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Amazonía Extrema: Quemas e inundaciones afectan la salud de los ribereños

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Ambiente, Desarrollo, Medios ciudadanos, Salud
Queimadas para abertura de campo de plantio de soja na regi„o vizinha a Flona TapajÛs. Parte das queimadas descontroladas passam para regi„o controlada pelo ICMBio. FLAVIO FORNER / XIB… / INFOAMAZONIA

Quemas para apertura de campo para plantaciones de soya en la región vecina al Bosque Nacional de Tapajós. Parte de las quemas descontroladas pasan a la región bajo el ICMBio (Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad). Foto: Flávio Forner/Infoamazonia.

Esta es la tercera parte del reportaje especial «Amazonía Extrema» [1], producido por InfoAmazonia [2] con texto de Camila Fróis y fotos de Flávio Forner. Se republica aquí en cuatro partes mediante un acuerdo para compartir contenido. Lea también la primera [3], y la segunda [4] parte. 

¿Cuáles son los principales casos de problemas de salud que se pueden relacionar con los eventos climáticos extremos? «Parte de las enfermedades respiratorias se pueden atribuir a la baja humedad y a la mala calidad del aire. Mientras que las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue o la malaria, son causadas por la contaminación del agua durante las inundaciones», afirma Christovam Barcellos, de la Fiocruz (Fundación Oswaldo Cruz). Sucede que el periodo de las llamadas «crecientes» está relacionado no sólo al nivel de los ríos, sino también al exceso de lluvias que provoca la acumulación de agua estancada, donde prolifera el mosquito aedes aegypti, lo que implica el aumento de los casos de dengue.

Según el científico, la solución para disminuir el impacto de los cambios climáticos en la salud de las personas es evitar las quemas: «Hay que acabar con el fuego, las humaredas y el hollín de una vez por todas en la Amazonía. Ya tenemos tecnología de monitoreo satelital para identificar los focos de incendio e, incluso, poder identificar en el mapa las quemas que ocurren en áreas de protección ambiental. Ahora bien, no sólo sirve saber dónde están ocurriendo, hay que patrullar esas áreas para prevenir los desastres que se repiten todos los años», analiza.

Darlison Andrade, analista del ICMBio, órgano que administra las unidades de conservación brasileñas, comparte la preocupación de Christovam. Según él, las unidades de conservación de la Amazonía viven literalmente en un cerco de fuego, debido a que el órgano ambiental no tiene las atribuciones para fiscalizar el entorno de las áreas protegidas, donde comienzan las quemas.

La proliferación del fuego es sólo uno de los efectos de las sequías abruptas o prolongadas, que también interfieren en el transporte, en la pesca y en el cultivo de los campos de las comunidades. En Jamaraquá, la mandioca brava usada para hacer harina, principal carbohidrato de la dieta de los ribereños, se está secando bajo la tierra. Ari, vecino de la región, muestra que intentó plantar algunas semillas de mandioca esperando la ayuda de una lluvia que nunca llegó: «Quien plantó, perdió, porque no va a crecer. En esta época ya debería estar todo cultivado, pero tienes que esperar la hora en que quiera llover para trabajar la tierra. Después te vas a atrasar también para cosechar. El que no tiene reservas va a tener que comprar».

Na comunidade existem 24 n˙cleos familiares que possuem um estilo de vida regido pelo ritmo das ·guas do rio TapajÛs, ainda conservam uma simbologia arquitetÙnica ligada aos costumes de viver na regi„o em casas de moradia com rusticidade na construÁ„o, na maioria de palhas com parede de madeira, porÈm com energia elÈtrica da rede publica. FLAVIO FORNER/XIB…/INFOAMAZONIA

Bodega de la comunidad de Maripá. Foto: Flávio Forner/Infoamazonia.

Antônio Nobre, doctor en biogeoquímica del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), cree que este tipo de situación refuerza la necesidad de una acción inmediata. Según él, pese a que los estudios que relacionan la deforestación con los eventos climáticos están en proceso, es necesario comenzar a actuar desde ya para evitar daños mayores. «En la ciencia estamos tratando de desarrollar un conocimiento para entender. Los pueblos nativos no, ellos ya tenían esa percepción. Los indígenas de la Amazonía decían: ‘¿Será que el hombre blanco no sabe que si acaba con los bosques se va a acabar la lluvia y que si se acaba la lluvia no tendrá que beber ni que comer? Ellos ya sabían de eso, nosotros no. Nosotros teníamos que ver que se acabó la lluvia y ahora estamos aprendiendo y diciendo: ‘Necesitamos reforestar'».

Los huéspedes de Pedrinho, en Jamaraquá, ni siquiera imaginan que el pescado servido con mandioca bajo la sombra frondosa de los árboles a la orilla del río puede tener sus días contados: el río tiene tan pocos peces, que los nativos están desistiendo de pescar y prefieren ir a comprar carne a la ciudad que tener que pasar una mañana entera en la canoa para obtener el almuerzo.

«En los lagos es peor. Como el agua está estancada, está tan caliente que ni siquiera los peces la resisten», cuenta el joven Ildo Santos, de 24 años. Mientras nos conduce por un sendero entre la selva, el vecino explica que, en verdad, la mayoría de los lagos de la comunidad se seca por completo durante el invierno. El problema es que en este año muchos lagos desaparecieron antes de lo previsto, lo que provocó la muerte de los peces que podrían haber sido aprovechados por la población. «Todos los años, antes de que los lagos se sequen, en octubre, venimos aquí y tomamos los peces para almacenarlos, sin embargo, este año fue tan rápido que cuando llegamos, en setiembre, ya se habían muerto todos», recuerda Ildo, mientras camina por lo que sería el fondo de un lago.

Para Patrícia Pinho, el cambio de patrón de los eventos climáticos provoca esta falta de previsibilidad, generando en los vecinos una sensación de inseguridad sobre el sistema ecológico que rige la Amazonía. Con alteraciones abruptas en el régimen de las lluvias, los ribereños no saben exactamente cuándo plantar, cuál es la mejor época para pescar o cuánta harina necesitan para evitar imprevistos.

La investigadora afirma que los efectos de los extremos climáticos son agravados por acciones antrópicas, como la pesca predatoria. Aunque el Bosque Nacional de Tapajós sea una unidad de preservación ambiental, el Río Tapajós, que da el nombre a este bosque, no es parte del área protegida.

Lea la cuarta [5] parte.