Desde la tarde del miércoles 30 de marzo, diferentes zonas del norte de Colombia vieron sus calles vaciarse paulatinamente mientras el transporte y el comercio funcionaban a media marcha. Todo se debió a un paro armado decretado por las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (También conocido como el Clan Úsuga), entre las 00 horas del 31 de marzo y las 00:00 horas del 1 de abril, arguyendo fines políticos.
La motivación, sin embargo, no resultaba clara. Desde su conformación (2007 – 2008) el Clan han buscado identificarse como grupo de autodefensa contra la guerrilla, pero se les conoce fuertes vínculos con redes del narcotráfico. Para muchos, el propósito de reconocerse como autodefensa tiene como objetivo beneficiarse de las penas alternativas establecidas por la Ley para la desmovilización de la insurgencia.
No obstante, el Clan Úsuga, maneja el negocio de la droga en el occidente y centro del país y mueve toneladas de cocaína, con cerca de 2000 hombres armados y es considerado la organización criminal más peligrosa del país. Aunque no se les considere actores del conflicto armado que vive Colombia desde hace cincuenta años entre las guerrillas de izquierda, los grupos paramilitares de derecha y los agentes del Estado, pareciera que Clan tomará su lugar como uno de los protagonistas del postconflicto si se consigue firmar la paz entre las fuerzas insurgentes (FARC y ELN) y el Estado colombiano.
Las razones del paro armado no están aún suficientemente claras. ¿Conmemoración de la muerte de uno de sus cabecillas como lo pregonan en sus panfletos? ¿Venganza por la ofensiva militar en su contra? ¿Forzar un diálogo de paz con el gobierno intensificando sus acciones armadas como lo hizo la guerrilla? ¿Apoyo a la marcha contra el gobierno organizada para el día siguiente en todo el país por el partido de derecha «Centro democrático», liderado por el expresidente Álvaro Uribe?
Lo cierto es que generó temor entre la población dado que los paros armados históricamente se materializan en retenes ilegales, enfrentamientos armados y retaliaciones hacia el comercio y el transporte que desobedezcan la orden de suspender sus actividades.
Como resultado de las amenazas se paralizaron 39 municipios de ocho departamentos del norte del país. La mayor parte de la información, tanto de los habitantes de la zona como del mismo clan circuló mayoritariamente por las redes sociales y los sistemas de mensajería:
#ParoArmado Hasta San Pelayo llega el eco de panfletos atemorizantes, así luce el centro de la capital del porro pic.twitter.com/IfcZW6hKBb
— El Cordobés (@elcordobes2016) March 31, 2016
Terminales de transporte intermunicipal no despachan, comercio no abrió, sur de Córdoba está paralizado. #ParoArmado pic.twitter.com/yq6ilz1qvJ
— Juan M. Sotomayor (@jumasogi91) March 31, 2016
También hubo 27 acciones violentas que incluyeron el asesinato de cuatro civiles y un miembro de la fuerza pública, diversos actos de intimidación a través de propaganda y mensajes en las redes sociales que buscaban extender el paro en al menos tres ciudades capitales y diez municipios más.
La reacción del Estado se limitó al patrullaje de algunos sitios críticos e instar inútilmente a la población a que desobedeciera el paro. Aislados, sin poder salir de sus casas, las redes sociales se convirtieron en el medio para que muchos ciudadanos hicieran un registro de la situación que estaban viviendo. Este fue el caso también de la colaboradora de Global Voices y coautora de este post, Cati Restrepo, cuya versión del paro armado a través de reflexiones públicas en Facebook, reflejó la preocupación por las poblaciones campesinas, las primeras en vivir las consecuencias de los movimientos armados:
Estoy viviendo de primera mano un paro armado. En el transcurso del día vi como la gente y el pueblo se iban apagando: no salieron mas carros, no hubo mas mototaxis y absolutamente todo el comercio cerró.
(…)
Al medio día por poco no encuentro provisiones para comer en la noche; y de hecho tuvimos que compartir con alguien que de ninguna manera logró conseguirlas. No hay transporte desde y hacia el municipio en el que estoy, la soledad de las calles habla por sí misma y nada se sabe de lo qué nos espera mañana.
Pero lo peor estaba por llegar:
A pocos metros asesinaron a un empleado de una estación de gasolina, un camión en el que se transportaba comida fue incinerado, sigue sin haber transporte y los negocios continúan cerrados (algunos abrieron en la mañana pero a las pocas horas cerraron)
A medida que pasaban las horas, la situación empeoraba y los afectados eran el único medio para enterarse de un paro que se vivía en el norte del país.
