Así fue el paro armado que paralizó el norte de Colombia y que amenaza el proceso de paz

El paro armado del Clan Úsuga, también conocido como las Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, mantuvieron a varias zonas del norte de Colombia en vilo y despertaron preguntas sobre las conversaciones de paz que se desarrollan en el país. Fotografía de la cuenta Flickr de la 'Policía nacional de los colombianos', publicada bajo licencia Creative Commons (CC BY-SA 2.0)

El paro armado del Clan Úsuga, también conocido como las Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, mantuvieron a varias zonas del norte de Colombia en vilo y despertaron preguntas sobre las conversaciones de paz que se desarrollan en el país. Fotografía de la cuenta Flickr de la ‘Policía nacional de los colombianos’, publicada bajo licencia Creative Commons (CC BY-SA 2.0)

Desde la tarde del miércoles 30 de marzo, diferentes zonas del norte de Colombia vieron sus calles vaciarse paulatinamente mientras el transporte y el comercio funcionaban a media marcha. Todo se debió a un paro armado decretado por las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (También conocido como el Clan Úsuga), entre las 00 horas del 31 de marzo y las 00:00 horas del 1 de abril, arguyendo fines políticos.

La motivación, sin embargo, no resultaba clara. Desde su conformación (2007 – 2008) el Clan han buscado identificarse como grupo de autodefensa contra la guerrilla, pero se les conoce fuertes vínculos con redes del narcotráfico.  Para muchos, el propósito de reconocerse como autodefensa tiene como objetivo beneficiarse de las penas alternativas establecidas por la Ley para la desmovilización de la insurgencia.

No obstante, el Clan Úsuga, maneja el negocio de la droga en el occidente y centro del país y mueve toneladas de cocaína, con cerca de 2000 hombres armados y es considerado la organización criminal más peligrosa del país. Aunque no se les considere actores del conflicto armado que vive Colombia desde hace cincuenta años entre las guerrillas de izquierda, los grupos paramilitares de derecha y los agentes del Estado, pareciera que Clan tomará su lugar como uno de los protagonistas del postconflicto si se consigue firmar la paz entre las fuerzas insurgentes (FARC y ELN) y el Estado colombiano.

Las razones del paro armado no están aún suficientemente claras. ¿Conmemoración de la muerte de uno de sus cabecillas como lo pregonan en sus panfletos? ¿Venganza por la ofensiva militar en su contra? ¿Forzar un diálogo de paz con el gobierno intensificando sus acciones armadas como lo hizo la guerrilla? ¿Apoyo a la marcha contra el gobierno organizada para el día siguiente en todo el país por el partido de derecha «Centro democrático», liderado por el expresidente Álvaro Uribe?

Lo cierto es que generó temor entre la población dado que los paros armados históricamente se materializan en retenes ilegales, enfrentamientos armados y retaliaciones hacia el comercio y el transporte que desobedezcan la orden de suspender sus actividades.

Panfleto

Fotografía del comunicado extendido a las poblaciones del norte de Colombia. En el comunicado, el grupo sostiene que el paro es pacífico, que es una protesta en el marco de un conflicto en el que no eligieron participar e invitan a la población «perjudicada por la crisis económica» a sumarse. Imagen compartida en redes sociales.

Como resultado de las amenazas se paralizaron 39 municipios de ocho departamentos del norte del país. La mayor parte de la información, tanto de los habitantes de la zona como del mismo clan circuló mayoritariamente por las redes sociales y los sistemas de mensajería:

También hubo 27 acciones violentas que incluyeron el asesinato de cuatro civiles y un miembro de la fuerza pública, diversos actos de intimidación a través de propaganda y mensajes en las redes sociales que buscaban extender el paro en al menos tres ciudades capitales y diez municipios más.

