad de la delegación para conseguir un diálogo amplio fuera de Burundi.

Charles Nditije, del partido UPRONA [50] — uno de los políticos de la oposición que quedan en el país –, dijo [51] incluso que la delegación de la Unión Africana se había dedicado simplemente a legitimar la posición del gobierno, señalando que Zuma había mantenido fuera de las conversaciones el tema del polémico tercer mandato [52] de Nkurunziza. Si la buena voluntad no sobrevive a las visitas diplomáticas, la violencia en Burundi podría continuar su escalada.