Conozca la historia tras la ‘Biblioteca feminista’ que se expande desde México en las redes

Fotografía de perfil de la Biblioteca Feminista en Facebook, publicada masivamente en las redes.

«Ni ama ni esclava» Fotografía de perfil de la Biblioteca Feminista en Facebook, publicada masivamente en las redes y publicada con permiso.

[Actualización: los nombres de las creadoras y administradoras del grupo se han retirado como medida de seguridad solicitada por las entrevistadas]

Biblioteca feminista es el grupo alojado en Facebook que ha sido administrado por dos mexicanas desde hace poco más de un año y que acumula hoy más de 9000 seguidores. La Biblioteca es gestionada por dos mexicanas, y tuvo como punto de partida la necesidad de información sobre feminismo y derechos de las mujeres. De acuerdo con la descripción del grupo:

Compilamos materiales feministas y de mujeres creadoras, para compartir con el mundo. Queremos difundir cultura feminista en toda su diversidad y aportes en la construcción de otros mundos posibles.

Global Voices conversó con las administradoras del grupo acerca de la comprensión de los feminismos, la necesidad de información sólida y de agentes que lleven a cabo un trabajo responsable en su divulgación. En un país como México, en el que las cifras de feminicidios y de abusos por desigualdades entre los géneros llega a cifras alarmantes, este espacio de divulgación empuja a la sensibilización de un problema con raíces fuertes en la cultura y las convenciones.

Ahora bien, compartir información es mucho más que dar click sobre el botón. El flujo de información en línea es titánico, y quienes participan no siempre toman el trabajo de ir tras los títulos y las fotografías antes de expandir información. Es por eso que la Biblioteca busca también defender la idea de la “responsabilidad en la divulgación”. Los textos, las noticias, las fotografías y los artículos impulsados por la Biblioteca son cuidadosamente seleccionados, comentados y verificados antes de llegar al grupo.

Las bibliotecarias

Como para muchas militantes, el acercamiento de las administradoras del grupo a la comprensión de los roles de género y de los movimientos feministas empezó por la experiencia personal.

La historia de la creadora del grupo y su acercamiento al feminismo se conecta con el cuidado del cuerpo y la soberanía alimentaria, así como de la libertad y la independencia frente al Estado y a las presiones del mercado. Sin embargo, dentro del trabajo de los colectivos dedicados modos alternativos de ciudadanía, los abusos contra las mujeres y el sexismo no se quedan fuera:

Me tuve que volver feminista por supervivencia. Cuando trabajas en asuntos de economía solidaria no te imaginas que vas a tener un compañero que te acose. Pero es el golpe de la realidad. La misoginia y el machismo atraviesan los movimientos que se consideran alternativos al sistema y nuestras posibilidades participación quedan sujetas a estos prejuicios y violencias. Fui pareja del dirigente de un colectivo y me expulsaron por no querer continuar la relación. Tuve respuestas muy duras, incluso de amigos cercanos, que me decían que mi palabra no tenía valor por haberme acostado con él. De ahí, por supervivencia, empecé a buscar. Es necesario encontrar ideas que te saquen del riesgo de pensar que estas cosas son normales.

Otra de las colaboradoras principales tiene también experiencia en trabajo con colectivos y en cómo las conversaciones y los modos de trabajo, incluso dentro de organizaciones dedicadas a la defensa de las mujeres, pueden tener grietas a la hora de llevar el trabajo a acciones concretas:

Tuve la oportunidad de trabajar en un hospital, pero la experiencia me mostró que los grupos que se identificaban como de defensa por las mujeres no siempre trabajaban de modo solidario.

Así, la creación de espacios, virtuales o físicos, en los que las mujeres puedan intercambiar y reflexionar juntas, es el comienzo de muchas transformaciones:

Creo mucho en el poder que existe en los espacios para y de mujeres. No es que piense que los espacios mixtos sean malos, pero los espacios autogestionados por mujeres con los que yo me he topado son espacios en los que he aprendido mucho, donde no solo hay trabajos teóricos, sino de crítica y de autocrítica. Este proceso es difícil, aún trabajando en organizaciones dedicadas a la sociedad civil. Creo existe resistencia a trabajar temas de género, he encontrado personas quienes con una sólida formación en Derechos Humanos les da flojera el tema, piensan que intentas hablar únicamente de mujeres y que pretendes excluir a los hombres. Desde la sociedad civil organizada, solemos caer en el error de querer analizar la realidad sin cuestionar privilegios.

Pero a pesar de todo, el fruto del trabajo en esos espacios puede verse de modo concreto:

Es complicado, pero también es maravilloso encontrar personas que sintonizan con tus ganas de crear cosas. Cuando me invitaron [a la creación del grupo] me dije “¡sí!”, porque aunque tengo compañeras que trabajan con temas de feminismo comunitario, no compartimos un espacio de trabajo. Crear un espacio virtual para coincidir y mantenerse creando ideas también fue muy bueno . La dinámica es estimulante.

El feminismo duele

Sobre las reacciones en contra y las típicas peleas que se arman en los espacios dedicados al feminismo, las bibliotecarias ríen. Los troles, las respuestas agresivas y las protestas son ya tan comunes, que la reacción es automática. La política del grupo, luego de ciertas confrontaciones, fue de evitar contestar comentarios que no inviten al debate productivo. Sin embargo, una de ellas reconoce lo que hay detrás de esas reacciones:

El feminismo es un antídoto contra lo que te tiene anestesiada para soportar la abrumadora cantidad de violencias misóginas que vives todos los días. Duele hacerte consciente, pero es la única forma de encontrar que es lo que te está lastimando. Te das cuenta de que lo que te pasaba y dolía no es «natural» o «normal». Lo intuías, pero no te atrevías ni a nombrarlo. Te das cuenta de que lo han vivido y lo viven las mujeres desde hace siglos y que muchas han luchado para liberarse y liberarnos a todas. Cada vez que descubro las historias y palabras de las mujeres antes de mí, me siento reconfortada e inspirada. Nos hace falta conocer más de nuestra historia, la de nosotras. Ésa fue la inspiración para la Biblioteca feminista..

Mucho de lo que se publica en la Biblioteca es también material para la inspiración. Se comparten también casos e historias que muchas quisieran ver reproducidas en distintas partes del continente. Un ejemplo fue la historia de la formación de la “Escuela Mujeres de Frente”, video disponible en el canal de Youtube La educación en movimiento, y que fue compartido para inspirar e imaginar espacios similares. De hecho, ése es justamente el siguiente paso que las bibliotecarias quisieran dar en México: la creación de colectivos de formación que puedan guiar a mujeres en la defensa de sus derechos a través de la estructura dada por la educación popular.

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