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Diez años después todavía no hay justicia por la muerte de migrantes bolivianos en un taller argentino

Categorías: Latinoamérica, Argentina, Bolivia, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Migración e inmigración, Trabajo
Front of the garment factory located on Luis Viale Street in Buenos Aires, Argentina.

Fachada del taller de ropa ubicado en la calle Luis Viale Street en Buenos Aires, Argentina. Foto usada con autorización de la página de Facebook de #JuicioLuisViale [1].

Aproximadamente 3000 talleres «clandestinos» de ropa funcionan en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, según la organización no gubernamental local La Alameda [2]. Estos talleres ilegales a menudo están ubicados en comunidades residenciales, sus fachadas casi nunca ofrecen ningún indicio del trabajo que se lleva a cabo tras puertas cerradas. Las condiciones adentro a menudo se describen como «de esclavitud». A los trabajadores, muchos de los cuales vienen de países vecinos como Bolivia, se les prohíbe salir del taller donde trabajan y viven con sus familias. Como muchos trabajadores están indocumentados, siempre tienen temor a la deportación y no pueden protestar por los bajos sueldos, las largas horas de trabajo y el maltrato. Estas fábricas siguen funcionando debido a la rentabilidad que dan a los propietarios y debido al círculo de corrupción que involucra a inspectores, policía y otros funcionarios que se hacen de la vista gorda antes las infracciones.

Luis Viale - 10 Years Without Justice - We Do Not Forget

Logo de la campaña [3] del Juicio Luis Viale

El 30 de marzo de 2006 empezó un incendio [4] en uno de estos talleres, ubicado en la calle Luis Viale, en el barrio de Caballito [5]. El fuego mató a cinco niños y una mujer embarazada, todos inmigrantes bolivianos. El incendio se debió a un cableado eléctrico defectuoso. Solamente había una salida por un escalera en las habitaciones de arriba. Los sobrevivientes dijeron que las ventanas tenían barras de hierro afuera y que a los bomberos les tomó cerca de 45 minutos entrar al lugar del incendio. Cuando los «rescatistas» finalmente entraron, el camión no tenía agua. El fuego se apagó solo.

Diez años después, no hay ningún responsable, y los críticos señalan a los graves defectos del sistema de justicia argentino por la falta de reparación. Sin embargo, esto podría cambiar: Un juicio para determinar responsabilidades está programado para empezar el 18 de abril de 2016.

«Todavía hay esclavos, todavía hay esclavitud»

Según los sobrevivientes [6], la fábrica estaba ubicada en la planta baja y las personas vivían en el piso superior en las habitaciones del departamento. Al momento del incendio, 64 personas, incluidos 38 niños, vivían en el taller.

Había un solo baño en funcionamiento, y no había agua caliente. Los sobrevivientes cuentan en sus declaraciones que a veces hacían cola hasta las 3am para ducharse, y que debían calentar agua en ollas para duchar a sus hijos. Las “habitaciones” estaban separadas por telas y tabiques de madera, y tenían aproximadamente 3 x 2,5 mts. En muchos casos se compartían colchones entre hermanos y entre tíos y sobrinos. […] En general se trabajaba 14 horas por día de lunes a viernes, y 5/6 horas el sábado.

Grupos comunitarios como Simbiosis Cultural [7](constituido principalmente por jóvenes bolivianos que trabajan o han trabajado en talleres de ropa en el área del Gran Buenos Aires) han tratado de mantener la tragedia en el ojo público durante los últimos diez años.

En una serie de podcasts de audio, ofrecen antecedentes del taller y entrevistas con sobrevivientes que cuentan los acontecimientos de la tragedia. También documentan reacciones luego del incendio y las posteriores marchas, y reflexionan sobre cómo nada ha cambiado desde ese trágico día de hace una década: «Mantener la memoria de la tragedia es un herramienta para luchar por el futuro. No olvidamos.»

El grupo también ha llevado su protesta al lugar del incendio para crear conciencia a través de entrevistas a testigos, y también para honrar a las víctimas.

En 2011, la situación captó la atención del entonces Cardenal Jorge Bergoglio (ahora conocido como el papa Francisco), que celebró un misa en la sede de La Alameda para denunciar la práctica [8] de estos talleres clandestinos de ropa y la corrupción que permite esta práctica. Se informó que en ese momento dijo:

Una vez dije que lo que nos enseñaban en el colegio, que la Asamblea del año XIII había abolido la esclavitud, eran cuentos chinos . En esta Buenos Aires tan vanidosa, tan orgullosa, sigue habiendo esclavos,sigue habiendo esclavitud . Todo se arregla en una Buenos Aires que es coimera, es coimera de alma , y el recurso a la coima tapa todo.

#JuicioLuisViale

Antes del juicio, familias y activistas que luchan por los derechos de los trabajadores de los talleres ropa organizaron una campaña en línea tiulada simplemente #JuicioLuisViale [9] para informar al público sobre caso. Sus medios incluyen un sitio web [1], una página de Facebook [10], una cuenta de Twitter (@JuicioLuisViale [11]) y un canal de YouTube [12]. También se ha programado una marcha el 30 de marzo, en el décimo aniversario del incendio.

En el sitio web Juicio Luis Viale, se explica [13] por qué usan el término «talleres clandestinos de ropa», aun cuando consideran que el término es problemático:

Más allá del amplio uso mediático del concepto de “talleres clandestinos”, su utilización resulta problemática, dado que la carga peyorativa recae en el taller, es decir, en el tallerista, desvinculando de este modo a los “fabricantes” o marcas de toda responsabilidad. Además, tal denominación engloba a todo el universo de talleres de costura – hacia cuyo interior hay un gran abanico de realidades – bajo la situación de trata de personas, trabajo forzoso y demás violaciones a los derechos laborales y humanos de los/las trabajadores/as. Los talleristas que trabajan en esas condiciones no están – en absoluto – exentos de responsabilidad, y de hecho algunos de ellos están lejos de ser pequeños emprendedores. No obstante, la estigmatización peyorativa de todos los talleristas (englobados bajo el mote de clandestinos) facilita una vez más el trabajo de desligar a las marcas del problema […] En la Campaña decidimos usar “talleres clandestinos” por la simple razón de que facilita la difusión del problema, al arrojar mejores resultados en las búsquedas de información en internet.

Los sobrevivientes y quienes están hartos de la naturaleza explotadora de estas fábricas están esperando ansiosamente el juicio. Su esperanza es que pueda dársele justicia a las seis víctimas que perecieron hace diez años.