Margarita Rodríguez, publicó desde el departamento de Antioquia:
@GobAntioquia @ViceColombia manden refuerzo a Tarazá y Caucasia. Todo Bajo Cauca.
Estamos secuestrados!— Margarita Rodríguez (@margara76) April 1, 2016
Gustavo Santiago comparó el paro armado con un toque de queda y publicó el siguiente video:
No hay ley seca, no hay toque de queda es un #ParoArmado ilegal el que tiene a Montería así. Esta es la cra tercera. pic.twitter.com/TLOrJm8w1p
— Gustavo Santiago (@NoticiasGs) April 1, 2016
Por teléfono, el desconcierto y la desesperación de los pobladores se expresaba con impotencia. La congresista del Partido Verde, Angélica Lozano, dio cuenta de un chat entre un usuario que se encontraba en Apartadó y otro en Bogotá. Al parecer estos fueron los modos en los que circuló la información del paro. La participación de los medios parece haber sido muy limitada:
Chat de alguien que está en Apartadó y su novio en Bogota sobre #ParoArmado pic.twitter.com/2nACPxnRj3
— Angélica Lozano (@AngelicaLozanoC) March 31, 2016
Los hashtag #ParoArmado y #NoSonBacrimSonParas reunieron el desconcierto, la ira y las recriminaciones contra el gobierno y los partidos políticos, a la par que informaban con fotos y videos lo que estaba ocurriendo en sus lugares de origen.
Mientras los medios de comunicación trataban de conseguir información de primera mano, medios ciudadanos como la Agencia Red Nudo de Paramillo, que articula nueve organizaciones de colectivos de comunicación y medios regionales, realizaba los siguientes reportes:
¿Quién es la autoridad en el Bajo Cauca? Zaragoza bajo el miedo, calles solas y comercio cerrado
Posted by NP Noticias on viernes, 1 de abril de 2016
Completamente solo, así se encuentra el municipio de Tierralta, Córdoba, la comunidad siente temor de salir a las calles.
Posted by NP Noticias on viernes, 1 de abril de 2016
A la par se sucedían fotos de los desmanes cometidos por el Clan Úsuga:
Así luce vía a la costa en Valdivia @Bricenostereo @FdoQuijano @soydeituango @Teleantioquia @CamiiCarvajal_R pic.twitter.com/Dd6RnEJjnC
— BETO A PERIODISTA (@bebetoa) March 31, 2016
Hace 15 minutos en la vía San Pedro de Urabá. Quema de vehículos!!! #ParoArmado #Urabá pic.twitter.com/VLbY7PtvIp
— Santiago Jaramillo G (@santhijara) March 31, 2016
Pero el paro no solo se sufrió en poblaciones alejadas. En la ciudad de Medellín, en el barrio Belén Rincón de la comuna 16 (zona que comprende varios barrios) panfletos, graffitis y la quema de un bus obligaron a los pobladores a resguardarse en sus casas.
Así se sufre el #ParoArmado paramilitar en Medellín. Bus quemado en Belén pic.twitter.com/d28AkFWZuj
— Generación Paz (@RGeneracionPaz) April 1, 2016
Infortunadamente, y mientras el país se encuentra a la expectativa sobre las conversaciones de paz con las guerrillas de las FARC y el ELN, que pondrían fin al conflicto armado de 50 años, el exitoso paro armado del Clan Úsuga revive los temores sobre el resurgir del paramilitarismo y llena de interrogantes a los colombianos sobre el futuro. El pesimismo y la polarización parecen cubrir las redes de Colombia:
#NoSonBacrimSonParas dejemos los eufemismos la tal paz de Uribe fue fracaso. O ¿una estrategia de retoma del poder? pic.twitter.com/iClWZEcrqe
— Alvareto Peñarosca (@elFuribista) April 1, 2016
Los Paramilitares siguen activos y hoy son una amenaza para los procesos de paz. #NoSonBacrimSonParas pic.twitter.com/MfiKDc1dw6
— Diana Marcela Otavo (@dianamotavo) March 31, 2016
Terminado el paro, según lo informó el presidente de la república, fuerzas combinadas del ejército y la policía consiguieron la captura de 59 integrantes del «Clan Úsuga» y el rescate de 33 personas que habían secuestrado en un retén ilegal. La lucha continuará hasta desmantelar sus estructuras, aseguró el primer mandatario.
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