La reacción del Estado se limitó al patrullaje de algunos sitios críticos e instar inútilmente a la población a que desobedeciera el paro. Aislados, sin poder salir de sus casas, las redes sociales se convirtieron en el medio para que muchos ciudadanos hicieran un registro de la situación que estaban viviendo. Este fue el caso también de la colaboradora de Global Voices y coautora de este post, Cati Restrepo, cuya versión del paro armado a través de reflexiones públicas en Facebook, reflejó la preocupación por las poblaciones campesinas, las primeras en vivir las consecuencias de los movimientos armados:

Estoy viviendo de primera mano un paro armado. En el transcurso del día vi como la gente y el pueblo se iban apagando: no salieron mas carros, no hubo mas mototaxis y absolutamente todo el comercio cerró.

(…)

Al medio día por poco no encuentro provisiones para comer en la noche; y de hecho tuvimos que compartir con alguien que de ninguna manera logró conseguirlas. No hay transporte desde y hacia el municipio en el que estoy, la soledad de las calles habla por sí misma y nada se sabe de lo qué nos espera mañana.

Pero lo peor estaba por llegar:

A pocos metros asesinaron a un empleado de una estación de gasolina, un camión en el que se transportaba comida fue incinerado, sigue sin haber transporte y los negocios continúan cerrados (algunos abrieron en la mañana pero a las pocas horas cerraron)

A medida que pasaban las horas, la situación empeoraba y los afectados eran el único medio para enterarse de un paro que se vivía en el norte del país.

Margarita Rodríguez, publicó desde el departamento de Antioquia:

Gustavo Santiago comparó el paro armado con un toque de queda y publicó el siguiente video:

Por teléfono, el desconcierto y la desesperación de los pobladores se expresaba con impotencia. La congresista del Partido Verde, Angélica Lozano, dio cuenta de un chat entre un usuario que se encontraba en Apartadó y otro en Bogotá. Al parecer estos fueron los modos en los que circuló la información del paro. La participación de los medios parece haber sido muy limitada:

Los hashtag  #ParoArmado y #NoSonBacrimSonParas reunieron el desconcierto, la ira y las recriminaciones contra el gobierno y los partidos políticos, a la par que informaban con fotos y videos lo que estaba ocurriendo en sus lugares de origen.

Mientras los medios de comunicación trataban de conseguir información de primera mano, medios ciudadanos como la Agencia Red Nudo de Paramillo, que articula nueve organizaciones de colectivos de comunicación y medios regionales, realizaba los siguientes reportes:

¿Quién es la autoridad en el Bajo Cauca? Zaragoza bajo el miedo, calles solas y comercio cerrado

Posted by NP Noticias on viernes, 1 de abril de 2016

Completamente solo, así se encuentra el municipio de Tierralta, Córdoba, la comunidad siente temor de salir a las calles.

Posted by NP Noticias on viernes, 1 de abril de 2016

A la par se sucedían fotos de los desmanes cometidos por el Clan Úsuga:

Pero el paro no solo se sufrió en poblaciones alejadas. En la ciudad de Medellín, en el barrio Belén Rincón de la comuna 16 (zona que comprende varios barrios) panfletos, graffitis y la quema de un bus obligaron a los pobladores a resguardarse en sus casas.

Infortunadamente, y mientras el país se encuentra a la expectativa sobre las conversaciones de paz con las guerrillas de las FARC y el ELN, que pondrían fin al conflicto armado de 50 años, el exitoso paro armado del Clan Úsuga revive los temores sobre el resurgir del paramilitarismo y llena de interrogantes a los colombianos sobre el futuro. El pesimismo y la polarización parecen cubrir las redes de Colombia:

Terminado el paro, según lo informó el presidente de la república, fuerzas combinadas del ejército y la policía consiguieron la captura de 59 integrantes del «Clan Úsuga» y el rescate de 33 personas que habían secuestrado en un retén ilegal. La lucha continuará hasta desmantelar sus estructuras, aseguró el primer mandatario.

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